Irreal Madrid
La incorporaci¨®n de David Beckham al Real Madrid, que ayer logr¨® su 29? t¨ªtulo de Liga, inaugura, definitivamente, la ¨¦poca del f¨²tbol en versi¨®n Disney que antes s¨®lo conoci¨® Gran Breta?a con el Manchester United. A finales de 2001, el presidente Florentino P¨¦rez anticip¨® lo que iba a ser su club: "El Real Madrid", dijo, "es como Walt Disney, pero todav¨ªa sin explotar". La explotaci¨®n en clave de Disneylandia empez¨® con Figo y ha seguido despu¨¦s con Zidane y Ronaldo hasta culminar con el nuevo jugador ingl¨¦s. Todos ellos fueron considerados cracks del f¨²tbol, pero ahora han pasado a convertirse en "estrellas". El f¨²tbol ha saltado a la ¨®rbita del star system. Ahora no se trata s¨®lo de jugar al f¨²tbol, sino de jugar tambi¨¦n a la Bolsa, y as¨ª el Manchester ha mostrado con el ascenso y descenso de sus cotizaciones en Londres hasta qu¨¦ punto la met¨¢fora se funde con lo real.
Estados Unidos a trav¨¦s de la NBA fue el primer pa¨ªs que desarroll¨® la explotaci¨®n de la formidable riqueza que representa la pasi¨®n deportiva. Aunque los clubes no pueden olvidar ya su condici¨®n de sociedades mercantiles, no son nunca empresas en sentido estricto. Al contrario de aqu¨¦llas, los malos resultados (econ¨®micos o deportivos) no afectan proporcionalmente la adhesi¨®n de los accionistas. Los hinchas ya no son ¨²nicamente locales, y en ellos no act¨²an los antiguos factores, sino una adhesi¨®n equivalente a la que despiertan los ¨ªdolos del rock. No se sigue al Real Madrid o al Manchester por ser de una u otra ciudad, ni siquiera por pertenecer al mismo pa¨ªs, sino por haberse entregado a su fascinaci¨®n como un admirador planetario que compra tanto camisetas, ceniceros, radios o caf¨¦ porque lleva esa marca.
El f¨²tbol es progresivamente cultura pop, asimilable a las llamadas de los grandes conciertos y celebrado por seguidores de todas las partes del mundo. En ese universo, la figura de Beckham se ha hecho capital. Doblemente: se ha hecho un capital seguro para el marketing y se ha hecho capital en la apariencia del espect¨¢culo. Por encima del resto de los jugadores, Beckham es un icono que gracias a las mujeres, asi¨¢ticas o no, multiplica por dos la cantidad de p¨²blico. No parece, adem¨¢s, una casualidad, dentro del pop, que su pareja sea una antigua spice girl, ni tampoco que se depile, pinte sus u?as o cambie de peinado al modo de la actual cultura gay, donde tambi¨¦n disfruta de audiencia extraordinaria.
Al inter¨¦s deportivo Beckham a?ade el punto m¨¢s sexy y junto a los stars del Real Madrid redondea la oferta del espect¨¢culo global. Ganar o perder un partido sigue siendo importante, pero trascendiendo la esclavitud del resultado se ha creado un Madrid fant¨¢stico, transreal, que sigue los pasos de Disneylandia.
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