Los edictos de unos cl¨¦rigos ancianos irritan a los j¨®venes
La Asociaci¨®n Isl¨¢mica, una organizaci¨®n nacional de estudiantes, no es exactamente lo que su nombre sugiere. "Ninguna organizaci¨®n puede funcionar en este pa¨ªs sin poner la palabra 'isl¨¢mica' en su nombre", se?ala un l¨ªder local de la asociaci¨®n antes de abrir un debate sobre el desmantelamiento de la teocracia establecida por la revoluci¨®n isl¨¢mica de 1979.
La tensi¨®n con que el Ir¨¢n oficial desprecia el tipo de sociedad en la que la mayor¨ªa de iran¨ªes quiere vivir traspasa todos los aspectos de la vida y se transforma frecuentemente en violencia. El ¨²ltimo estallido se ha producido en el centro de Teher¨¢n durante casi una semana, con violentos enfrentamientos nocturnos entre quienes piden m¨¢s libertad y quienes se empe?an en apoyar al Gobierno.
Bajo las protestas subyace la cuesti¨®n de cu¨¢nto tiempo podr¨¢ un grupo de cl¨¦rigos ancianos imponer su visi¨®n del Estado isl¨¢mico a un pa¨ªs en el que el 70% de la poblaci¨®n tiene menos de 30 a?os. Mientras algunos iran¨ªes a¨²n creen en su teocracia, la mayor¨ªa quiere una transformaci¨®n radical. No quiere que alguien le diga qu¨¦ pensar, qu¨¦ vestir, qu¨¦ leer, qu¨¦ ver en la televisi¨®n y c¨®mo comportarse, y se siente frustrada con el lent¨ªsimo ritmo de los cambios.
Sin embargo, las manifestaciones no suponen una amenaza seria para los mul¨¢s, ya que los opositores carecen de una figura unificadora o de una organizaci¨®n que traduzca sus demandas en presi¨®n p¨²blica. Cre¨ªan haber encontrado a su campe¨®n en Mohamed Jatam¨ª, pero las peticiones de su dimisi¨®n -junto a las gritos de "?Muerte a los mul¨¢s!"- durante las protestas mostraron lo desencantados que est¨¢n sus antiguos partidarios.
Cada d¨ªa m¨¢s radicales
"Hace seis a?os todo el mundo era partidario de una Rep¨²blica Isl¨¢mica presidida por Jatam¨ª, con cambios a favor de la libertad de expresi¨®n", declar¨® Moshen Sazegara, ex asesor del ayatol¨¢ Jomeini y periodista, poco antes de ser detenido, el domingo, junto a su hijo bajo la acusaci¨®n de incitar las protestas. "Cada d¨ªa que pasa la gente es m¨¢s radical en sus exigencias", agreg¨®. "La gente est¨¢ diciendo que hay que cambiar todo".
Pero no hay visi¨®n colectiva ni alternativa viable. "El problema con las reformas es que los iran¨ªes saben lo que no quieren, pero no saben lo que quieren", dijo Mohamed, un estudiante de 24 a?os. Muchos de los estudiantes entrevistados no quisieron dar sus apellidos por miedo a represalias.
M¨¢s que nada, la gente joven quiere que el Gobierno deje de interferir en sus vidas. Faruda, estudiante de matem¨¢ticas en una universidad de Isfahan, recibi¨® el mes pasado la orden de presentarse ante el comit¨¦ de moralidad del centro. "Me dijeron que hablaba demasiado con los hombres", dijo, y tambi¨¦n que su forma de vestir era imp¨²dica. Recibi¨® una reprimenda y fue obligada a recitar versos del Cor¨¢n sobre el vestido adecuado de la mujer. "Me limit¨¦ a escuchar; no se puede discutir, porque se trata del Cor¨¢n", dijo. Los hombres tienen problemas similares.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.