Nuevas habitaciones abiertas al tajo de Ronda

Inaugurado la ¨²ltima semana de mayo, el hotel Montelirio goza de un emplazamiento excepcional en la medina musulmana de Ronda. ?nico por su car¨¢cter, noble entre las casas nobles de la ciudad, y tambi¨¦n por sus vistas prodigiosas sobre el tajo y la vega del Guadalev¨ªn, frente a la serran¨ªa donde corrieron Tragabuches, El Tempranillo y otros bandoleros de leyenda.

El edificio, antigua residencia del conde de Montelirio, ped¨ªa a gritos una adecuaci¨®n tur¨ªstica como la que han emprendido Jos¨¦ Luis e Isaac Mariscal, llanitos de origen sefard¨ª y due?os del restaurante La Menorah, en Estepona, cuya excelencia en los fogones tiene ahora su correspondiente en el ¨¢mbito de las s¨¢banas.

?Y qu¨¦ si la calle en que se encuentra el hotel es estrecha y no permite el estacionamiento en toda la zona...? Los Mariscal en persona, o alguien de la propia casa, toman las riendas del veh¨ªculo para guardarlo en un aparcamiento concertado, sin apenas molestia para el reci¨¦n llegado. Con s¨®lo indicar a qu¨¦ hora se piensa salir, el hu¨¦sped volver¨¢ a disponer de ¨¦l frente a la puerta del hotel.

Patio de luces

La vida en su interior discurre esencialmente entre las columnas y macetas de un patio de luces bajo una estructura trasl¨²cida que deja pasar la luz del mediod¨ªa y enciende el umbral de las habitaciones. Inigualables por sus vistas al tajo la 101, la 102 y la suite Ronda, en la primera planta. O las suites Granada y Marbella, en la segunda. Todas atildadas por una evocadora rusticidad inglesa con apuntes mobiliarios de estilo ronde?o y cierta predominancia de cretonas y telas estampadas que dan calidez a unos espacios algo apretados por exigencias de la antigua construcci¨®n.

El hueco del patio deja correr el sonido ambiente. Se oyen los pasos, las conversaciones aje-nas y hasta la ducha del vecino. La iluminaci¨®n interior se antoja algo escasa para la lectura, y los enseres cosm¨¦ticos, muy pobres para un establecimiento de tanto se?or¨ªo.

Pero lo mejor de todo reside en las plantas inferiores, pese a su sobredecoraci¨®n cl¨¢sica con intervenci¨®n de algunos -muy pocos- elementos actuales. Si el sal¨®n de estar infunde glamour bajo un magn¨ªfico artesonado de madera, la terraza contigua, volada literalmente sobre el abismo, invita a un ¨²ltimo trago en las frescas noches del verano ronde?o. O pen¨²ltimo... M¨¢s abajo, la alberca tambi¨¦n colgada llama a un ba?o de luna s¨®lo a quienes resisten las sensaciones fuertes.