La justicia de Bush

Con una preocupante falta de respeto hacia la legalidad internacional, Estados Unidos mantiene hacinados a 2.300 presos en Irak sin acusaciones ni defensa, mientras Bush ha decidido poner en marcha una m¨¢quina judicial de car¨¢cter excepcional para hacer pasar ante tribunales militares, sin las m¨¢s m¨ªnimas garant¨ªas procesales, a presos vinculados a Al Qaeda. Haciendo uso de las prerrogativas de una legislaci¨®n excepcional aprobada tras el 11-S, ha designado a seis prisioneros entre los centenares de detenidos tras la guerra de Afganist¨¢n para que sean los primeros en comparecer ante este simulacro de justicia.

Por este sistema, no aplicable a ciudadanos de Estados Unidos, la identidad de los nominados permanece secreta, y los cargos, tambi¨¦n. Le corresponde al n¨²mero dos del Pent¨¢gono, Paul Wolfowitz, decidir qui¨¦nes ser¨¢n acusados y elegir a sus jueces (entre tres y siete), que por unanimidad pueden dictar sentencias de muerte. El proceso puede declararse cerrado al p¨²blico si implica secretos oficiales; los acusados no tienen derecho a conocer las pruebas aportadas ni a mantener la confidencialidad de las comunicaciones con sus abogados militares designados de oficio, y la sentencia no es apelable. Su ¨²nico margen est¨¢ en aceptar o no la culpabilidad, pero, incluso si son declarados inocentes, podr¨¢n seguir internados en Guant¨¢namo. Un pa¨ªs que defiende los derechos humanos y el Estado de derecho com EE UU dif¨ªcilmente puede caer m¨¢s bajo en este ¨¢mbito.

Es muy probable que los juicios se celebren en la base que EE UU tiene en la bah¨ªa cubana de Guant¨¢namo, porque, a efectos jur¨ªdicos, no es territorio estadounidense. All¨ª han estado confinados desde noviembre de 2001 en condiciones infrahumanas centenares de detenidos, de los que ahora quedan 680, a los que Washington ha calificado de "combatientes ilegales" para no tener que aplicarles los derechos de los prisioneros de guerra. Estados Unidos tiene adem¨¢s decenas de presos en condiciones similares en Afganist¨¢n.

Estos primeros juicios servir¨¢n a la Administraci¨®n de Bush para preparar el terreno para juzgar, y eventualmente ejecutar, a altos dirigentes de Al Qaeda como Abu Zubaidah o Jalid Mohamed.

Junto a la sala de vistas de Guant¨¢namo se construir¨¢ tambi¨¦n un pat¨ªbulo para las posibles ejecuciones. El momento del anuncio por el Pent¨¢gono de la nominaci¨®n de los seis primeros presos no parece casual, pues la popularidad de Bush est¨¢ cayendo ante la mala situaci¨®n en Irak. Tampoco all¨ª parece que EE UU est¨¦ a la altura de sus obligaciones, dadas las condiciones degradantes de sus presos, denunciadas por Amnist¨ªa Internacional, y el misterio que rodea a las detenciones de los dirigentes del antiguo r¨¦gimen. Con estas afrentas a la legalidad, EE UU crea un p¨¦simo precedente y emite un signo negativo sobre el respeto a las garant¨ªas individuales cuando se trata de ciudadanos de terceros pa¨ªses.