La pareja basura
DE AQU? A UN A?O me retiro. De aqu¨ª a un a?o me convierto en esa escritora misteriosa. Seguir¨¦ siendo petarda, porque con eso se nace, pero no lo contar¨¦ en los peri¨®dicos, se lo contar¨¦ a mi santo, y ¨¦l levantar¨¢ sus ojos del ¨²ltimo libro de Arsuaga (su ¨ªdolo) y har¨¢ como que me escucha, pero yo sabr¨¦ que no me estar¨¢ haciendo ni puto caso, aunque mueva la cabeza como los perritos de los coches. Por cierto, le regal¨¦ uno de esos perritos a mi santo por su santo y se qued¨® muerto mirando el regalo. Tuve que ponerle en antecedentes, le dije que no juzgara al perro desde un punto de vista est¨¦tico sino cultural, que se trataba de una revisitaci¨®n de los sesenta, y que me hab¨ªa costado un huevo de la cara en una tienda de revivals que hay en Malasa?a; pero, vamos, que si no le gustaba devolv¨ªamos el perro y le compraba otro libro de Arsuaga, que es m¨¢s barato. Me dijo "?S¨ª, S¨ª!". Qu¨¦ hombre m¨¢s imposible. Le dije que es una pena tener maridos que no entienden los regalos con intertextualidad, que seguro que le regalaba dicho perro (un bulldog divino) a la Drag Shangay Lily, y Shangay se lo pon¨ªa en el cabecero de la cama a fin de medir la intensidad de sus relaciones coitales.
A lo que iba: dentro de un a?o me largo. Y cuando me vaya, los que hoy me consideran una petarda hablar¨¢n maravillas, porque me sustituir¨¢ otra m¨¢s petarda que yo. Siempre pasa. Ahora, por ejemplo, viendo a Pocholo, a muchos nos duele no haber valorado como deb¨ªamos a Chiquito de la Calzada. Me retirar¨¦ porque dice la gente que estas columnas contribuyen a crearme una imagen de petarda total, asi que las dejar¨¦ y pasar¨¦ de ser una petarda p¨²blica a ser una petarda reprimida. Y como s¨®lo podr¨¦ contarle mis bobadas a mi santo y ¨¦l no me escucha (dice que por salud mental), ser¨¦ ese tipo de novelista que escribe novelas de mujeres de cuarenta a?os que se replantean la vida porque la juventud se les escapa y su marido pasa de ellas. Un co?azo sideral. Pero conseguir¨¦ que me tomen en serio. Y luego me suicidar¨¦ de aburrimiento.
Pero este a?o que me queda he de aprovecharlo a tope. Dada la inminencia de mi retirada, no paro en casa. Llev¨¦ a los toros a mi suegro, que es muy taurino. Nos sentamos en el palco de Canal +, al lado de S¨¢nchez Drag¨®, a quien mi suegro le explicaba detalles del arte de la espada. Los dos con su whiskito en la mano. Fue muy gracioso porque S¨¢nchez Drag¨® pensaba que mi suegro era mi padre. As¨ª que cuando mi suegro (al calor del whisky) empez¨® a contarle que llevaba a mi santo a los toros cuando era peque?¨ªn, S¨¢nchez Drag¨® se hizo su composici¨®n de lugar y crey¨® que mi santito y yo nos conoc¨ªamos desde la guarder¨ªa y que ¨ªbamos juntitos a los toros llevados de la mano por mi padre y que de ah¨ª surgi¨® este amor eterno, que es la envidia de Espa?a. Saqu¨¦ a Drag¨® de su craso error y creo que se sinti¨® aliviado. Al siguiente whisky, Drag¨® y yo hablamos de Etiop¨ªa. Es que resulta que servidora se va al cuerno africano la semana que viene a hacer un reportaje sobre el Comercio Justo. Por cierto, le digo a Albaladejo lo del Comercio Justo y me dice que para que me voy tan lejos, que yo con irme a Elena Benarroch y comparar los precios con los de Zara ya quedo como una diosa. Lo que yo digo, si mis amigos se r¨ªen de m¨ª, c¨®mo no se van a re¨ªr mis enemigos. A lo que iba, que va S¨¢nchez Drag¨® y me cuenta que acaba de llegar de Etiop¨ªa, y yo, ay, Fernando, acons¨¦jame. Le dije todas las vacunas que me he puesto (la de la fiebre amarilla, qu¨¦ ideal) y le confes¨¦ que desde que fui al m¨¦dico de enfermedades tropicales me pica todo. Soy muy psicosom¨¢tica. Y entonces va Drag¨® y para tranquilizarme me cuenta que le mordi¨® un perro rabioso y no encontraban vacuna en toda Etiop¨ªa y que casi se muere. Pero por lo dem¨¢s, me dijo, t¨² tranquila. Y mi suegro, whisky en mano y despu¨¦s de gritarle al presidente de las Ventas que esos toros eran la verg¨¹enza de Espa?a, me dijo: "?Pero t¨², hija m¨ªa, no ten¨ªas otro sitio m¨¢s normal para ir?". Yo le dije: tranquilo, suegro, que yo controlo. Pero confesar¨¦ que la historia Dragoniana me descompuso. Lo cual me vino de perlas porque a resultas de dicha descomposici¨®n me entra la talla 40 (soy superpositiva). Total, que voy a comprar esos pantalones cargo que toda mujer de su tiempo se compra para ir ?frica, y ?a qui¨¦n me encuentro en el probador de al lado, eh? A la santa de Gallard¨®n. Ten¨ªa raz¨®n Luis Alberto de Cuenca cuando me dijo: si es que t¨² sales a la calle y ya tienes escrito el art¨ªculo. Y ah¨ª estuve, hablando de ropa con dicha santa y de la pareja c¨®mica del a?o: Tamayo y S¨¢ez. Leguina hab¨ªa avisado de c¨®mo se las gastaba la parejilla basura, y el que avisa no es traidor. Desde aqu¨ª te lo digo, Zapatero: ?no es posible que la familia socialista se pelee a muerte, pero sin que los votantes nos enteremos? Porque en vez de la familia socialista parece la del alcalde de Marbella. Por cierto, la jefa socialista del Ayuntamiento marbell¨ª comi¨® con la ex del alcalde, y luego declar¨®: "Las mujeres socialistas estamos con Mayte Zald¨ªvar, que ha sido humillada (delante de la Virgen del Roc¨ªo)". ?Las mujeres socialistas! Qu¨¦ fuerte. Si Dolores Ib¨¢rruri levantara la cabeza. Y luego dicen que no bebamos.
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