En defensa de Lmrabet
Al rey Mohamed VI. Majestad: el 23 de junio a medianoche Al¨ª Lmrabet finaliz¨® su huelga de hambre; pero el caso Lmrabet contin¨²a. En Marruecos, todos lo saben, usted no solamente encarna el poder, usted "es" el poder. Si Al¨ª Lmrabet hubiera muerto, se le habr¨ªa responsabilizado a usted de ello; si al director de Demain Magazine le procesaron y condenaron fue porque usted consinti¨® en ello... Pero si usted le pone en libertad, ser¨¢ un monarca justo y generoso.
Durante cincuenta d¨ªas, Al¨ª Lmrabet llev¨® a cabo una huelga de hambre que le debilit¨® peligrosamente. Si hubiera persistido, se pod¨ªa temer incluso lo peor. Y todo ello por unos dibujos, unas caricaturas que har¨ªan sonre¨ªr en cualquier parte, menos en vuestro entorno. Porque, en vuestro entorno, hay quienes no desean ni la construcci¨®n de un Estado de derecho ni, sobre todo, de una prensa independiente.
Majestad, al contrario que los cortesanos que os rodean, hombres con esp¨ªritu del pasado y m¨¦todos de otras ¨¦pocas, ?no quiere usted tener ciudadanos en lugar de sujetos? ?No ha escuchado usted los llamamientos a la clemencia, a la justicia, los de sus propios amigos, en pro de una soluci¨®n razonable y sabia? Lo que est¨¢ en juego es vuestra imagen, la de un hombre joven y de su tiempo. Y, sin duda, tambi¨¦n la imagen de vuestro pa¨ªs.
En el fondo, algunos reprochan a Al¨ª Lmrabet no haber sido lo bastante cortesano... Majestad, usted no puede ser de ellos; eso no puede proceder del "rey de los pobres" que, hace casi cuatro a?os, parec¨ªa prometer la marcha hacia una monarqu¨ªa democr¨¢tica y responder a la inmensa esperanza de todo un pueblo. ?Recuerda? Todos repet¨ªan: "En otros tiempos tem¨ªamos al Rey, hoy tememos por ¨¦l...".
S¨ª, hoy todos nosotros tememos por usted, tememos que los nost¨¢lgicos del pasado, pol¨ªticos y encargados de la seguridad mezclados, y tambi¨¦n los forajidos de la acumulaci¨®n de riquezas vergonzantes, os encierren en una imagen que no es la vuestra, a quien hemos visto moderno, capeando el protocolo y sensible a los sufrimientos de otros.
Pero todav¨ªa no es demasiado tarde. Hacer justicia a Al¨ª Lmrabet, dejarle salir de la c¨¢rcel y continuar escribiendo har¨ªa de usted ese defensor de las libertades que tantos marroqu¨ªes sue?an. Porque la democracia, Majestad, es todav¨ªa el mejor escudo contra la violencia, el medio m¨¢s seguro para luchar contra el terrorismo. En el momento en que su reino se enfrenta al aumento de los extremismos, el tratamiento que usted d¨¦ al caso Lmrabet explicar¨¢, mejor que cualquier discurso, cu¨¢l ha sido vuestra opci¨®n: o la consolidaci¨®n de la democracia o la represi¨®n total.
En ninguna democracia, Majestad, simplemente en ning¨²n Estado de derecho, se encarcela a nadie por sus escritos, aunque sean de mal gusto, injustos e incluso err¨®neos. Porque de eso se trata, y de nada m¨¢s. No es obligatorio apreciar la prosa de Al¨ª Lmrabet, compartir su afici¨®n a la s¨¢tira y a las pullas. Pero hay que aceptar, e incluso proteger, su derecho a ejercer el trabajo como quiera. Eso se llama libertad.
Al¨ª Lmrabet ha sido juzgado, condenado y encarcelado en vuestro nombre: por tanto, le corresponde a usted dejarle en libertad.
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