Fiebre del oro en un r¨ªo de Lleida

Mira, pap¨¢, c¨®mo brilla, ?es oro!", exclama el peque?o Pol, mostrando orgulloso el hallazgo que su padre contempla con asombro. Y no es para menos. Media hora antes, ni ellos ni ninguno de sus acompa?antes hubieran imaginado que de un basto amasijo de piedra y arena extra¨ªdo de la orilla del Noguera Pallaresa, junto a Sort, pudiera brotar oro, aunque fuese en forma de min¨²sculas part¨ªculas. Pero ¨¦sta es precisamente la magia de la batea, un viejo oficio artesanal que requiere destreza y paciencia.

Hace dos d¨¦cadas, en 1982, un estudio de campo del departamento de Geolog¨ªa de la Universidad de Barcelona descubri¨® la existencia del mineral aur¨ªfero en esa zona del Pallars Sobir¨¤, en Lleida. Pero no fue hasta hace dos veranos cuando el Noguera Pallaresa se convirti¨® en escenario natural para imitar a aquellos legendarios buscadores que, siglo y medio atr¨¢s -en 1848-, protagonizaron en California la llamada fiebre del oro.

Los art¨ªfices de la diversi¨®n leridana son Pau Montan¨¦ y Rosa Fargas, un ge¨®logo y una qu¨ªmica que decidieron salir del laboratorio y poner sus conocimientos al servicio de Geodiscovering, una innovadora propuesta de turismo cient¨ªfico. Su filosof¨ªa, al margen de intentar ganarse la vida con lo que les apasiona, es mostrar a la gente los valores patrimoniales, geol¨®gicos, biol¨®gicos, culturales y etnol¨®gicos del lugar. El resultado es una experiencia l¨²dica e instructiva a la vez. Y que nadie se llame a enga?o ni pretenda hacerse rico, pues el bot¨®n son ¨²nicamente part¨ªculas microsc¨®picas.

Chaleco de aventurero

Pau Montan¨¦ parece un aut¨¦ntico buscador de oro con su barba, su sombrero alado y su chaleco de aventurero. A pie de r¨ªo, se encarga de dar la primera clase te¨®rica al grupo de excursionistas, antes de que ¨¦stos se pongan manos a la obra. Tras la misma, toma una palada de la orilla del r¨ªo y la deja caer sobre su batea, una bandeja con varios estratos circulares que sumerge en el agua. Y sentado en una silla playera, empieza el lavado a base de suaves y r¨ªtmicos movimientos circulares. Con ello se trata de quitar primero el lodo y, poco a poco, las piedras y la gravilla. La densidad del oro hace que se quede en el poso mientras van desapareciendo paulatinamente los obst¨¢culos que lo ocultan hasta que un brillo especial lo delata. Entonces, Pau saca su pipeta y, con la precisi¨®n de un cirujano, succiona la part¨ªcula deposit¨¢ndola luego en un peque?o vial (frasquito transparente).

A cada buscador novato se le entrega uno para que, si tiene suerte, coleccione el oro recogido como un tesoro m¨¢s emotivo que valioso. Este oro pasa a ser legalmente propiedad de quien lo encuentra siempre y cuando no lo haga de forma libre, sino acompa?ado de un gu¨ªa autorizado que disponga de la licencia para, seg¨²n la normativa vigente, realizar la actividad preservando el medio ambiente.

La pr¨¢ctica de la batea ha adquirido categor¨ªa de deporte a escala internacional y como tal tiene gran tradici¨®n en Asturias, su cuna en Espa?a. Y m¨¢s concretamente en Navelgas -cerca de Luarca-, cuyo prestigioso equipo qued¨® segundo en el mundial el a?o pasado, celebrado en Jap¨®n. Navelgas ser¨¢ la sede del citado Campeonato del Mundo de Bateadores en el verano de 2005.