Christianos y sentimentales
Vuelve Agatha Christie. ?C¨®mo la encuentro? Mejor que la dej¨¦, mejor que la recordaba. Excelente. Hija de inglesa y americano: Mark Twain lo dijo, a prop¨®sito del joven Winston Churchill, "ingl¨¦s por parte de madre y americano por parte de padre, mezcla que lo convierte en el hombre perfecto". Aconsejo una novela para empezar con Christie: Cinco cerditos, de 1942 (ahora va en un solo volumen con otra igual de buena, Sangre en la piscina, de 1946). Aqu¨ª el detective Poirot explica sus m¨¦todos: el asesinato de Cinco cerditos ocurri¨® hace 16 a?os, pero no importa, la verdad tiene la costumbre de darse a conocer siempre, incluso al cabo de mucho tiempo. La verdad no es cuesti¨®n de m¨²sculos ni huellas, sino de pensar, la cabeza es lo que funciona, la psicolog¨ªa, la indagaci¨®n en el porqu¨¦ del comportamiento humano (Christie gasta bromas: qu¨¦ interesantes esos viejos traumas y complejos que llevan al criminal a la horca, de una experiencia traum¨¢tica a otra definitivamente traum¨¢tica).
Hay que charlar con los sospechosos, mantener una larga conversaci¨®n, y al final resulta que lo que mata es el amor, el amor propio, m¨¢s exactamente. Lo mortal es la vida en sociedad: reuniones insoportables entre individuos que no deber¨ªan juntarse, todos encantadores, ninguno insoportable en s¨ª, pero sujetos a la insoportable obligaci¨®n de reunirse en lugares muy limitados. Esto permite el juego del c¨ªrculo de sospechosos: pocos en un barco o un tren, un avi¨®n o una buena casa, casi todos ricos (los ricos son fant¨¢sticos). Lo verdaderamente impresionante no es que H¨¦rcules Poirot descubra al criminal, sino cometer un crimen en sitio tan estrecho y poblado sin ser visto inmediatamente por alguien. Aunque el lugar y la lista de sospechosos son reducidos, la soluci¨®n siempre nos deja un poco turulatos: s¨®lo un imb¨¦cil de nacimiento ser¨ªa capaz de adivinarla, dijo Raymond Chandler. Poirot no es imb¨¦cil, pero s¨ª extranjero, un raro que habla un ingl¨¦s b¨¢sico, como traducido. Est¨¢ fuera del mundo, igual que Miss Marple, otra investigadora de Christie: al extranjero y a la anciana se les tolera la impertinencia, meter la nariz, hablar y hablar (las novelas de Christie son largu¨ªsimos di¨¢logos), hablar hasta que el criminal se rinda.
?En qu¨¦ se parecen Agatha Christie y Georges Simenon? H. G. Wells le escribi¨® a James Joyce explic¨¢ndole por qu¨¦ Wells y Joyce eran incompatibles. Joyce ten¨ªa una formaci¨®n cat¨®lica, levantisca; Wells, inventor del Hombre invisible, se ve¨ªa cient¨ªfico y constructivo: no cre¨ªa en el combate entre pureza y corrupci¨®n. El mundo de Simenon es muy cat¨®lico, muy embarrado, son dos mundos muy diferentes el de Poirot (belga como Simenon) y el de Jules Maigret. Empezaron a trabajar con diez a?os de distancia, 1920 y 1930, y parten de parecidos prejuicios psicol¨®gicos, de su ¨¦poca, pero Maigret calla m¨¢s. Maigret impone su presencia pesada, entre el silencio y el cruce de frases aparentemente fortuitas, husmea el ambiente, husmea a las personas, fuma y fuma, echa humo, mira entre el humo a gente sola en casas llenas de gente. La gente es opresiva, las mujeres son especialmente opresivas, el clima y los maridos tambi¨¦n, la familia es irrespirable. Abogados, m¨¦dicos, farmac¨¦uticos, comerciantes diversos, productores de cine que resultan hampones, hijos y cabezas de familias inc¨®modas, todos huelen a muerto en el maletero de un coche.
"El innoble y sentimental comisario Maigret", seg¨²n Paul Nizan, tambi¨¦n practica la conversaci¨®n como m¨¦todo de investigaci¨®n fundamental, aunque su conversaci¨®n pueda ser explosivamente silenciosa. El culpable acaba descubri¨¦ndose solo: quiere tomar aire, salir de la vida invivible, con Maigret; o, con Poirot, demostrar que no es tan banal como cuando se le consideraba inocente. El detective de Simenon es funcionario p¨²blico, comisario de polic¨ªa, obligado a presentarse en los lugares y momentos menos deseables; el de Christie es aficionado, privado, invitado o intruso feliz en los ambientes mejores. Se trata de una diferencia sustancial.
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