No hubo final feliz

No hubo final feliz. En la sesi¨®n de control de ayer, la ¨²ltima de Jordi Pujol ante el pleno del Parlament, hubo una excelente predisposici¨®n por parte de Josep Llu¨ªs Carod, Rafael Rib¨® y Alberto Fern¨¢ndez D¨ªaz. Los tres oficiaron de buenos chicos. Y, qui¨¦n lo iba a decir, a Pasqual Maragall le toc¨® el papel de alumno d¨ªscolo. En la despedida del presidente, el l¨ªder socialista decidi¨® actuar de oposici¨®n incisiva, esa que tanto escasea. Le ech¨® en cara a Pujol lo que m¨¢s le duele: no reformar el Estatut y haber dado luz verde al trasvase del Ebro, fruto del pacto con el PP .

El memorial lleg¨® el d¨ªa que sus compa?eros de oposici¨®n se hab¨ªan vestido con galas de fiesta de graduaci¨®n, dispuestos a hacer las paces con ese disciplinado director con vocaci¨®n de estadista sin Estado, a un Pujol que le gusta m¨¢s hablar de geopol¨ªtica que de viviendas de alquiler. Pero ello no impidi¨® que el presidente aplicara su ¨²ltimo correctivo al d¨ªscolo Maragall: tach¨® a los socialistas de "in¨²tiles" por haber sido incapaces de levantar una alternativa a CiU. Un final imprevisiblemente abrupto.