No hay protecci¨®n sin medios
Ana Mar¨ªa F¨¤bregas, asesinada a martillazos por quien hab¨ªa sido su pareja y que llevaba a?os amenaz¨¢ndola de muerte, pidi¨® ayuda a la justicia tantas veces como para que se abrieran 54 diligencias judiciales distintas en 15 juzgados diferentes de Barcelona. Su caso ayuda a entender la sensaci¨®n de impotencia que tienen muchas mujeres cuando se plantean si hacer visible o no el infierno en que viven. Y puede que tambi¨¦n ayude a entender el dato, incluido en un informe del Consejo General del Poder Judicial del pasado mes de abril, seg¨²n el cual s¨®lo el 25% de las mujeres asesinadas por sus parejas hab¨ªa presentado denuncia.
Las tribulaciones que pas¨® Ana Mar¨ªa F¨¤bregas en su peregrinar por los juzgados son el espejo de un funcionamiento de la justicia sordo a la realidad social, incluso cuando ¨¦sta se manifiesta a gritos. ?C¨®mo no sorprenderse de que tantas denuncias no hayan evitado un desenlace tan previsible? ?Cu¨¢nta burocracia para nada! Algo falla cuando la v¨ªctima recorre tantos juzgados y ¨¦stos no son siquiera capaces de unificar las causas abiertas.
Es cierto que se est¨¢n tramitando -con un retraso clamoroso- reformas legislativas como la orden de protecci¨®n inmediata, que permitir¨¢ adoptar medidas cautelares, incluso de prisi¨®n, para asegurar que el agresor no tiene acceso a la v¨ªctima. Pero una vez m¨¢s da la sensaci¨®n de que nuestros gobernantes conf¨ªan en el poder taumat¨²rgico de las leyes, creyendo que basta promulgarlas para que desaparezca el mal que se proponen erradicar. Sin embargo, como tambi¨¦n se est¨¢ comprobando con la Ley del Menor, no hay protecci¨®n legal sin medios para aplicar las normas. As¨ª lo denunciaron ayer algunos jueces de Barcelona respecto a la violencia dom¨¦stica. La mejor ley ser¨¢ papel mojado si no hay polic¨ªas que vigilen a los maridos denunciados y garanticen que se mantienen alejados de la mujer agredida o amenazada.
Y es tambi¨¦n preciso un cambio de mentalidad por parte de quienes han de aplicar las leyes. Para proteger a las v¨ªctimas ser¨¢ preciso que los juzgados no sean una simple oficina de registro de denuncias, sino la se?al de alarma para establecer medidas concretas con los medios precisos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.