Barcelona, urbanismo borroso
Vistos con una cierta distancia, hay pocas dudas de que los cuatro a?os de la ¨²ltima legislatura en la ciudad de Barcelona han sido los m¨¢s err¨¢ticos en materia de urbanismo de todo el periodo democr¨¢tico. Es cierto que el m¨¢s grave error, Diagonal Mar, es una herencia de anteriores gobiernos municipales, pero m¨¢s all¨¢ de esto, en estos ¨²ltimos a?os se han apuntado tendencias preocupantes.
Para esta manera de hacer urbanismo, en su gesti¨®n menos participativa y m¨¢s desp¨®tica, y en su forma m¨¢s fragmentaria y difusa, se podr¨ªa acu?ar el t¨¦rmino de urbanismo borroso, cada vez m¨¢s en los ant¨ªpodas del urbanismo del inicio de la democracia, con el humanismo, el realismo, la pasi¨®n y la brillantez de la primera ¨¦poca impulsada por Oriol Bohigas, aplicando una idea de ciudad que llevaba a?os pens¨¢ndose, y con la precisi¨®n y saber hacer urban¨ªstico de las llamadas ?reas de Nueva Centralidad, configuradas por Joan Busquets. Ahora se trata de un urbanismo cada vez m¨¢s confuso, dentro del cual las condiciones cambian continuamente y m¨¢s parece que se trate de un juego de h¨¢biles magos que de cuestiones que son clave para el bien com¨²n.
El despotismo y la arbitrariedad del arquitecto jefe municipal ha eliminado cualquier posibilidad de complicidad
La urbanista catalana Maria Rubert de Vent¨®s reclamaba con clarividencia en el n¨²mero del pasado mes de abril de la revista INDE, del Colegio de Arquitectos de Catalu?a: "Si el urbanismo ha de regular tantos intereses, es necesario que el tablero de juego sea estable y normalizado. Una de las caracter¨ªsticas de la actual situaci¨®n es que tenemos una administraci¨®n del urbanismo muy d¨¦bil, pr¨¢cticamente inexistente". La clave, por tanto, consistir¨ªa en disponer de un tablero claro, cosa que no ha sucedido siempre en estos ¨²ltimos a?os, en los que el despotismo y la arbitrariedad del arquitecto jefe Jos¨¦ Antonio Acebillo ha eliminado cualquier posibilidad de complicidad, ni con los ciudadanos y las asociaciones de vecinos, que continuamente han sido descalificadas, ni con los t¨¦cnicos, que no se atreven a manifestar sus cr¨ªticas, ni siquiera con los promotores, que se reconocen desorientados sin saber a qu¨¦ atenerse.
Un urbanismo borroso que se ha manifestado en multitud de ejemplos: en el antiguo Sepu en La Rambla, que en lugar de pasar a ser un edificio p¨²blico es ya la sede de la tienda Nike; en el edificio de Miramar, que tras un juego de manos ya no es un equipamiento p¨²blico, sino un hotel de lujo, incluyendo en el malabarismo la privatizaci¨®n del espacio p¨²blico frente al hotel, al mismo tiempo que se construye urgentemente una v¨ªa r¨¢pida por debajo de ¨¦l; en tantos edificios en Ciutat Vella de propiedad municipal totalmente abandonados. Un urbanismo borroso que cuando se ha quedado sin argumentos ha recurrido a lo m¨¢s antidemocr¨¢tico: la fuerza bruta.
Lo peor de la legislatura pasada ha sido la manera de hipotecarse con la inversi¨®n del F¨°rum 2004, tan controvertida como despilfarradora, que tan pocas ra¨ªces tiene en la ciudad real y en sus movimientos sociales, pero que, sin embargo, concentra la mayor parte de los esfuerzos del urbanismo barcelon¨¦s. Queda por ver si en vez de aportar mejoras a la ciudad, lo que realmente va a hacer el F¨°rum 2004 ser¨¢ vampirizar las capacidades cr¨ªticas, creativas y humanas de los barceloneses.
Tambi¨¦n el urbanismo del ¨¢rea del 2004 es fragmentario y borroso: la morfolog¨ªa dispersa de las unidades aut¨®nomas de actuaci¨®n se reproduce en la forma de mosaico y en los dedos de lo que se denomina "la Plaza", y se mimetiza en las formas difusas y ondulantes de los proyectos de los nuevos parques. Un collage global que ha ido mutando y cuya gesti¨®n ha sido de escasa trasparencia, con perlas tales como la manera de conseguir que Jacques Herzog y Pierre de Meuron fueran los autores del edificio F¨°rum (en principio pensado para Enric Miralles), cuando hab¨ªan presentado al concurso s¨®lo una declaraci¨®n de intenciones y a los que el Ayuntamiento les indic¨® la forma que deb¨ªan dar al edificio que nunca pensaron; precisamente la forma triangular que hab¨ªan propuesto Martorell-Bohigas-Mackay, para quienes, en compensaci¨®n y para no hacerlos rabiar, se cre¨® otro concurso, el del Museo del Dise?o en la plaza de las Gl¨°ries.
Cuando Barcelona tiene todas las posibilidades para ser un lugar magn¨ªfico, modelo de ciudad compacta y mediterr¨¢nea -con vivienda asequible y con calidad de vida, con la participaci¨®n de la ciudadan¨ªa, con la contribuci¨®n de los mejores t¨¦cnicos y artistas, con la m¨¢s avanzada legislaci¨®n a favor de la sostenibilidad, con sus playas y el mejor espacio p¨²blico, y con una cualificad¨ªsima tradici¨®n de gesti¨®n municipal democr¨¢tica-, en estos ¨²ltimos a?os la descoordinaci¨®n municipal parece que se empecine en lo contrario; en no sumar sinergias, sino en practicar este urbanismo confuso y opaco; en no mejorar la ciudad, sino en dejar que cada d¨ªa sea m¨¢s cara, tematizada, ruidosa e insegura. La esperanza est¨¢ en que el mayor protagonismo de los socios de la izquierda plural en el gobierno municipal, Esquerra Republicana e Iniciativa per Catalunya Verds-Esquerra Unida i Alternativa, consiga dar nueva vida a una pol¨ªtica progresista. Para ello har¨¢ falta un gran esfuerzo de debate e imaginaci¨®n y ser¨¢ clave que una mayor presi¨®n de la ciudadan¨ªa exija mucho m¨¢s a un Ayuntamiento que, de momento, no tiene contrincante y que, por mal que lo haga, siempre gana las elecciones.
Josep Maria Montaner es arquitecto.
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