Un Cyrano escala 1:25
La de Teatro Meridional es una historia que vale la pena contar. Sus fundadores, dos espa?oles, un portugu¨¦s y un italiano, se hicieron c¨®mplices durante un curso internacional de commedia dell'arte, y decidieron montar un espect¨¢culo sin palabras, Ki fatxiamu noi kui?, protagonizado por cuatro zannis (personajes precursores de Arlequ¨ªn), que, perdidos en la historia del teatro, esperaban a Godot jugando como un Vladimir y un Estrag¨®n m¨¢s narigados. Por razones obvias, hicieron otro espect¨¢culo mudo, Cloun Dei, antes de que Estefano Filippi regresara a casa y de que Julio Salvatierra, otro de los actores, cambiara las tablas por la pluma. Desde entonces, la compa?¨ªa tiene quien le escriba (sobran dedos en una mano para contar las que en Espa?a tienen al autor entre cajas). El ¨²ltimo traje a la medida que Salvatierra le ha hecho a Meridional es una adaptaci¨®n para cuatro int¨¦rpretes de Cyrano, el imprevisto estallido tardo rom¨¢ntico con que la escena francesa dijo adi¨®s al siglo XIX.
Edmund Rostand escribi¨® la obra para Constantin Coquelin, cuando el gran int¨¦rprete de tartufos, mis¨¢ntropos y m¨¦dicos a palos ten¨ªa cincuenta y pico a?os, hab¨ªa dejado la Com¨¦die y necesitaba ponerse la m¨¢scara de un personaje nuevo, pero con el espesor de los de su repertorio. No lo encontraba. Sarah Bernhardt, que hab¨ªa estrenado L'Aiglon, de Rostand, le present¨® a ¨¦ste durante una fiesta, y el autor cont¨® al actor el proyecto que desde hac¨ªa tiempo le rondaba: llevar a escena a Savinien Cyrano de Bergerat (1616-165), soldado, librepensador, libertino y poeta, cuyas obras completas hab¨ªan sido reeditadas en 10 tomos en 1858. Cyrano y su mundo formaban parte del imaginario colectivo de los lectores franceses: se le menciona en obras de Dumas y de Gautier, y en Le Capitaine Fracasse, de ?mile Bergerat, que se acababa de representar en Par¨ªs cuando la Bernhardt junt¨® a los que necesitaban ser juntados. Coquelin intuy¨® el fil¨®n, y se mud¨® a casa de Rostand para azuzarle y hacerle escuchar de inmediato cada verso que escribiera. El resto de la historia es de sobra conocida: 42 veces sali¨® Coquelin a saludar la noche del 28 de diciembre de 1897, 400 d¨ªas sucesivos pis¨® el escenario del Th¨¦?tre de la Porte-Saint-Martin, y despu¨¦s emprendi¨® una gira internacional que dio con Cyrano en Barcelona, donde Ramon Casas retrat¨® a su int¨¦rprete.
Hacer de una comedia en la que intervienen en torno al centenar de personajes una reducci¨®n para cuatro actores es, a priori, empresa descabellada. Meridional intent¨® algo as¨ª hace ocho a?os en Romeo, versi¨®n montesca de la tragedia de Verona, con resultado desigual. El tiempo ha pasado para bien. Salvatierra y el director Lav¨ªn han descartado el desdoblamiento, la soluci¨®n m¨¢s socorrida, y han preferido darle una triple vuelta de tuerca a su ingenio: s¨®lo sacan a escena a Cyrano, a Roxane -la mujer de la que anda infructuosamente enamorado-, a Christian -v¨¦rtice del tri¨¢ngulo- y a La Due?a, personaje en el que engloban a otros que son clave, como Le Bret, el m¨¢s que amigo del Cyrano real y del de ficci¨®n. Con cuatro ases, esta compa?¨ªa de prestidigitadores consiguen crear la ilusi¨®n de toda la baraja. El Cyrano de Rostand comienza con una exhibici¨®n de teatro dentro del teatro: la escena en la que el protagonista irrumpe en una representaci¨®n, acalla las protestas del p¨²blico, ridiculiza a los int¨¦rpretes, se r¨ªe de s¨ª mismo m¨¢s y mejor que nadie cuando otros lo intentan y, mientras improvisa un poema f¨²nebre, mata al vizconde de Valvert de cuatro estocadas que hace coincidir, cada una, con la ¨²ltima s¨ªlaba de cada estrofa: "A la fin de l'envoi, je touche".
Meridional saca toda esta peripecia fuera de escena, la convierte en un relato en directo que el ingenuo Christian hace, entre bastidores, a La Due?a, y riza el rizo de la comicidad durante el duelo (invisible) entre Valvert y Cyrano: el p¨²blico escucha los versos que el cadete compone mientras se bate y, casi simult¨¢neamente, los que Christian reinventa, porque no los ha entendido bien. Meridional, en su procedimiento reductor, donde quita arte, vuelve a poner arte. ?Una objeci¨®n? Sus int¨¦rpretes y la direcci¨®n tienden, porque tienen facilidad, a romper por lo c¨®mico, aun en momentos en los que el texto pide entrarle a la emoci¨®n por derecho. No la regatean en el mon¨®logo final, muy bien interpretado por ?scar S¨¢nchez.
Cyrano. Festival de Teatro Cl¨¢sico de C¨¢ceres, plaza de Veletas, el 20 de junio. Valladolid, patio del Palacio de Pimentel, el 5 de julio. San Lorenzo de El Escorial, Real Coliseo Carlos III, 7 y 8 de agosto.
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