Renovaci¨®n y retos
La Confederaci¨®n Europea de Sindicatos (CES) acaba de celebrar su d¨¦cimo congreso, en el que han participado algo m¨¢s de 600 delegados en representaci¨®n de 77 confederaciones nacionales y cerca de 65 millones de afiliados, y de 11 federaciones europeas procedentes de 35 pa¨ªses. Igualmente, en calidad de delegados han participado representantes de las estructuras de representaci¨®n de los trabajadores jubilados (FERPA) y de los t¨¦cnicos y cuadros (Eurocadres) que forman parte de la CES, as¨ª como representantes de los 39 Consejos Sindicales Interregionales (CSI), constituidos en el seno de la CES. En concjunto, un gran potencial organizado.
La creaci¨®n de una confederaci¨®n sindical supranacional viene siendo un proceso excesivamente lento y complicado. Dar el salto desde una acci¨®n sindical nacional a una internacional, en primer lugar europea, es una opci¨®n vital, urgente y sin alternativa para todos los sindicatos europeos. Si esto no se hace, la consecuencia ser¨¢ el suicidio de un tipo de sindicalismo que no s¨®lo ha pretendido defender los intereses m¨¢s inmediatos de los trabajadores, sino influir en la construcci¨®n de una sociedad m¨¢s justa y contribuir al bienestar colectivo de los trabajadores.
Europa es el marco real donde se tiene que desenvolver necesariamente la acci¨®n sindical
Dar el salto desde una acci¨®n sindical nacional a una internacional es una opci¨®n vital
Para crear las condiciones que hagan posible esta confederaci¨®n se necesita, de modo imprescindible, la existencia de un interlocutor pol¨ªtico supranacional, la creaci¨®n de un marco de relaciones laborales que contemple los derechos sociales b¨¢sicos, la generalizaci¨®n de la negociaci¨®n colectiva en el marco europeo, la armonizaci¨®n de la legislaci¨®n laboral y de los mercados de trabajo, y las garant¨ªas legales para el ejercicio de la libre circulaci¨®n de trabajadores. La insuficiente construcci¨®n pol¨ªtica, econ¨®mica y social europea es el elemento retardatario m¨¢s importante en la creaci¨®n de un sindicalismo supranacional.
El documento central del debate del congreso est¨¢ estructurado en cinco cap¨ªtulos, con contenidos de gran calado estrat¨¦gico: nuestra visi¨®n de europa; modelo econ¨®mico y social europeo; ampliaci¨®n y fortalecimiento de las relaciones laborales europeas; Europa y la globalizaci¨®n; fortalecimiento de la CES y de la identidad sindical europea. Estos cinco temas, a su vez, constituyen los ejes prioritarios que la CES y el conjunto de sus sindicatos afiliados se han fijado para desarrollar su estrategia y su acci¨®n sindical durante los pr¨®ximos cuatro a?os.
En esta misma l¨ªnea, hay que resaltar algunos contenidos como la defensa de los servicios p¨²blicos y los sistemas de protecci¨®n social, una posici¨®n ofensiva contra la desregulaci¨®n del mercado de trabajo, el fortalecimiento de un marco de relaciones laborales o reclamar a la UE una posici¨®n aut¨®noma, comprometida y solidaria en el concierto mundial.
Los que queremos m¨¢s Europa, y en consecuencia m¨¢s CES, estamos identificados con lo que se ha venido definiendo como modelo social europeo, base fundamental de un proyecto europeo coherente, por encima de las diferencias nacionales. Jacques Delors defini¨® el modelo social europeo como el que combina Estado y mercado, iniciativa privada y derechos colectivos, empresa y sindicatos. Pese a las diferencias de intensidad de la protecci¨®n entre unos pa¨ªses y otros, a que en unos la preponderancia es del convenio y en otros de la norma en la regulaci¨®n de las relaciones laborales, o de si la protecci¨®n social es financiada m¨¢s por cotizaciones o por impuestos, todos los pa¨ªses de la UE tienen unos sistemas sociales asentados sobre un desarrollado derecho del trabajo, un amplio sistema de negociaci¨®n colectiva y de derechos de participaci¨®n de los trabajadores en las empresas, una protecci¨®n social de car¨¢cter universal, prestaciones y subsidios de desempleo y un conjunto de servicios de inter¨¦s general.
El gran riesgo de la sociedad europea y, en concreto, del sindicalismo europeo es la americanizaci¨®n, esto supone el riesgo de un repliegue de la acci¨®n sindical al ¨¢mbito de la empresa, cada vez m¨¢s parcelada y troceada y una progresiva p¨¦rdida de influencia en las esferas sectoriales, en las decisiones econ¨®micas y en el deteriorado marco legislativo.
Las reformas laborales y sociales modernizadoras en la UE nos presentan un panorama tremendamente complicado para los avances sociales. En este momento, Francia, Austria, Alemania e Italia, fundamentalmente, est¨¢n embarcadas en una conflictividad social de gran calado e intensidad. Oskar Lafontaine defin¨ªa la modernidad como "la adaptaci¨®n econ¨®mica y social a los supuestos imperativos de la globalizaci¨®n. El concepto de modernidad queda reducido a categor¨ªas econ¨®micas. En definitiva, la modernidad se utiliza para americanizar Europa".
La debilidad de las relaciones laborales en los nuevos pa¨ªses de la ampliaci¨®n: escas¨ªsima cobertura de la negociaci¨®n colectiva, bajo asociacionismo sindical, m¨ªnimos derechos de participaci¨®n de los trabajadores en las empresas, son argumentos utilizables para homologar a la baja los derechos colectivos y la protecci¨®n social de la ciudadan¨ªa europea. Por todo esto, el sindicalismo europeo es una utop¨ªa razonable, urgente y necesaria. Sin duda alguna, su reto estrat¨¦gico es hacer posible el conflicto en un ¨¢mbito supranacional, demostrando que es una amenaza cre¨ªble, con capacidad de presi¨®n, negociaci¨®n y alternativas. Un nuevo marco de relaciones laborales pasa necesariamente por el reconocimiento de la CES como interlocutor v¨¢lido supranacional.
Europa es el marco real donde se tiene que desenvolver necesariamente la acci¨®n sindical, si queremos ser ¨²tiles y eficaces. Esto implica dedicar medios econ¨®micos y humanos a esta tarea, cesi¨®n de competencias y recursos por parte de los sindicatos nacionales, cambio de una pr¨¢ctica sindical basada hasta ahora en respuestas defensivas de car¨¢cter nacional, y una mayor capacidad de acci¨®n, de negociaci¨®n y de presi¨®n de la CES. En definitiva, va a ser necesaria la unificaci¨®n de las movilizaciones dispersas de cada pa¨ªs.
La CES es la casa com¨²n sindical y, necesariamente, debe contribuir a favorecer la necesaria unidad de acci¨®n de los sindicatos en los ¨¢mbitos nacionales. Se han desacralizado las diferencias ideol¨®gicas y pol¨ªticas del sindicalismo europeo. Si la construcci¨®n de la CES avanza, cada vez ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil estar unidos en Europa y enfrentados en los diferentes estados. Esta reflexi¨®n tambi¨¦n vale para Espa?a y para Euskadi.
Como bot¨®n de muestra, tenemos que aprender del debilitamiento que supone la divisi¨®n sindical ante los intentos de recorte de derechos laborales y sociales de las reformas de diferentes gobiernos. No hace falta nada m¨¢s que mirar el caso franc¨¦s. Aqu¨ª, para parar las reformas de pensiones, de negociaci¨®n colectiva del Gobierno del PP, se necesitan m¨¢xima unidad de acci¨®n sindical y m¨¢xima convergencia con una izquierda pol¨ªtica con alternativas, para hacer posible una capacidad de presi¨®n y de movilizaci¨®n que nos garantiza el ¨¦xito social y pol¨ªtico. ?sta es la lecci¨®n que aprendimos el 20 de junio del 2002 y sus posteriores movilizaciones.
Carlos Trevilla es representante de UGT en el Consejo Econ¨®mico y Social (CES) vasco.
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