Coppi-Bartali o la Italia dividida
Los dos campeones fueron adscritos sin quererlo: Fausto, m¨¢s joven, m¨¢s 'moderno', a la izquierda; Gino, a la derecha
"Bartali es un hombre en el sentido antiguo, cl¨¢sico, metaf¨ªsico tambi¨¦n, de la palabra. Sabe que un solo fallo en el motor de la providencia puede suponerle una derrota. S¨®lo levanta la cabeza para mirar el cielo. Por el contrario, Coppi es un mec¨¢nico. S¨®lo cree en el motor que le ha sido confiado, es decir en su cuerpo", escribe Curzio Malaparte.
"?Lograr¨ªa el viejo campe¨®n encontrar la salvaci¨®n? ?O era la hora en la que golpea el destino? El sonido de una trompeta retumb¨®, repetido por el eco de las rocas. Entonces, Coppi dejo de balancearse sobre su sill¨ªn. Hab¨ªa encontrado un nuevo soplo, llegado de alg¨²n lugar desconocido. La mano invisible de la victoria le llev¨® de vertiente a vertiente y le empuj¨® en el descenso de Val Gardena. En adelante, volaba, terriblemente feliz, aunque su rostro s¨®lo hablara de dolor", escribe Dino Buzatti.
S¨ª, algunos de los mejores escritores transalpinos han escrito sobre este duelo hist¨®rico que dividi¨® a Italia. Un pa¨ªs dichoso, sabio y desencantado, donde los hombres eleg¨ªan hacerse la guerra a trav¨¦s de ciclistas. "Drammatico, ma non serio". Puede empezar el espect¨¢culo.
- Los actores protagonistas. El primero sobre el escenario se llama Gino Bartali. De talla mediana, musculoso. V¨ªctima de una grave ca¨ªda, sufre una operaci¨®n en la cara que refuerza la dureza de sus rasgos, su imponente nariz. Nace en julio de 1914 en Bagna a Ripoli, a dos kil¨®metros de Florencia. Su padre, Torello, trabaja la tierra. La de otros. Gana su primera carrera a los 17 a?os. Tras la muerte en 1936 de Giulio, su hermano peque?o, tambi¨¦n corredor, Gino, que acaba de ganar su primer Giro, se sume en el misticismo. Pero nunca rechaza un vaso de vino, una loncha de jam¨®n o un plato de pasta, sin olvidar los cigarrillos, que enciende uno con otro. "Rara vez se encomend¨® a los dem¨¢s porque naci¨® astuto", escribe Jean Bobet.
Ahora aparece Fausto Coppi. A pie, resulta rid¨ªculo este tipo zancudo de piernas interminables y torso peque?o; una figura delgada, de ave rapaz, de la que sobresale una nariz delgada y dos ojos saltones. Pero todo cambia en cuanto se sube a una bicicleta. Se dir¨ªa que esta extra?a m¨¢quina fue concebida para ¨¦l. Entonces su elegancia es suprema. Nace el 15 de septiembre de 1919 en Castellania, en las colinas del Piamonte. Como Bartali, procede de una familia de campesinos pobres. No lo olvidar¨¢: "Cada vez que se me pasaba por la cabeza abandonar el ciclismo, pensaba en su dura vida".
A los diez a?os, Coppi, castigado, escribe cien veces: "Debo ir a la escuela y no montar en bicicleta". A los 13 anuncia a su padre que ya no quiere trabajar la tierra y se hace repartidor de salchichas. A los 19 gana su primera carrera. A los 20, el 4 de junio de 1939, se inscribe en la misma carrera que Bartali: la Vuelta a Toscana. Coppi sigue un r¨¦gimen dr¨¢stico e introduce la diet¨¦tica en el ciclismo. Una vez a la semana se alimenta s¨®lo de h¨ªgado y germen de trigo. Tambi¨¦n pierde a su hermano peque?o, Serse, en 1951, por una ca¨ªda en la Vuelta al Piamonte.
- Los papeles secundarios. Bartali y luego Coppi sofistican la carrera en equipo. Un capit¨¢n y unos hombres a su servicio, los gregarii, que no tienen ning¨²n derecho, salvo saludar en la vuelta de honor final y recoger algunos restos de la gloria del jefe. ?ste, en su inmensa bondad, tambi¨¦n puede dejarles algunas migajas durante la carrera. Cuando se entera de que ha logrado el maillot amarillo tras la novena etapa del Tour de 1952, Andrea Carrea, el m¨¢s sacrificado de los servidores de Coppi, rompe a llorar... de remordimiento: piensa haberle traicionado y se disculpa.
- El p¨²blico. Si se hubiese realizado una encuesta de popularidad, Bartali habr¨ªa superado a Coppi. Poco importa: los porcentajes, por precisos que puedan ser, nunca dar¨¢n cuenta del fervor. "Hay que haber visto a los tifosi aceptar recibir porrazos de la polic¨ªa para poder tocar el maillot de su Gino", escribe Bobet. Los testigos recuerdan tambi¨¦n a esos tifosi que se arrodillaban al paso de Coppi, Il Insuperable. "Drammatico, ma non serio".
En la Italia de la guerra fr¨ªa, dividida entre la Iglesia y los comunistas, los dos son adscritos a su pesar. La derecha, para Bartali, al que algunos quieren canonizar; la izquierda, para Coppi, m¨¢s joven, m¨¢s moderno. Alcide de Gasperi, primer ministro, telefonea a Bartali a la llegada a Cannes del Tour de 1948 para felicitarle y preguntarle si va a ganarlo: "Togliatti, el n¨²mero uno del partido comunista, ha sido v¨ªctima de un atentado. S¨®lo su victoria puede calmar los ¨¢nimos".
?Qui¨¦n fue mejor corredor? El debate no est¨¢ cerrado. Es cierto que hasta la llegada de Eddy Merckx, Coppi es considerado el mayor de todos los tiempos. ?Acaso no lo gana todo? Dos Tours, seis Giros, tres Campeonatos del Mundo, uno en carretera y dos en pista; un r¨¦cord mundial de la hora, ocho Campeonatos de Italia, una Par¨ªs-Roubaix y tres Mil¨¢n-San Remo... Y con estilo. Aunque a menudo gana al sprint, es un especialista de las llegadas en solitario tras largas escapadas.
En comparaci¨®n, el palmar¨¦s de Bartali es casi escaso: s¨®lo dos Tours, tres Giros, cuatro Mil¨¢n-San Remo y tres Giros de Lombard¨ªa. Sus partidarios no lo consideran suficiente. ?Cu¨¢l habr¨ªa sido sin la guerra? ?Cu¨¢ntos Tours habr¨ªa ganado sin la interrupci¨®n de 1940 a 1947, cuando estaba en su mejor momento?
- Las mujeres. Si las fotos de la boda, el 14 de noviembre de 1940, entre Gino y Adriana, cajera de una tienda de Florencia, forman parte del ¨¢lbum de recuerdos obligado, la mujer del campe¨®n no vuelve a aparecer. El toscano no es de esos que hablan de su vida privada. Por su parte, Coppi escandaliza a la Italia puritana, cat¨®lica y machista al enamorarse de una casada y aparecer en p¨²blico con ella, ¨¦l, casado..., y tiene un hijo con ella. No se les perdona. Se les suprime el pasaporte. Ella pasa cinco d¨ªas y cinco noches en la c¨¢rcel y es obligada a dar a luz en Argentina. El Papa se niega a bendecir al pelot¨®n del Giro porque en ¨¦l figura Coppi, la oveja negra. ?ste se crece. Tal vez nunca es tan grande como durante el Campeonato del Mundo de 1953, en Lugano. Domina por completo y desaf¨ªa al mundo al presentarse en la tribuna oficial con la dama blanca, as¨ª llamada por su impermeable inmaculado.
- A la izquierda y la derecha. Cu¨¢ntas gestas. Cu¨¢ntos puertos legendarios marcados por sus huellas. Y cu¨¢ntas aut¨¦nticas rupturas y falsas reconciliaciones, enfados pasajeros y frases asesinas. Este duelo es un formidable juego de palabras y papeles. ?Ah, esa etapa que Coppi, todo un caballero, deja ganar a Bartali en el Tour de 1949 porque es el d¨ªa de su cumplea?os! Y ese mismo Coppi que se pone a disposici¨®n de Bartali tras desfallecer en la 15? etapa del Tour de 1951. Y cuando Gino da su rueda a Fausto. "En un momento determinado", cuenta a Jean-Paul Ollivier, "el silbido del neum¨¢tico pinchado me hizo volver la cabeza. Mis ojos se encontraron con los de Fausto. El silbido proced¨ªa de su rueda. Mir¨® a su alrededor, como para pedir ayuda a un gregario, y apart¨® su mirada como si no quisiera verme. Hab¨ªa un sol cegador. Baj¨¦ y me acerqu¨¦ a ¨¦l con una rueda en la mano. No dijo una palabra y yo tampoco abr¨ª la boca. Todo sucedi¨® en medio de un silencio impresionante".
Bartali tambi¨¦n advierte que una vena, en el hueco de la rodilla derecha de Coppi, se hincha cuando est¨¢ en dificultades. Por tanto, encarga a uno de sus gregarios que la vigilen. Si se hincha, a la carga. Un d¨ªa, en el puerto del Bracco, Bartali ve beber a Coppi y lanzar a un prado un frasco misterioso. Tras memorizar el lugar, regresa al final del Giro, busca y encuentra la botellita. La manda analizar creyendo que, por fin, va a descubrir el secreto de su adversario. El producto es... un simple reconstituyente. Pero Il Vecchio no se da por satisfecho. Durante otro Giro, cada ma?ana se mete en la habitaci¨®n de Coppi, rebusca en la basura, en el cuarto de ba?o, en la mesilla de noche: "Frascos, botellas, botes, tubos, cartones, cajas, supositorios... Lo recog¨ªa todo. Me hab¨ªa vuelto tan experto en la interpretaci¨®n de estos productos que adivinaba el comportamiento que Fausto iba a tener durante la etapa". Y el arrepentimiento, decenios m¨¢s tarde: "Pobre Fausto, casi siento remordimientos por haberte hecho todo esto, a ti, tan inocente, tan puro, que no sab¨ªas nada".
?ltima imagen: el Aubisque, en el Tour de 1949. Coppi acaba de coger a Bartali. Van pegados. Coppi agarra su bid¨®n, bebe y se lo pasa a Bartali: "Puedes beber, a¨²n queda". Gino inmortaliza la foto, en la que se ve el bid¨®n pasar de una mano a la otra, con una leyenda que explica que ha dado de beber a su amigo.
- ?ltimo acto. El 9 de febrero de 1955, con 40 a?os, Gino abandona el pelot¨®n tras 20 a?os de competici¨®n. Un r¨¦cord. Habr¨¢ que esperar a Raymond Poulidor para superarlo. Su longevidad no s¨®lo es deportiva. Muere en la cama en 2000. ?Tiene 96 a?os!
El final de Fausto es m¨¢s tr¨¢gico. Tiene que haber un m¨¢rtir y le toca a ¨¦l. Corre durante mucho tiempo como un actor que no quiere abandonar el escenario, como un hombre que necesita dinero. "Al final, se hab¨ªa vuelto una especie de ciclista magn¨ªfico y grotesco", escribe Pierre Chany. Muere el 2 de enero de 1960 de una malaria mal cuidada y contra¨ªda en una gira por Burkina Faso. Una muchedumbre inmensa asiste a su entierro. Gino est¨¢ presente: "Nunca podr¨¦ olvidar ese barro viscoso que se me pegaba a las botas en el camino que sube hacia Castellania. Arriba estaba el cuerpo de Fausto y lo iban a meter en un ata¨²d. Y pens¨¦ en otro barro, aquel que se nos pegaba a las piernas, a las de Fausto y a las m¨ªas, en las terribles etapas de las Dolomitas".
Saludos.
Cae el tel¨®n.
Bravo y gracias.
? Le Monde-EL PA?S
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