Los supervivientes del atentado de Hipercor critican a la Administraci¨®n durante el juicio por no prestarles ayuda
Las v¨ªctimas que sobrevivieron al atentado de Hipercor criticaron ayer a la Administraci¨®n por haberse "olvidado" de proporcionales ayuda para superar las secuelas f¨ªsicas y ps¨ªquicas que les caus¨® la explosi¨®n del coche bomba que ETA coloc¨® el 19 de junio de 1987 en el garaje del supermercado barcelon¨¦s, provocando 21 muertos y 45 heridos. Esta censura a la falta de apoyo se produjo mientras las v¨ªctimas declaraban como testigos en la Secci¨®n Primera de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, durante el segundo d¨ªa del juicio a los presuntos autores del atentado, los etarras Santiago Arrospide Sarasola, Santi Potros, y el ex miembro del comando Barcelona Rafael Caride Sim¨®n.
Los acusados, que el pasado lunes provocaron su expulsi¨®n de la Sala y para los que el fiscal jefe de la Audiencia, Eduardo Fungairi?o, solicita un total de 950 a?os, no estuvieron presentes para escuchar los testimonios de la quincena de testigos, que describieron las terribles escenas que siguieron a la explosi¨®n. Roberto Manrique, delegado de la Asociaci¨®n de V¨ªctimas del Terrorismo en Catalu?a, record¨® "una explosi¨®n tremenda, y, a partir de ah¨ª, el sufrimiento por las heridas y por tratar de salir de all¨ª". Manrique a?adi¨® que no hab¨ªa recibido "ni una llamada" de la Administraci¨®n tras el atentado, y critic¨® la falta de ayuda a las v¨ªctimas.
Todos los testigos repitieron la misma cr¨ªtica hacia la falta de apoyo tras el atentado. Jos¨¦ Vargas, que sobrevivi¨® a la explosi¨®n junto a su mujer y a su hijo, explic¨® que la ¨²nica indemnizaci¨®n que recibi¨® de la Administraci¨®n fue de 600 euros (100.000 pesetas), a pesar de perder su coche y de que su hijo estuvo dos a?os y medio en tratamiento psicol¨®gico, que, seg¨²n denunci¨® Vargas, no ha sido sufragado por el Estado.
Las v¨ªctimas declararon que siguen sufriendo las secuelas. Rosario Grau, que sobrevivi¨® herida y fuertemente conmocionada, afirm¨® que a¨²n padecen fobia a los lugares cerrados y con gente, por lo que sigue recibiendo ayuda psicol¨®gica. Otro testigo, que ten¨ªa siete a?os cuando se produjo el atentado, declar¨® que recibe tratamiento desde que es consciente de haber perdido a su padre y a su madre, que estaba embarazada, hace ya 16 a?os.
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