Biblia de la cultura chicana
Escribi¨® Hel¨¨ne Cixous que "los despose¨ªdos viven en el lenguaje", y Sandra Cisneros (Chicago, 1954), como Ana Castillo, Denise Ch¨¢vez, Helena Viramontes y otras escritoras chicanas, esgrime la palabra para proclamar a voz en grito los valores de la multiculturalidad, vencidos ya los tiempos del c¨®lera colonialista, y combatir el androcentrismo hegem¨®nico, convertida la escritura en met¨¢fora misma de la frontera, espacio de transgresiones y denuncias de los ideales moralistas de herencia cat¨®lica y de la reclusi¨®n de la mujer en la cocina y en el silencio. El lenguaje constituye para Cisneros un arma con la que recuperar el respeto perdido, como mujer y como mestiza y trasterrada, y a la vez un trasunto del estado an¨ªmico, de ah¨ª que este ingl¨¦s contaminado de espa?ol de M¨¦xico -espa?ol contaminado de ingl¨¦s en la l¨²cida traducci¨®n de Valenzuela- adquiera un protagonismo que salta a la vista y que justifica sobradamente la Nota a la traducci¨®n que cierra el volumen comentando las a?agazas estil¨ªsticas -como la traducci¨®n literal al ingl¨¦s de expresiones castizas mexicanas- con las que el talento de la autora ha sido capaz de reproducir un universo cultural mestizo, nacido de un pa¨ªs, dice, "que extra?o, que no existe ya. Que nunca existi¨®. Un pa¨ªs que yo invent¨¦. Como todos los emigrantes, atrapada entre aqu¨ª y all¨¢".
CARAMELO O PURO CUENTO
Sandra Cisneros
Traducci¨®n de Liliana Valenzuela
Seix Barral. Barcelona, 2003
549 p¨¢ginas. 21 euros
Hasta aqu¨ª un pre¨¢mbulo cuya raz¨®n de ser no es sino la de enmarcar la literatura de Sandra Cisneros, abanderada de la narrativa chicana desde la publicaci¨®n de La casa en Mango Street (1984), celebrada nouvelle que parte de la cr¨ªtica entendi¨® como manifiesto del mencionado universo, desplegado a lo largo y lo ancho de Caramelo, su ambiciosa segunda novela, tour de force de una autora de prestigio internacional con incontables traducciones ya, que trata de superar su, llam¨¦moslo as¨ª, minimalismo costumbrista, vindicativo pero reducido al ¨¢mbito de la escena privada y dom¨¦stica (los relatos de Women hollering creek and other stories, 1992, o El arroyo de la llorona, 1996), y saltar a la novela-r¨ªo sin soluci¨®n de continuidad, decisi¨®n que le acarrea problemas de ritmo o resoluci¨®n -como la discutible recurrencia a la contextualizaci¨®n hist¨®rica a pie de p¨¢gina, que almidona la narraci¨®n, o el defectuoso cierre abrupto de la historia de Candelaria-, pero que sin duda consolida el merecido reconocimiento de Cisneros.
En realidad, si sus relatos an
teriores retrataban la cultura chicana en el espacio, Caramelo trata de hacerlo tambi¨¦n en el tiempo, narrando los or¨ªgenes de la familia Reyes y su trayectoria en tres generaciones que explican el mestizaje chicano, la de los abuelos mexicanos Narciso y Soledad -la abuelita, met¨¢fora de las ra¨ªces-, la de sus padres Inocencio y Zoila, casados ya en Estados Unidos, y la de la nieta Celaya Reyes, Lala, nacida en Chicago como Cisneros -los gui?os autobiogr¨¢ficos resultan incontables-, y narrador no fiable de toda la historia familiar, cuya voz a¨²na cierta equ¨ªvoca inocencia -visible en un estilo que remeda la ternura de la redacci¨®n escolar (advierta el lector la tipograf¨ªa infantil de los t¨ªtulos, el abuso de diminutivos y la parataxis)- y un desparpajo al que contribuyen por igual su ludismo ling¨¹¨ªstico, la musicalidad del fraseo y el deseo de contar y contar, en la b¨²squeda de las propias ra¨ªces, acudiendo a la memoria y extrayendo im¨¢genes, colores, iconos latinos, di¨¢logos de fotonovelas mexicanas, leyendas familiares, letras de corrido de To?a la Negra, mitolog¨ªa azteca, la ubicua virgen de Guadalupe y, claro, burritos y frijoles, como los magos extraen de sus bocas pa?uelos de colores una y otra vez.
La saga, en m¨¢s de un aspecto cercana a las de La rep¨²blica de los sue?os, de N¨¦lida Pi?on, o La casa de los esp¨ªritus, de Isabel Allende, acierta a ser el territorio en el que confluyen lo familiar y lo social, enfrentados en tres generaciones que encuentran en su peregrinaje constante, por el territorio -de Chicago a M¨¦xico y vuelta hasta Tejas- y por la memoria nost¨¢lgica, las se?as de su identidad. Lala dice permitirse aderezar su historia de la familia con leyendas, canciones y mentiras piadosas, pues "escribir es hacer preguntas. No importa si las respuestas son verdad o puro cuento". De ah¨ª su condici¨®n de narrador no fiable, y tambi¨¦n de ah¨ª el que sus p¨¢ginas parezcan fotograf¨ªas en sepia de un ¨¢lbum familiar retocadas por la imaginaci¨®n, y se tenga, en fin, la impresi¨®n de estar siendo testigo de un melodrama contado con humor en d¨ªa de fiesta.
La novela poli¨¦drica de Cisneros, en la que cohabitan con holgura los referentes primordiales de una cultura marginal y fronteriza, trenzados como los hilos del chal color caramelo del t¨ªtulo, es una novela espesa pero extraordinaria, que podr¨ªa llegar a convertirse en una suerte de Biblia laica de la cultura chicana.
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