Tenencia il¨ªcita de alma
"Es bueno saberlo todo y tambi¨¦n es amargo y duro, y necesario", escribe el poeta y periodista Ra¨²l Rivero en uno de los art¨ªculos recopilados en Sin pan y sin palabras. Rivero, conocido por sus amigos como el Gordo Rivero, afirma en otro texto de esta antolog¨ªa que ¨¦l, como Jos¨¦ Mart¨ª, s¨®lo tiene "un fanatismo": el respeto a la libertad de expresi¨®n, incluida la de aquellos que no piensan como ¨¦l. Pues bien, Rivero cumple desde abril una condena de veinte a?os de reclusi¨®n precisamente por sostener esas creencias. Su delito es uno de los m¨¢s graves que se pueden cometer en la Cuba de Fidel Castro: decir en voz alta -escribir, en su caso- lo que se piensa.
La lectura de Sin pan y sin palabras es amarga y dura, y necesaria. Es una lectura que duele mucho porque Rivero relata en sus art¨ªculos la doliente situaci¨®n de un pa¨ªs y un pueblo que nos son tan pr¨®ximos, que amamos tanto. Confirmando que es un excelente periodista, las descripciones de Rivero son directas, concisas y demostrables. Cuba, afirma, "es una naci¨®n donde la libertad brilla por su ausencia y el Estado cultiva el aburrimiento, la obviedad y el tedio"; "un ¨¢mbito donde est¨¢n orientadas por el Partido la alegr¨ªa, la combatividad y la indignaci¨®n". Un Partido que, como cuenta en varios art¨ªculos y saben todos los cubanos y los visitantes de la isla, ni tan siquiera garantiza a sus s¨²bditos un m¨ªnimo decoroso en materia de alimentaci¨®n, vivienda, transporte, educaci¨®n y salud.
SIN PAN Y SIN PALABRAS
Ra¨²l Rivero
Pr¨®logo de Eliseo Alberto
Pen¨ªnsula. Barcelona, 2003
143 P¨¢ginas. 10 euros
La lectura de Sin pan y sin palabras tambi¨¦n hace da?o porque sabemos que Ra¨²l Rivero malvive ahora entre rejas. ?l lo hab¨ªa anticipado. "La ley sobre la protecci¨®n de la independencia nacional y la econom¨ªa de Cuba", escribe en Mon¨®logo del culpable, "permite a las autoridades de mi pa¨ªs condenarme por el ¨²nico acto soberano que he realizado desde que tengo uso de raz¨®n: escribir sin mandato". En ese texto afirma que "la maniobra chapucera para hacer aparecer a un peque?o grupo de periodistas que trabajamos en Cuba como aliados de narcotraficantes y proxenetas y mercenarios a sueldo de Estados Unidos" le produce "un variado c¨®ctel de repugnancia".
Es el mismo "c¨®ctel de repugnancia" que siente el lector de este libro al leer como ep¨ªlogo el acta oficial de acusaci¨®n contra el escritor. All¨ª se dice de Rivero que "tiene p¨¦sima conducta por frecuentar la compa?¨ªa de antisociales, con quienes intercambia mucha influencia negativa, se manifiesta groseramente del proceso revolucionario, desobedece las advertencias oficiales que se le han hecho, es provocador e irrespetuoso de las normas de convivencia social". Como se?ala Eliseo Alberto en su intenso, documentado y conmovedor pr¨®logo, la fiscal¨ªa, en sus menos de ocho cuartillas de acusaci¨®n, no ofrece pruebas dignas de ese nombre contra el poeta y periodista, pero cita hasta veintiuna veces las palabras subvertir, subversi¨®n y subversivo. Es bochornoso para un r¨¦gimen que se pretende progresista y no es sino una tiran¨ªa caudillista, y para todos aquellos que a¨²n siguen apoy¨¢ndolo o justific¨¢ndolo.
En dos pa¨ªses muy diferentes entre s¨ª pero ambos ¨ªntimamente ligados a Espa?a, Marruecos y Cuba, dos periodistas han sido condenados esta primavera por haber intentado ejercer su oficio con libertad y dignidad: Ali Lmbaret y Ra¨²l Rivero. Esta terrible circunstancia hace m¨¢s restallantes los comentarios del cubano sobre el periodismo, "el instrumento que tiene la sociedad para iluminar la vida; para sacar a debate todo lo que concierne e interesa a los seres humanos". "El periodismo", dice en otro lugar, "es un patrimonio de todos los hombres de la Tierra y el derecho a opinar, una maravilla que nos distingue de los bueyes y los corderos".
Al cubano le han metido en la c¨¢rcel por no querer ser un buey o un cordero. Por negarse a aceptar "la oscuridad, el silencio, los seud¨®nimos, las m¨¢scaras y la lejan¨ªa", que "constituyen el para¨ªso de los verdugos de todos los tiempos". Le han enjaulado por tenencia ilegal de alma. S¨ª, hace bien el Gordo Rivero al incluir en uno de sus textos esta cita del poeta Nicol¨¢s Guill¨¦n: "Que se averg¨¹ence el amo".
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