Batalla campal a orillas del Manzanares
La polic¨ªa se vio obligada a cargar con contundencia antes del partido contra los grupos ultras
Los seguidores del Madrid desembocaban en el Calder¨®n caminando por el paseo de los Melanc¨®licos, provenientes de la Plaza Mayor, y los polic¨ªas antidisturbios decidieron dividir el estadio en dos partes incomunicadas. Cerca de 150 agentes trazaron un cord¨®n humano que dibujaba una frontera entre los 400 fan¨¢ticos blancos y la afici¨®n rojiblanca. Poco a poco los radicales atl¨¦ticos se empezaron a agolpar contra los antidisturbios al tiempo que lanzaban c¨¢nticos ofensivos en alusi¨®n al equipo madridista. Pero no s¨®lo gritaban. Comenzaron los incidentes y la polic¨ªa empez¨® a remover las porras y a cargarse al hombro los fusiles lanzapelotas.
Entonces, como en un abanico, los aficionados se dividieron en dos. Una parte se repleg¨® contra las paredes protectoras del estadio y otra, la de los seguidores m¨¢s j¨®venes y fan¨¢ticos, se abri¨® hacia las callejuelas adyacentes. En esa primera carga un hombre recibi¨® varias patadas y porrazos de la polic¨ªa por no moverse con la suficiente rapidez. Pero si el flanco pegado a los muros del Calder¨®n se apag¨® m¨¢s o menos pronto, s¨®lo con alguna ni?a llorosa y alg¨²n se?or magullado como bagaje de la aventura, el otro comenz¨® a plantear a la polic¨ªa un verdadero problema de guerrilla urbana.
Volaron las bengalas de humo rosado, las botellas de cristal, los vasos de litro llenos de l¨ªquido marr¨®n. Rodaron los contenedores de basura cegando los callejones mientras los operadores del ayuntamiento posaban las escobas en el suelo y esperaban a que escampara. A que escampara la lluvia, sucia, pegajosa, y a que escampara el aluvi¨®n de objetos.
Incluso los tenderetes desde los que algunas radios retransmit¨ªan sus programas se convirtieron en escenarios de la batalla. Los hinchas m¨¢s fan¨¢ticos se metieron detr¨¢s de los stands y la polic¨ªa carg¨® contra ellos, seguidores radicales del Atl¨¦tico. Dispararon pelotas de goma ante la provocaci¨®n de los exaltados, que lanzaron hasta trozos de ladrillos a las Fuerzas de Seguridad.
Cerca de all¨ª, una chica de unos 16 a?os permanec¨ªa ca¨ªda en el suelo, presa de un ataque de histeria. Se tocaba la espinilla derecha. Y lloraba. La hab¨ªan alcanzado con una pelota de goma lanzada a presi¨®n. Un hombre se tocaba el costado y caminaba doblado mascullando insultos: "Me han dado una buena". Las cargas policiales se repitieron con bastante intensidad durante cerca de una hora.
Cuando a¨²n quedaba una hora para que comenzase el encuentro, los hinchas blancos entraron al recinto del Manzanares. En ese momento un espeso humo negro flot¨® por las calles pr¨®ximas al estadio. Los radicales hab¨ªan quemado un contenedor de basura que un cami¨®n de bomberos apag¨® sin que hubiese mayores consecuencias. No hubo detenidos. La batalla anterior al partido se sald¨® con 24 aficionados y tres polic¨ªas atendidos por diversas contusiones. Tres de los heridos fueron examinados en el Hospital Cl¨ªnico.
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