Lo que nos quita el sue?o

Soy inmigrante. Pero resulta que mi piel blanca y pelo rubio me protegen contra los tratos denigrantes, los insultos oficiales y los frecuent¨ªsimos controles por parte de la polic¨ªa que padecen otros como yo.

A veces, sin embargo, no consigo dormirme por la noche pensando en los pobres desesperados que, mientras yo estoy tan c¨®modo en la cama, se lo est¨¢n jugando todo, lanz¨¢ndose en una patera destartalada hacia la human¨ªsima Europa que se est¨¢ construyendo: un continente donde les espera, en el mejor de los casos, una vida que ning¨²n europeo considerar¨ªa digna; donde muchos gobernantes juzgan prudente fomentar en sus declaraciones la xenofobia de los ciudadanos, y donde s¨®lo unos pocos se dan cuenta de que el fin de tales declaraciones no es otra cosa que el de desviar el malestar de las personas hacia una imaginaria amenaza exterior.

Tambi¨¦n soy ciudadano de Europa, y como tal me alegr¨¦ mucho esta semana de escuchar a la ministra de Asuntos Exteriores espa?ola afirmar que "a los ciudadanos europeos lo que les quita el sue?o es la inmigraci¨®n". Efectivamente, qu¨¦ bien lo adivin¨®, es exactamente lo que me pasa a m¨ª. Ahora bien, hay quien dice que la se?ora ministra quer¨ªa decir otra cosa, y que, seg¨²n ella, la principal causa de insomnio en Europa es un miedo hist¨¦rico a los m¨¢s desfavorecidos de este mundo. Pero no me puedo creer que una se?ora tan civilizada como Ana Palacio tenga la malicia de atribuir sentimientos tan odiosos a los ciudadanos a los que representa.