Debates cruzados
Los ruidos, interferencias y cacofon¨ªas proyectados por la frustrada investidura madrile?a de Rafael Simancas -condenada de antemano al fracaso dada la negativa del candidato socialista a aceptar los votos de los diputados tr¨¢nsfugas Tamayo y S¨¢ez- sobre el debate de pol¨ªtica general iniciado ayer en el Congreso no fueron resultado del azar sino de una deliberada estrategia del PP dirigida a contaminar el pleno del estado de la naci¨®n (que concluir¨¢ hoy) con las basuras aireadas en la sesi¨®n de la Asamblea regional (que anoche celebr¨® su ¨²ltima votaci¨®n). Nada obligaba a la presidenta Dancausa a convocar a matacaballo el pleno de esa investidura, cuya ¨²nica virtualidad era poner en marcha el plazo de dos meses necesario para la disoluci¨®n autom¨¢tica de la C¨¢mara y la celebraci¨®n de nuevas elecciones; el fin de semana veraniego y el arranque de las vacaciones de julio hac¨ªan todav¨ªa mas disfuncional el intencional cruce de dos debates parlamentarios de tan diferente prop¨®sito y ¨¢mbito territorial. Para el PP resultaba tentador, sin embargo, canibalizar la deslealtad de los diputados fugados del PSOE, que ha desmoralizado dram¨¢ticamente a los militantes socialistas no s¨®lo por haber perdido el Gobierno de la Comunidad de Madrid sino tambi¨¦n por actualizar los recuerdos de corrupci¨®n y divisi¨®n internas que les llevaron a perder el poder en 1996.
El debate de investidura de la Asamblea de Madrid desminti¨® de forma taxativa a los dirigentes del PP que hab¨ªan dado por segura la investidura de Simancas con ayuda de los votos tr¨¢nsfugas: no s¨®lo el candidato socialista ratific¨® en su primera intervenci¨®n la decisi¨®n de no ser elegido presidente de esa manera sino que adem¨¢s Tamayo y Saez se abstuvieron. Pero Aznar hace suya la c¨ªnica retranca del pintor de retablos pueblerinos a la hora de equivocarse: si con barbas San Ant¨®n y si no, la Pur¨ªsima Concepci¨®n. Cuando el presidente del Gobierno hace honor a un compromiso o acierta una quiniela, no se cansa de elogiar el valor de su palabra de castellano viejo o de sus dones adivinatorios; pero si incumple una promesa o se equivoca en un pron¨®stico, niega la evidencia de los hechos y agrede al incauto que se atreve a record¨¢rselo. M¨¢s grave todav¨ªa es la impavidez de Aznar para sostener una mentira: sirva como sangrante ejemplo su juramento de Santa Gadea sobre las armas de destrucci¨®n masiva iraqu¨ªes.
Las razonables conjeturas expuestas por Simancas en la Asamblea de Madrid el pasado fin de semana acerca de la trama de corrupci¨®n pol¨ªtico-inmobiliaria que podr¨ªa explicar la deserci¨®n de Tamayo y S¨¢ez (los argumentos pol¨ªtico-ideol¨®gicos de los implicados son una broma) no fueron respaldadas por los extractos de cuentas corrientes, los documentos firmados, los testimonios veraces y las confesiones de los acusados que los tribunales exigen para dar como probada la d¨¢diva o promesa del cohecho. Los contactos telef¨®nicos y los negocios de los diputados socialistas tr¨¢nsfugas con varios militantes del PP desbordan las fronteras de la causualidad pero no llevan necesariamente a la conclusi¨®n -sin descartarla- de que la fuga de Tamayo y S¨¢ez haya sido dise?ada, puesta en marcha y controlada desde la plana mayor del Partido Popular. Porque tampoco cabe excluir la hip¨®tesis alternativa de una trama de corrupci¨®n transversal al PP y al PSOE organizada por especuladores inmobiliarios y por cargos p¨²blicos venales de segunda fila emboscados en ambos partidos. En cualquier caso, hay un dato clave que alimenta las sospechas contra el PP: la deserci¨®n de los socialistas tr¨¢nsfugas trata de impedir la llegada al Gobierno de Madrid de la coalici¨®n formada por el PSOE e IU y apuesta por la continuidad de las pol¨ªticas urban¨ªsticas del PP.
Todav¨ªa con el recuerdo vivo de la zafia actuaci¨®n de Tamayo en el pleno parlamentario de Madrid, una pesadilla para los humillados y ofendidos electores del PSOE, Aznar no mencion¨® durante su primera intervenci¨®n -como un cazador al acecho- a los tr¨¢nsfugas socialistas s¨®lo para descargar en su r¨¦plica toda la responsabilidad de ese conflicto sobre Zapatero: el tiempo dir¨¢ si el silencio de ayer del presidente del Gobierno en torno a las extra?as casualidades que relacionan a militantes del PP dedicados a negocios inmobiliarios con ese turbio asunto fue una confesi¨®n de ignorancia o una mentira por omisi¨®n.
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