Maquiavelo y Camps

Francisco Camps afronta hoy el debate de investidura m¨¢s c¨®modo que habr¨¢ tenido candidato alguno a la Presidencia de la Generalitat, desde que Joan Lerma tomara posesi¨®n de su cargo all¨¢ por 1983. Cuenta con una s¨®lida mayor¨ªa absoluta y enfrente un l¨ªder de la oposici¨®n desarmado tras la rebeli¨®n protagonizada ayer por un grupo de concejales socialistas en Alicante. En consecuencia, los problemas -si hay tales- vendr¨¢n derivados m¨¢s de la tensi¨®n y los equilibrios que tendr¨¢ que hacer entre lo viejo y lo nuevo en la composici¨®n de su futuro gobierno que de los inconvenientes que le presente el partido socialista. L'Entesa es otra cosa.

El pasado domingo este peri¨®dico publicaba un extenso art¨ªculo en el que el escritor mejicano Carlos Fuentes reflexionaba sobre la historia reciente de los gobiernos de su pa¨ªs a la luz del pensamiento de Nicol¨¢s Maquiavelo. Reflexiones que son perfectamente trasladables a la situaci¨®n que, a partir de hoy, vivir¨¢ el futuro presidente de la Generalitat. El pensador florentino distingue entre "principados nuevos" y "principados hereditarios". Del nuevo pr¨ªncipe dice que, por el simple hecho de su novedad, porque rompe una tradici¨®n, porque agita las agua, se enfrenta a una serie de problemas que no padece el pr¨ªncipe heredero. El nuevo pr¨ªncipe -sigue Fuentes citando a Maquiavelo- cuenta con la enemistad del viejo orden, no puede satisfacer a todos sus amigos, sus primeras acciones se reciben con escepticismo, cuando no con incredulidad. Y su primer error es siempre su primer gobierno.

La cuesti¨®n que se suscita, hoy, ahora y aqu¨ª, es saber si Camps es un pr¨ªncipe nuevo, un pr¨ªncipe hereditario o una suma de los dos. Aparentemente es esto ¨²ltimo: recibe el t¨ªtulo de manos de Eduardo Zaplana, pero a la vez es un rostro nuevo para los ciudadanos. El dilema inmediato de Camps ser¨¢, pues, realizar un gobierno que quede claro que es suyo -nuevo-, pero que le evite los riesgos descritos por el florentino. Una mezcla de renovaci¨®n y continuidad podr¨ªa orillar el peligro. Pero la renovaci¨®n para ser cre¨ªble debe tener ojos y caras propias del nuevo pr¨ªncipe y, adem¨¢s, ocupar parcelas de responsabilidad importantes. No valen los suced¨¢neos porque s¨®lo se visualizar¨ªa el continuismo y lo nuevo devendr¨ªa de inmediato en hereditario, que es mala cosa para Camps. Maquiavelo tambi¨¦n parece tener una respuesta.

El florentino recomienda al pr¨ªncipe, ante su gobierno, o¨ªr y decir la verdad sin temor de ofender; pero siempre que elija a consejeros sabios y les otorgue libre arbitrio en funci¨®n de la demostrada o demostrable inteligencia de cada cual. En todo caso -sigo a Carlos Fuentes- le dice Nicol¨¢s Maquiavelo a Francisco Camps, el pr¨ªncipe debe ser origen de los buenos consejos, no los buenos consejos origen del pr¨ªncipe. Le es m¨¢s f¨¢cil al nuevo pr¨ªncipe oponerse a los grandes, que son pocos, que al pueblo. Por lo tanto, el pueblo requiere un pr¨ªncipe sabio que sepa fundar su gobierno en lo que es suyo y no en lo que es de otros. Y el pueblo ser¨¢ suyo, concluye Maquiavelo, si entiende que el pueblo amigo es el ¨²nico remedio cuando, inevitablemente, el gobernante cae en la adversidad.

Ni escrito adrede para hoy.