Constituci¨®n europea: s¨ª, pero
Hoy se abre en Sal¨®nica la reuni¨®n de jefes de Estado y Gobierno que pone fin a la presidencia griega de la Uni¨®n con la presentaci¨®n de un proyecto de Constituci¨®n Europea. Se coloca sobre la mesa del Consejo Europeo el producto de 16 meses de debates entre representantes de los gobiernos, de la Comisi¨®n, de los parlamentos nacionales y del Parlamento Europeo, durante los cuales el protagonismo espa?ol ha sido muy significativo.
No debe resultar chocante, por tanto, que el Gobierno de Espa?a y las dos principales fuerzas pol¨ªticas de nuestro pa¨ªs coincidan en valorar de manera b¨¢sicamente positiva el resultado de la convenci¨®n convocada para presentar propuestas de reformas de los Tratados.
En efecto, a lo largo de su articulado se constitucionalizan propuestas que tienen mucho que ver con aportaciones espa?olas desde nuestra adhesi¨®n hasta el presente momento.
Por citar s¨®lo algunos de los ejemplos m¨¢s significativos, se empieza por declarar la doble voluntad sobre la que se sustenta la legitimidad de la Constituci¨®n: ciudadanos y Estados. Es decir, a la par que se consolida el concepto de ciudadan¨ªa europea se supera la obsoleta referencia a los "pueblos de Europa" en la que algunos nacionalismos sustentaban sus aspiraciones de superaci¨®n del marco estatal. Y para que no queden dudas, se garantiza la integridad territorial de los Estados miembros, lo que inconstitucionalizar¨ªa tambi¨¦n en el contexto europeo algunas propuestas que recientemente se han sometido a debate en Espa?a.
El marco econ¨®mico (estabilidad de precios, saneamiento de las haciendas p¨²blicas y de las condiciones monetarias, estabilidad de la balanza de pagos, contenci¨®n del d¨¦ficit) y social (con la fijaci¨®n del objetivo del pleno empleo) tiene mucho que ver con las pol¨ªticas desarrolladas en Espa?a durante los ¨²ltimos a?os producto del consenso social, que nos han permitido cumplir con los criterios de convergencia, abri¨¦ndonos las puertas del euro.
Y, desde luego, la configuraci¨®n del espacio europeo de libertad, seguridad y justicia, y m¨¢s concretamente la lucha contra el terrorismo, elevan al m¨¢s alto rango jur¨ªdico aportaciones fundamentalmente espa?olas, cuyo esp¨ªritu puede simbolizar la "cl¨¢usula de solidaridad", en caso de que un Estado miembro sea objeto del terrorismo.
Incluso en los principios en los que se sostiene la distribuci¨®n de competencias entre las distintas instituciones, creo que todos podr¨ªamos suscribir la necesidad de ampliar los poderes del Parlamento Europeo, reservar un papel para los parlamentos nacionales, reforzar a la Comisi¨®n Europea y dotar al Consejo de mayor eficacia, lo que exige una presidencia estable (prevaleci¨® la llamada propuesta ABC: Aznar, Blair, Chirac).
Pero, despu¨¦s de los parabienes y felicitaciones, pr¨¢cticamente todos los representantes de los Gobiernos nacionales ponen un pero. Fundamentalmente, en la distribuci¨®n de poder, por propia naturaleza espacio reservado al acuerdo entre Gobiernos.
Giscard d'Estaing, acaso atendiendo m¨¢s a consideraciones internas francesas que al inter¨¦s general, consigui¨® imponer su propuesta de alterar el acuerdo que los actuales 15 Estados miembros alcanzaron en Niza (que ¨¦l con ligereza calific¨® de "trapicheo"). Lo cierto es que ese equilibrio de poderes es el que se est¨¢ sometiendo a consideraci¨®n a m¨¢s de cien millones de ciudadanos, nacionales de los 10 pa¨ªses que aspiran a integrarse a partir de mayo de 2004. Y cuando se incorporen, tendr¨ªamos que decirle que aquello que refrendaron ya no vale.
Ahora se abre la fase decisiva, la de la toma de decisi¨®n en el marco de la Conferencia Intergubernamental.
A riesgo de ser simplista, dir¨ªa que resta por decidir sobre todo el peso de cada uno, confront¨¢ndose leg¨ªtimos intereses nacionales.
Ser¨ªa aconsejable que las principales fuerzas pol¨ªticas de nuestro pa¨ªs consensu¨¢ramos posiciones y uni¨¦ramos energ¨ªas en torno al Gobierno de Espa?a. Y como ha pedido anteayer la ministra de Asuntos Exteriores, colaboremos para someter a refer¨¦ndum el 13 de junio de 2004 una Constituci¨®n con la que pudi¨¦ramos identificarnos como espa?oles y europeos.
La actual generaci¨®n de dirigentes europeos habr¨ªa as¨ª creado una moneda com¨²n, reunificado Europa y elaborado una Constituci¨®n para m¨¢s de 450 millones de ciudadanos. Para faltar ambici¨®n en la integraci¨®n europea, como dice alguno, no est¨¢ mal.
Gerardo Galeote es portavoz del Grupo Popular Europeo.
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