La soga del violador
Un hombre viola a una vecina y se suicida tras exigirle que le ayudase a preparar la horca
Un hombre de 48 a?os, Juan Pazos Lago, secuestr¨® y viol¨® a una vecina de 34, J. C. C. y despu¨¦s de retenerla unas 15 horas, se ahorc¨® en su presencia tras exigirle que le ayudase a trenzar la cuerda con la que acab¨® su vida. Los hechos ocurrieron en Dumbr¨ªa, un Ayuntamiento del interior de la Costa da Morte. La pesadilla de la mujer comenz¨® hacia las dos de la tarde del pasado domingo, mientras guardaba un reba?o de ovejas en un monte de la aldea de Paradela. El hombre la secuestr¨® con la amenaza de un cuchillo y de su gran corpulencia, la at¨® a un ¨¢rbol y la viol¨®.
Los habitantes de las aldeas cercanas, alarmados porque las ovejas y los perros de J. C. C. regresaron solos a casa, rastrearon los montes sin resultado la tarde del domingo hasta que la noche y la niebla les impidieron seguir la b¨²squeda. "?l conoc¨ªa muy bien la zona, y hay sitios en que los matorrales son m¨¢s altos que un hombre", relat¨® ayer Juan Carlos Iglesias, que particip¨® en la busca de la mujer. En el lugar donde al d¨ªa siguiente hallaron el cad¨¢ver de Pazos s¨®lo vieron el sombrero de la mujer, un saco y un lugar donde la hierba estaba aplastada.
El agresor hab¨ªa sido condenado a 13 a?os de c¨¢rcel por agredir a una sobrina
En aquellos momentos, muchos vecinos ya sospechaban de Pazos, por sus antecedentes. Emigrante en el Pa¨ªs Vasco y en Suiza, hab¨ªa vuelto a su aldea hace diez a?os, y entonces hab¨ªa violado a una sobrina suya, menor de edad, despu¨¦s de atar al abuelo, y lo hab¨ªa intentado con otra. A partir de ah¨ª acumul¨® cinco detenciones por robos y agresiones sexuales, y sembr¨® el terror entre sus vecinos hasta que en enero de 1994 fue condenado a 13 a?os por la primera violaci¨®n. Ahora, hac¨ªa apenas un a?o que estaba en libertad, pero no hab¨ªa vuelto a Caforra, su lugar de nacimiento, sino que resid¨ªa en un piso en la cercana Corcubi¨®n.
"Yo no dej¨¦ que mi marido fuese a buscarla. Ten¨ªa miedo de quedarme sola por la noche, porque aquella otra vez [cuando hab¨ªa violado a su sobrina] hab¨ªa estado comiendo unas manzanas al lado de casa", asegura Carmen Santos, una vecina de la aldea de Alvarellos al revivir lo ocurrido este fin de semana. Fue precisamente a la casa de Carmen, conocida all¨ª como Xaquina, a la que se dirigi¨® J.C.C. cuando recuper¨® su libertad, pasadas las siete de la ma?ana del lunes.
"Estaba mojada y muy alterada. Le dije que entrara y le hice un caf¨¦", recordaba Xaquina ayer. "Me cont¨® todo lo que hab¨ªa pasado, c¨®mo hab¨ªa o¨ªdo los gritos de los que la buscaban, y como ¨¦l la amenazaba con un cuchillo para que no gritara. Y que el peor momento hab¨ªa sido ver c¨®mo se colgaba", a?ade. Ocurri¨® en un peque?o robledal, propiedad de un cu?ado de Pazos, cercano a Caforra, junto al r¨ªo que baja del monte y cuyo curso siguieron v¨ªctima y verdugo al recorrer unos dos kil¨®metros desde el lugar del secuestro. Cercado por una peque?a pared de piedra, es un lugar abrigado de miradas en el que ayer no hab¨ªa m¨¢s se?ales de violencia que unas hilachas de rafia en una gruesa rama y el envoltorio de unos guantes profil¨¢cticos en el suelo.
All¨ª, J. C. C. pens¨® que ser¨ªa el ¨²ltimo amanecer de su vida. ?l comenz¨® a preparar una cuerda con unos sacos de rafia y unas cortinas que llevaba, y le pidi¨® a su v¨ªctima que le ayudara a trenzar la soga. "Si me vas a colgar, hazlo en un sitio en el que mi gente me pueda encontrar", le rog¨® ella. "Ay¨²dame. El que se va a colgar soy yo. Despu¨¦s puedes irte", le respondi¨® ¨¦l. Ayer J.C.C. segu¨ªa siendo atendida en el hospital Virxe da Xunqueira de Cee.
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