"Los maestros marcan mucho el destino de las personas"
El fil¨®logo, hijo y hermano de fil¨®logos Jos¨¦ Manuel Blecua Perdices (Zaragoza, 1939) entr¨® ayer en la Real Academia Espa?ola, de la que es miembro correspondiente desde hace casi 20 a?os. Presentaron su candidatura su maestro Mart¨ªn de Riquer, el tambi¨¦n fil¨®logo Ignacio Bosque y el novelista Luis Mateo D¨ªez. Blecua ocupar¨¢ el sill¨®n h, vacante tras la muerte de Emilio Lorenzo. Catedr¨¢tico de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, hombre inteligente y entra?able, Blecua ha sido profesor en diversas universidades extranjeras y director acad¨¦mico del Instituto Cervantes; colabor¨® con J. Alcina en la Gram¨¢tica espa?ola y dirigi¨® el Diccionario general de sin¨®nimos y ant¨®nimos.
Hijo del maestro de fil¨®logos Jos¨¦ Manuel Blecua Teijeiro, fallecido el pasado mes de marzo en Barcelona, cuenta que tuvo la suerte de conocer a maestros como Francisco Yndur¨¢in, Rafael Lapesa, Mart¨ªn de Riquer o Antonio Badia. "Los maestros marcan mucho el destino de una persona", afirma en esta entrevista, realizada ayer por tel¨¦fono desde Barcelona.
"El Diccionario Hist¨®rico, el DRAE... Ir¨¦ donde manden. Voy de pe¨®n de trabajo"
"Mi padre era acad¨¦mico de honor y le habr¨ªa hecho ilusi¨®n. Lo hablamos mucho"
Pregunta. ?Contento?
Respuesta. Mucho. No es para estar descontento. Es un honor muy grande, sobre todo por lo inesperado.
P. ?Pero si lleva en la casa muchos a?os!
R. S¨ª, desde 1984 soy miembro correspondiente.
P. ?Y cu¨¢ntos m¨¢s lo son?
R. Pues es dif¨ªcil calcularlo, creo que unos 80 o 90; hay unos 50 hispanistas de todo el mundo, y unos 40 espa?oles, pero, como no todos trabajamos juntos, es dif¨ªcil saberlo con certeza.
P. Supongo que le gustar¨¢ que le haya apadrinado su maestro Mart¨ªn de Riquer.
R. Ah, s¨ª, es un honor inmenso, le quiero much¨ªsimo. El jueves presentamos su biograf¨ªa aqu¨ª en Barcelona. Era un profesor deslumbrante, que nos hizo ver la literatura de una forma muy distinta: la literatura vivida, investigada de primera mano, la filolog¨ªa en el sentido m¨¢s noble. Recuerdo su curso sobre el Quijote, ?qu¨¦ placer! Y adem¨¢s nos ense?aba lenguas: provenzal, franc¨¦s antiguo... En aquella ¨¦poca era todo m¨¢s familiar, s¨®lo hab¨ªa 15 o 20 profesores... Tengo tambi¨¦n muy buen recuerdo de Yndur¨¢in en Zaragoza, era muy fino; de Lapesa, en Madrid... Los maestros marcan mucho el destino de las personas.
P. Castilla del Pino suele decir que su pena es haber pertenecido a una generaci¨®n sin maestros.
R. S¨ª, eso se ve bien en sus memorias. Los maestros son cruciales desde primaria.
P. Y usted ten¨ªa a su padre, el gran maestro, en casa...
R. S¨ª, pero no s¨®lo, lo ten¨ªamos tambi¨¦n en el instituto, en el pasillo... Lleg¨® a la Universidad ya muy mayor, pero m¨¢s que nada era el ambiente, los disc¨ªpulos del pap¨¢, y los amigos, L¨¢zaro, Monge, Alvar, esa gente que ense?aba en el instituto y te quedabas admirado escuch¨¢ndolos. Pero, en contra de lo que la gente piensa, fue a los 80 a?os cuando m¨¢s nos ayudaba. "Tengo que dar una conferencia". "Ah, pues ser¨ªa conveniente que leyeras esto, y esto, y esto". Ten¨ªa una gran memoria a largo plazo, recordaba poemas enteros, trozos de prosa; s¨®lo hab¨ªa perdido la memoria del corto plazo.
P. ?Lleg¨® a saber que iba a ser usted acad¨¦mico?
R. Pues f¨ªjese que no se enter¨® por unos d¨ªas. Fue una pena. ?l era acad¨¦mico de honor, y le habr¨ªa hecho ilusi¨®n. Lo hablamos muchas veces en casa.
P. As¨ª que lo suyo con la filolog¨ªa ten¨ªa dif¨ªcil escapatoria.
R. S¨ª, mi hermano y yo tuvimos que sacar la oposici¨®n para ense?ar en el instituto, mi padre se empe?¨®. Entonces en la Universidad se cobraban 600 pesetas, no daba ni para bromas ni hab¨ªa c¨¢tedras de lengua espa?ola. Pero el instituto era estupendo: es muy hermoso ense?ar en secundaria. Una secundaria buena forma a la gente para poder ejercer y seguir adquiriendo conocimientos; s¨®lo con la universidad no nos llega, y menos con este mundo que cambia tan r¨¢pido.
P. ?Los ordenadores han revolucionado la filolog¨ªa?
R. ?Y los m¨®viles! ?Qui¨¦n iba a decir que escribir¨ªamos cartas por tel¨¦fono? Con Internet accedes a toda la bibliograf¨ªa en un segundo. Y los CD ROM permiten buscar una palabra por todo el Quijote en menos de un segundo. No hay humano capaz de recordar el Quijote entero. Pero hoy hacemos muchas cosas que hace 15 a?os no se pod¨ªan hacer. La filolog¨ªa es una ciencia compleja muy capaz de absorber nuevos avances. Igual que absorbi¨® el positivismo o el estructuralismo, ahora absorbe todos esos avances, y esas jergas misteriosas, como la del SMS. El mundo de las letras ha dejado de estar al margen del de las ciencias, lo experimental est¨¢ en unas fronteras muy borrosas, y todo eso hace este trabajo m¨¢s juvenil y apasionante. Es una ¨¦poca magn¨ªfica para investigar.
P. ?Y cu¨¢les son los retos?
R. Crear estructuras de las bases de datos que permitan analizar el l¨¦xico en profundidad, dibujar el atlas de la lengua espa?ola. Desde Chicago a la Tierra de Fuego hay espa?ol, y eso es mucho espa?ol. Hay muchos datos, lo dif¨ªcil es relacionarlos bien.
P. Entonces lo importante no es el ordenador, sino la cabeza.
R. Claro, los problemas intelectuales m¨¢s bonitos son esos, qu¨¦ hacer con ese conjunto de datos tan enorme. No se trata de saber manejar el ordenador, sino de mantener la capacidad cr¨ªtica ante los datos, ver qu¨¦ falta y qu¨¦ sobra: con un l¨¢piz y una mesa de comedor vale.
P. ?Qu¨¦ cree que le pedir¨¢n en la Academia?
R. He estado preparando materiales para la Gram¨¢tica que dirige Bosque, cosas de fon¨¦tica y fonolog¨ªa, y luego har¨¦ lo que me manden. Imagino que me tocar¨¢ una comisi¨®n del Diccionario Hist¨®rico, o del DRAE, pero ir¨¦ donde me pongan. Voy de pe¨®n de trabajo.
P. ?Qu¨¦ opina del Diccionario?
R. Todos los diccionarios proceden de otros antiguos. El Moliner, el Cuervo, y los dem¨¢s. El de la Academia, al ser acumulativo y no de nueva planta, arrastra su propia historia. Es un resumen en un volumen de los seis que formaban el de Autoridades de 1726. Esa transformaci¨®n cre¨® un modelo lexicogr¨¢fico: era m¨¢s manejable y m¨¢s barato, lo que necesitaba la sociedad. Sobre ese cambio tratar¨¦ de hablar en mi discurso de ingreso. Ahora van ya m¨¢s de 20 ediciones, as¨ª que imag¨ªnese. El Diccionario debe reflejar la enorme expansi¨®n de la lengua espa?ola desde el boom latinoamericano, pero tambi¨¦n cumplir con exactitud para lectores varios, juristas, fil¨®sofos, fil¨®logos... Como cumplir con todos es muy dif¨ªcil, lo mejor es pensar que es s¨®lo un modelo, no la totalidad de una lengua. Y no asustarse si algo no viene. Hay demasiado respeto a la autoridad del DRAE. La innovaci¨®n tiene que ser constante, porque lo que innova la lengua es la vida, y la vida innova cada d¨ªa. Pero la gente debe tomar decisiones. Si algo no est¨¢ pero lo utilizan Garc¨ªa M¨¢rquez y Vargas Llosa, ¨²senlo sin miedo. Todo el mundo sabe de lengua. Cualquiera dice "?Qu¨¦ bien habla ese se?or!". Y eso no es nada nuevo: los griegos ya sab¨ªan. Se trata de mezclar las palabras nuevas y las viejas (que dec¨ªa Nebrija) con rigor, exactitud, un poco de casticismo... ?Y sin decir "haiga" ni "me se"!
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