La historia de Espa?a no es diferente
Algunos grandes investigadores de universidades estadounidenses revelan las claves de su mirada
"La historia de Espa?a hace tiempo que ha dejado de contarse como si fuera diferente a la historia del resto de los pa¨ªses europeos. Ahora la confrontaci¨®n de ideas se hace adem¨¢s de forma democr¨¢tica, a trav¨¦s de unas elecciones, pero no hay que olvidar que siguen existiendo posiciones m¨¢s pr¨®ximas a la herencia cat¨®lica y conservadora y otras que son m¨¢s seculares y progresistas. Y eso es algo que se tiende a olvidar", comenta Gabriel Jackson (Melbourne, Nueva York, 1921), autor de un libro de referencia sobre la Rep¨²blica y la Guerra Civil. Joan Connelly Ullman (Nueva York, 1929), que ha estudiado con todo detalle la Semana Tr¨¢gica de Barcelona, se?ala que "Espa?a ha sabido superar en las ¨²ltimas d¨¦cadas muchos de los lastres m¨¢s graves que arrastraba de tiempos pasados". Richard Herr (Guanajuato, M¨¦xico, 1922), que ha puesto en cuesti¨®n muchos de los mitos que pesaban en la explicaci¨®n del siglo XVIII espa?ol, subraya el car¨¢cter "ejemplar"de las transiciones hacia la democracia que hicieron Espa?a y Portugal desde sendas dictaduras durante el siglo pasado. "Aunque llegaran tarde, son ya pa¨ªses que forman parte de la modernidad".
"La historia de la represi¨®n es uno de los desaf¨ªos pendientes", dice S¨¢nchez Albornoz
"La Guerra Civil no se puede entender sin el contexto europeo", afirma Gabriel Jackson
Estos tres historiadores, junto a Nicol¨¢s S¨¢nchez-Albornoz (Madrid, 1926) y Douglas Lanphier Wheeler (Saint Louis, Misuri, 1937), protagonizaron el pasado jueves en la Casa de Am¨¦rica de Madrid un acto en el que el Pr¨ªncipe de Asturias reconoci¨® su enorme contribuci¨®n a la historia de Espa?a. Se esperaba que asistieran tambi¨¦n al homenaje Edward Malefakis, Juan Linz y Stanley G. Payne, que finalmente no pudieron estar presentes. Sea como sea, las obras de estos estudiosos, a los que se les conoce como "hispanistas", han sido decisivas para la comprensi¨®n de la historia de este pa¨ªs y s¨®lo son una parte muy reducida de los historiadores que, desde las universidades estadounidenses, se han ocupado de entender c¨®mo pasaron en Espa?a las cosas que pasaron.
Desde el primer momento intentan establecer distancias con el t¨¦rmino de "hispanistas". "Somos historiadores", dice Joan Connelly Ullman. Nicol¨¢s S¨¢nchez Albornoz, que tiene en su haber numerosos libros sobre historia econ¨®mica de Espa?a y Am¨¦rica Latina, lo explica con m¨¢s detenimiento: "Lo que se conoce como hispanismo tiene mucho que ver con el estudio de la cultura espa?ola, pero la corriente de la que formamos parte no busca tanto la explicaci¨®n de lo que ha ocurrido en fuentes literarias, por ejemplo, sino en fuentes documentales. Nuestros m¨¦todos son los de los historiadores, y queremos que la historia entre en la historia, y que no sea simplemente una colecci¨®n de interpretaciones de materiales que proceden del mundo de las ideas".
Han estado con don Felipe en la Casa de Am¨¦rica, pero vinieron a Madrid porque aqu¨ª, en la Universidad Complutense, se celebra el 34? Congreso de la Society for Spanish and Portuguese Historical Studies, una de esas asociaciones que dinamizan la vida acad¨¦mica estadounidense y que tan poca tradici¨®n tienen en Espa?a. El programa de convocatorias del encuentro tiene 15 folios, y participan estudiosos de aqu¨ª y de lugares muy distintos del mundo.
Para estos historiadores se trata, sobre todo, de "una reuni¨®n de viejos amigos", en la que hablan de su ocupaci¨®n esencial, su gran pasi¨®n, la historia de Espa?a. "Formamos parte de una tradici¨®n que empez¨® en los a?os treinta con figuras como Bishko y Hamilton", cuenta S¨¢nchez Albornoz. "Sus estudios sobre la historia medieval y moderna constituyeron aut¨¦nticas revoluciones", dice. El secreto: descender de las alturas de las grandes interpretaciones a la elocuencia de los documentos.
Su mayor contribuci¨®n, gracias a esta perspectiva, ha sido la de romper con la vieja idea de la "singularidad" de la historia de Espa?a. Richard Herr: "Cuando empec¨¦ a estudiar el siglo XVIII, a quien intentaba contestar era a Men¨¦ndez Pelayo. Su visi¨®n de ese periodo estaba construida a partir de la ideolog¨ªa de los ministros de Carlos III, pero lo que a m¨ª me interesaba conocer eran los aspectos econ¨®micos, sociales, culturales y pol¨ªticos que influ¨ªan en una Ilustraci¨®n que en Espa?a ven¨ªa cargada con fuertes elementos cat¨®licos. Se trataba adem¨¢s de buscar las conexiones de la historia de este pa¨ªs con lo que suced¨ªa en Europa".
"La Guerra Civil tampoco se puede entender sin tener en cuenta el contexto europeo", a?ade Jackson. "Muchas veces se ha querido explicar como el resultado inevitable del conflicto entre las dos viejas Espa?as, la cat¨®lica, tradicional y mon¨¢rquica enfrentada a la heredera de la Ilustraci¨®n, pero en aquel momento en toda Europa resonaban las proclamas nazis, falangistas, comunistas y anarquistas. Espa?a no era una isla".
Douglas Wheeler es el responsable de haber hecho con Portugal lo que otros de sus colegas han hecho con la historia de Espa?a. Es decir, sacarla del gueto de lo excepcional y contar su pasado como se cuenta, se explica y se estudia el pasado de cualquier pa¨ªs europeo. Wheeler ha salido a la b¨²squeda del Portugal moderno y ha analizado su conflictiva relaci¨®n con sus colonias, su rep¨²blica o la dictadura de Salazar. "En la configuraci¨®n de la identidad portuguesa ha pesado durante mucho tiempo su antigua vocaci¨®n imperial. La idea de haber salido fuera de sus fronteras y haber explorado el mundo antes que otros pa¨ªses ha sido para ellos muy importante. Con los a?os, la idea imperial y el catolicismo han perdido fuerza frente a la fuerza de las ideas modernizadoras".
No, la historia de Espa?a no ha sido diferente. Joan Connelly Ullman se acuerda de Luis Lucia. "Era miembro de la CEDA [el partido de derechas m¨¢s fuerte de la Rep¨²blica], pero era tambi¨¦n un republicano convencido. Su soluci¨®n a los problemas de Espa?a no pasaba por la violencia de la insurrecci¨®n de Franco. Es decir, hab¨ªa la posibilidad de que las cosas hubieran ocurrido de distinta manera", comenta. Y Gabriel Jackson a?ade: "Es importante subrayarlo. Hab¨ªa esa posibilidad, pero s¨®lo como posibilidad".
"Hay que salir definitivamente de esa idea de que la historia debe contarse desde cada nacionalidad", insiste Nicol¨¢s S¨¢nchez Albornoz. "Los acontecimientos afectan a pa¨ªses muy distintos y cada vez resulta m¨¢s absurda esa idea de que 'Espa?a es diferente'. No lo es. ?sa fue una f¨®rmula que invent¨® la dictadura para justificar sus resistencias al cambio, a que Espa?a se democratizara". "Y sirvi¨® tambi¨¦n para llenar sus playas de turistas", a?ade Joan Connelly Ullman.
Ah¨ª est¨¢n, con toda su larga experiencia detr¨¢s, estos cinco historiadores. No son m¨¢s que la punta del iceberg de una larga tradici¨®n de nombres ilustres que han sabido releer y volver a contar el pasado de Espa?a desde una perspectiva cient¨ªfica, m¨¢s cerca de los documentos y m¨¢s lejos de los viejos mitos. Han abierto caminos (o han ayudado a abrirlos). Son amigos y disfrutan con lo que hacen. "Todav¨ªa queda mucho por investigar", dice S¨¢nchez Albornoz. "Se est¨¢n abriendo nuevos archivos y ah¨ª est¨¢ el desaf¨ªo de investigar la historia de la represi¨®n, la que desencadenaron los que ganaron la guerra. Queda a¨²n mucho por contar".
Babelia
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