La onda expansiva de Bridget Riley
Fui a ver a Bridget Riley en una perfecta ma?ana de comienzos de primavera. El sol entraba a raudales por las ventanas de su alta y elegante casa del oeste de Londres, reflej¨¢ndose en las escaleras pintadas de blanco. Y, planta tras planta, result¨® no ser una casa, sino un taller. En lo que alguna vez debi¨® de ser la sala principal, una de sus ayudantes se afanaba en dise?ar un nuevo cuadro de gran tama?o, posado en horizontal sobre una enorme mesa, que es como se pintan todos sus cuadros. Ya desde el principio decidi¨® que las pinceladas no a?ad¨ªan nada a la forma y al color de su arte. Y "para ser lo m¨¢s extremista posible", la mejor forma de dejarlo claro era hacer que otra persona pintara el cuadro definitivo. Evidentemente, ella considera que ser lo m¨¢s extremista posible es una virtud.
"Me impuse copiar un paisaje de Seurat y result¨® ser un enorme paso adelante. De nuevo consegu¨ª seguir un patr¨®n de pensamiento creativo"
"He tenido compa?eros imaginarios: los grandes pintores franceses"
A sus 72 a?os, Bridget Riley es una artista en la cresta de un resurgimiento extraordinario. Caus¨® una repentina sensaci¨®n en los a?os sesenta, al ser la primera artista brit¨¢nica que obten¨ªa el Premio Internacional en la Bienal de Venecia. Desde entonces ha habido periodos en los que su trabajo ha perdido actualidad, pero la galer¨ªa Tate Britain ha decidido dedicarle una gran retrospectiva. No hay nada parecido a sus pinturas en el arte brit¨¢nico; y aunque ha habido otros artistas con los que ha sido incluida en ese movimiento inconexo denominado Op Art, lo cierto es que tampoco hab¨ªa nadie que se pareciera a ella en el extranjero. En sus cuadros, los elementos aparentemente inertes de la geometr¨ªa -l¨ªneas, tri¨¢ngulos, c¨ªrculos, cuadrados- se vuelven extra?amente m¨®viles y casi animados. Los colores -que ella ha utilizado desde finales de los sesenta- palpitan y vibran. Cuando nos situamos frente a algunos de sus primeros cuadros -Cataract 2, de 1967, por ejemplo- es como si todo el mundo empezase a girar y a ondularse. Las obras posteriores son ¨®pticamente menos violentas, pero m¨¢s l¨ªricas. Las compuestas de lunares, realizadas a comienzos de la d¨¦cada de los noventa, parecen un equivalente -no realista- de la brillante luz que se filtra a trav¨¦s de los ¨¢rboles. Desde entonces ha producido otro grupo de complejas formas curvas que se mueven como el sol en el agua.
En los a?os sesenta copiaron su obra y la utilizaron para dise?os de bolsos y minifaldas, algo que a ella le indign¨® y le hizo enfurecer. "El secuestro de mis obras para ponerlas en prendas de vestir y en otros complementos me molest¨® much¨ªsimo, y es algo contra lo que he luchado con todas mis fuerzas. Mis cuadros est¨¢n hechos para funcionar en una superficie plana, y muy especialmente a una escala determinada. Este aspecto se destruye completamente cuando rodean una figura humana, y pierden por completo el sentido". Pero de una forma u otra, su obra se hizo emblem¨¢tica de una era. Las fotograf¨ªas de esa ¨¦poca muestran a una mujer llamativa y hermosa. Por aquel entonces parec¨ªa una versi¨®n diminuta de la actriz francesa Fanny Ardant (Riley es muy peque?a), atractiva de una manera altamente inteligente.
Despu¨¦s, en los a?os noventa, varios j¨®venes artistas brit¨¢nicos, y otros del extranjero, redescubrieron su obra y se entusiasmaron. Uno de ellos fue Damien Hirst, pintor de unos cuadros de puntos que en opini¨®n de muchos le deben bastante a Riley. Otro fue Peter Davies, cuya obra se incluy¨® en la exposici¨®n Sensation organizada por la Royal Academy en 1997, y se expone ahora en la nueva Saatchi Gallery, ubicada en el palacio municipal de Londres.
La seriedad de Riley aflora inmediatamente en la conversaci¨®n; espec¨ªficamente en la forma en que busca el enunciado preciso, perfectamente adecuado para expresar lo que piensa. Tener las ideas claras es, en su opini¨®n, una necesidad. "No se puede encontrar un argumento firme en una idea confusa, y un argumento o base es lo que yo necesitaba si no quer¨ªa perder el tiempo".
Porque su lucha ha sido dura a veces. Durante los a?os de la guerra su educaci¨®n fue "pr¨¢cticamente inexistente durante varios a?os felices". Cuando el padre, prisionero en Singapur, volvi¨® y la enviaron a la escuela para se?oritas de Cheltenham, tuvo ocasi¨®n de pasar mucho tiempo en la sala de arte. Para consternaci¨®n de sus padres decidi¨® matricularse en Bellas Artes. Una vez all¨ª, seg¨²n explica, "comenc¨¦ a descubrir muy lentamente lo que no sab¨ªa, y lo que pod¨ªa descubrir, y a qui¨¦n pod¨ªa encontrar para que me ense?ara, algo que siempre es dif¨ªcil". A quien encontr¨® fue a Sam Rabin, que la introdujo en una tradici¨®n de dibujo que se remontaba al Par¨ªs del siglo XIX. "Fue una lecci¨®n muy importante de pensamiento estructural. Por ejemplo, Rabin preguntaba, '?qu¨¦ hace la modelo?'. Esperaba una respuesta como 'est¨¢ de pie'. Y ¨¦l volv¨ªa a preguntar '?y tu dibujo est¨¢ de pie?'. Con lo cual quer¨ªa decir, '?est¨¢n los equilibrios, la estructura y los pesos articulados?'. Era un estudio absorbente".
Su obra podr¨ªa considerarse parte de los cambiantes sesenta, y nuevamente de los punteados noventa. Pero ella deja claro que surge de la gran tradici¨®n pict¨®rica occidental que fluye a trav¨¦s de Ingres, Delacroix y los posimpresionistas. Durante varios a?os, a mediados de la d¨¦cada de los cincuenta, atraves¨® un momento sombr¨ªo, improductivo, en el que experiment¨® una grave crisis nerviosa y periodos de trabajo en una tienda y en una agencia de publicidad. Al recordar aquella ¨¦poca, piensa que el problema b¨¢sico era que no consegu¨ªa encontrar su camino como artista. "Ten¨ªa ambici¨®n, pero no sab¨ªa para qu¨¦ o de qu¨¦. Estaba tan perdida que me desesper¨¦ bastante".
Su salvador result¨® ser finalmente el gran posimpresionista Georges Seurat, maestro del puntillismo. Copi¨® un paisaje de Seurat. "Me impuse esa tarea, y result¨® ser un enorme paso adelante. De nuevo consegu¨ª seguir un patr¨®n de pensamiento creativo". En 1960, estaba en Italia intentando "pintar esa sensaci¨®n que produce una llanura en Italia en pleno verano: bajo un intenso calor, tr¨¦mulo y turbador, toda la estructura topogr¨¢fica sencillamente fragment¨¢ndose y desapareciendo". Y descubri¨® que no pod¨ªa hacerlo intentando imitar lo que ve¨ªa. "No vibraba, no resplandec¨ªa, no brillaba, y no se desmaterializaba. Y empec¨¦ a darme cuenta de que en lugar de partir de una experiencia externa, proporcionada por la naturaleza, e intentar recrearla en el lienzo, si empezaba al contrario y buscaba qu¨¦ se pod¨ªa hacer en el lienzo, a lo mejor funcionaba". ?se fue su descubrimiento clave, aunque le llev¨® m¨¢s tiempo y fracasos el conseguir que funcionara del todo. "Nunca me propuse pintar cuadros ¨®pticos, aun cuando no exist¨ªa esa denominaci¨®n. Tom¨¦ m¨¢s bien el punto de partida del ingeniero, construir a partir de l¨ªneas, c¨ªrculos y tri¨¢ngulos, del negro y el blanco -los contrastes m¨¢s simples y m¨¢s fuertes- y descubrir qu¨¦ hacen. Entonces descubr¨ª que a veces la cosas brillaban, resplandec¨ªan y se desmaterializaban, aunque mi intenci¨®n inicial no hab¨ªa sido provocar esos efectos. Surg¨ªan del dinamismo de las fuerzas visuales que yo estaba usando, y de las relaciones".
Su trabajo siempre ha sido lo primero, lo segundo y lo tercero. Una consecuencia es que -pese a las relaciones y de sus duraderas amistades con hombres- no se ha casado ni ha tenido hijos. "Siempre consider¨¦ que hab¨ªa una pregunta, una gran pregunta de alg¨²n tipo que se deb¨ªa responder -lo sent¨ªa incluso de ni?a- y que simplemente no podr¨ªa disfrutar del refugio que el matrimonio y la vida dom¨¦stica pueden proporcionar. Parec¨ªa sencillamente imposible. Supongo que pensaba que me distraer¨ªa, aunque no lo expresara".
Esa dedicaci¨®n tiene una recompensa, que Peter Davies define. "Como artista, una de las cosas que me parecen m¨¢s admirables es que ha seguido una trayectoria l¨®gica desde lo que hac¨ªa en los a?os sesenta hasta lo que hace ahora. Ha continuado haciendo algo que probablemente atraves¨® largos periodos en los que parec¨ªa pasado de moda o desfasado. Todo ese trabajo tiene una frescura extraordinaria". Aun as¨ª, ella comenta: "He tenido compa?eros imaginarios: los grandes pintores franceses". Uno tiene la sensaci¨®n de que, 40 a?os despu¨¦s de su primer ¨¦xito art¨ªstico, Seurat, Monet, Matisse y compa?¨ªa siguen siendo los amigos invisibles de la pintora en su casa llena de luz.
Traducci¨®n de News Clips.
Bridget Riley expone en la Tate Britain, Londres. Hasta el 28 de septiembre.
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