Negr¨ªn no depend¨ªa de Mosc¨²

La guerra civil espa?ola iba a empezar. Aquel joven canario que march¨® a Europa en su temprana adolescencia y que en 1914, con 22 a?os, entr¨® en contacto con los grandes desaf¨ªos hist¨®ricos del siglo XX, se aprestaba a vivir la m¨¢s terrible experiencia de Espa?a en la plena madurez de su vida, entre los 44 a?os que ten¨ªa en 1936 y los 47 a?os con que se ver¨¢ forzado a marchar al exilio, en 1939.

Como es sabido, la "gran culpa" que cargaron sobre Negr¨ªn sus detractores fue la de haber puesto a la Rep¨²blica en una fatal dependencia de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y, por ende, de los comunistas espa?oles. Y sin embargo, un somero an¨¢lisis de la obra de gobierno de Largo Caballero demuestra, como poco, la injusticia de atribuir toda esa responsabilidad a la sola acci¨®n de Negr¨ªn.

En la crisis que acab¨® con el Gobierno de Largo participaron no s¨®lo los comunistas, que 'instrumentalizaban' a Negr¨ªn, sino todos los partidos republicanos

Largo dijo que el nombre de Negr¨ªn para la jefatura del Gobierno, y al que present¨® siempre "como un c¨ªnico consumado", hab¨ªa sido sugerido por Prieto, y no por los comunistas

Para formar Gobierno, Largo puso como condici¨®n la presencia de ministros comunistas, pensando probablemente en su sempiterna batalla contra los l¨ªderes centristas del PSOE

En efecto, Negr¨ªn fue primero acusado de haber entregado la Rep¨²blica a los comunistas, pero no est¨¢ de m¨¢s traer a la memoria que hasta el mismo [historiador] Bolloten tuvo que reconocer que Negr¨ªn no hizo ninguna acci¨®n de gobierno que no hubieran hecho ya previamente Largo Caballero y/o Prieto, y que, en todo caso, su culpa fue por el "grado" de entrega de su pol¨ªtica, no por su novedad. En efecto, en este cap¨ªtulo quedan claras algunas cosas sobre los comunistas y Largo que debieran hacer reflexionar sobre la pol¨ªtica de supuesta entrega de Negr¨ªn a Mosc¨². As¨ª veremos que Mosc¨² no quer¨ªa un Gobierno obrero, como pretend¨ªa inicialmente Caballero, ni mucho menos que lo presidiera ¨¦ste, sino que intent¨® promover un "Gobierno de defensa nacional" encabezado por Giral. Fue Largo Caballero, y no otro, quien puso como condici¨®n para formar Gobierno la presencia de ministros comunistas. Entonces -y enlazando con una l¨ªnea de fractura existente en el movimiento socialista espa?ol desde el final de la revoluci¨®n de octubre de 1934-, Largo pens¨® probablemente en su sempiterna batalla contra los l¨ªderes centristas que ocupaban la ejecutiva del partido, y quiso por ello reforzarse pol¨ªticamente asociando a su gobierno, o m¨¢s bien a su liderazgo, a los otros camaradas marxistas, los comunistas. En esa din¨¢mica de crisis larvada del socialismo espa?ol, al formar su primer Gobierno el 4 de septiembre de 1936, Largo actu¨® en todo momento como presidente de UGT, y fue a presidir aquel Gobierno en calidad de tal, de la misma manera que Galarza y Vayo fueron designados por UGT, mientras que Prieto, Negr¨ªn y De Gracia lo fueron por la ejecutiva del PSOE. Sin embargo, no se suele mencionar que para cuando Largo llam¨® a Lamoneda (secretario general del PSOE) para colaborar, ya se hab¨ªa puesto de acuerdo con los comunistas en la f¨®rmula de gobierno. As¨ª que no est¨¢ de m¨¢s evocar que quien llev¨® a los comunistas al Gobierno por primera vez en una democracia occidental ?fue Largo Caballero, y no Negr¨ªn!

Adem¨¢s, ?no convendr¨ªa echar la mirada un poco m¨¢s atr¨¢s y recordar que fue Largo Caballero el que propugn¨® la bolchevizaci¨®n del PSOE, en 1935, mediante una fusi¨®n con los camaradas comunistas; que fue Largo el que reclam¨® la incorporaci¨®n de los comunistas en las candidaturas del Frente Popular, en 1936, como condici¨®n de la suya propia, y, en fin, que todav¨ªa el 6 de enero de 1937 apelaba desde Claridad a la "unidad marxista" de todo el proletariado espa?ol?

Al revisar su obra de gobierno se podr¨¢n observar varios hechos importantes que deber¨ªan conducir a una mayor prudencia de juicio. Primero, al hablar del ej¨¦rcito, observaremos una estructura de mandos no desfavorable al PCE precisamente, lo cual deber¨ªa hacer pensar sobre la supuesta entrega del ej¨¦rcito al PCE realizada por Negr¨ªn. Si vamos a la cuesti¨®n del armamento de aquel ej¨¦rcito, se ver¨¢ que fue Largo, y no Negr¨ªn, quien solicit¨® la ayuda militar y log¨ªstica a la URSS. Y por ¨²ltimo, si nos sentimos asombrados por la presencia m¨¢s que notable de "asesores" sovi¨¦ticos, militares y civiles (NKVD), durante la guerra, no debi¨¦ramos pasar por alto que fue, una vez m¨¢s, Largo, y no Negr¨ªn, el que solicit¨® su presencia en Espa?a al embajador [sovi¨¦tico] Rosenberg.

Es cierto que Largo Caballero se sinti¨® cada vez m¨¢s alarmado por la presi¨®n absorcionista del PCE (a cuyo encumbramiento, por cierto, hab¨ªa contribuido ¨¦l sin darse cuenta), y que acab¨® enfrentado a los comunistas. Pero, como se ver¨¢, dicho enfrentamiento no se produjo s¨®lo con ellos, ni principalmente, y no tuvo lugar por un supuesto de que no sirviera a los planes de dominaci¨®n de Stalin en Espa?a, sino por razones puramente internas de eficacia pol¨ªtica y militar.

Negr¨ªn fue tambi¨¦n acusado de haber sido el responsable de la escisi¨®n fatal del movimiento socialista espa?ol durante la guerra. Pero en realidad habr¨ªa que recordar que toda la historia del PSOE durante la II Rep¨²blica, desde 1931, fue una historia de rupturas y de fraccionamientos, y que, por ello mismo, la crisis interna fue muy anterior a la presi¨®n absorcionista del PCE. ?No fue en mayo de 1937 infinitamente m¨¢s responsable Prieto que Negr¨ªn -que en nada particip¨®, sino en su resultado- de haber propiciado la crisis del Gobierno de Largo Caballero? Si entonces lo hizo fue porque Prieto (y la ejecutiva del PSOE) pensaba que otra pol¨ªtica diferente a la de Largo, la pol¨ªtica representada por ¨¦l mismo y por Negr¨ªn y Aza?a, era a¨²n posible. Pero despu¨¦s de su nula viabilidad, ?hab¨ªa otra pol¨ªtica posible que la que represent¨® Negr¨ªn, y con la que inicialmente estuvieron de acuerdo tanto Prieto como Aza?a? Probablemente no, y por eso nadie la intent¨® seriamente, ni siquiera Prieto. Todo qued¨® en una cascada de acusaciones contra Negr¨ªn como principal causante de la divisi¨®n interna de los socialistas, pero visto en perspectiva hist¨®rica es, desde mi punto de vista, una acusaci¨®n muy endeble, e injusta, por cuanto exime a Largo y a Prieto de responsabilidad por lo que ellos mismos hicieron con anterioridad.

Dejo por el momento en cuarentena la tesis de que Negr¨ªn condujo a la Rep¨²blica a un final catastr¨®fico de la guerra por su obstinada pol¨ªtica de "resistencia a ultranza". Desde el primer momento, todos los dirigentes republicanos (incluido Aza?a) estuvieron de acuerdo en que para enfrentar una guerra moderna era necesaria una movilizaci¨®n total, primero, para resistir y, eventualmente, para triunfar. No otro fue el sentido dado al programa de gobierno del primer Gabinete de Largo Caballero, el apellidado como "Gobierno de la Victoria". Es cierto que hab¨ªa diferencias en cuanto a las razones para resistir, pero no en cuanto a la voluntad de hacerlo. Que Negr¨ªn lo hiciera finalmente con menos concursos pol¨ªticos que los que, por cierto, tuvo Largo Caballero no lo convierte en el instrumento oculto de nada ni de nadie. Pero el grado de obstinaci¨®n de sus detractores, al acusar a Negr¨ªn por haber "resistido" como lo hizo, conduce a una lectura en que su decisi¨®n de hacer la guerra se convierte en un delito.

Por ¨²ltimo, queda patente que en la crisis pol¨ªtica que acab¨® con el Gobierno de Largo Caballero participaron no s¨®lo ni principalmente los comunistas, instrumentalizando supuestamente a Negr¨ªn, sino todos los partidos republicanos, y sobre todo sus compa?eros socialistas, que ?nada menos que presentaron al PCE un borrador de un nuevo Gobierno con Negr¨ªn como jefe del mismo! O sea, que Negr¨ªn no fue propuesto por los comunistas, a las ¨®rdenes de Staschesky u Orlov, y siguiendo los designios de Mosc¨², sino ?por la ejecutiva del PSOE!

La crisis de Largo Caballero

En la noche del 17 de mayo de 1937 qued¨® constituido el primer Gobierno de Juan Negr¨ªn. Se ha dicho hasta la saciedad que Negr¨ªn era pol¨ªticamente un desconocido, y que su elecci¨®n fue una aut¨¦ntica sorpresa para todos. Este argumento, junto a posteriores testimonios de sus adversarios pol¨ªticos, ha servido para presentar el acceso de Negr¨ªn a la jefatura del Gobierno como producto de una oscura maniobra dirigida por los comunistas. Jes¨²s Hern¨¢ndez, "el ministro estalinista" -como ¨¦l mismo se calific¨®-, cuyo testimonio s¨®lo vale en lo que revela la contumaz necesidad de exorcizar su pasado que tiene el converso al anticomunismo, presenta el hecho como una victoria suya "resonante", llegando incluso a recrear una secreta conversaci¨®n entre ambos en la que la entrega de Negr¨ªn habr¨ªa quedado acordada. Prieto, m¨¢s tarde, cuando sus relaciones con Negr¨ªn se hab¨ªan roto definitivamente, admiti¨® la tesis de que el acceso de ¨¦ste a la presidencia del Gobierno se hab¨ªa debido a que era "el hombre de los comunistas", y difundi¨® con especial ah¨ªnco aquella especie durante casi veinticinco a?os. Pero lo curioso del caso es que Caballero, que present¨® siempre a Negr¨ªn como "hecho un c¨ªnico consumado" y al presidente de la Rep¨²blica "dominado siempre por el miedo", dijo que el nombre de Negr¨ªn fue sugerido por Prieto, y no por los comunistas.

La versi¨®n dominante, seg¨²n la cual la ca¨ªda de Largo Caballero y la promoci¨®n de Negr¨ªn fueron decididas por los sovi¨¦ticos, ha rodado durante a?os por la historiograf¨ªa y la public¨ªstica, sin que se le hayan opuesto demasiados reparos. Incluso se ha fechado a comienzos del mes de marzo de 1937 una supuesta reuni¨®n del Bur¨® Pol¨ªtico del PCE, celebrada en Valencia, en la que una delegaci¨®n de Mosc¨² -compuesta por Stepanov, Codovilla, Ger?, Marty, Togliatti, Orlov y Gaikis, es decir, la plana mayor en Espa?a de la Internacional Comunista, de la NKVD y de la diplomacia sovi¨¦tica- habr¨ªa ordenado a sus camaradas espa?oles atacar decididamente a Caballero y sustituirlo por Negr¨ªn.

El relato que ha servido para sostener la existencia de aquella reuni¨®n ha sido, una vez m¨¢s, el libro de Jes¨²s Hern¨¢ndez Yo fui un ministro de Stalin, utilizado como fuente historiogr¨¢fica de toda validez por Burnett Bolloten y difundido una y otra vez. Seg¨²n Hern¨¢ndez, en la reuni¨®n, Togliatti, el verdadero peso pesado de los moscovitas, present¨® la destituci¨®n de Largo Caballero como el objetivo principal a corto plazo. En contra se pronunciaron los espa?oles Jos¨¦ D¨ªaz, el secretario del PCE, temeroso de que aquello los enemistara con la mayor¨ªa del partido socialista, bajo la acusaci¨®n de pretender la hegemon¨ªa pol¨ªtica y militar, y, c¨®mo no, el mismo Hern¨¢ndez. En cambio, Uribe, Checa, Pasionaria y Mije, miembros del Bur¨® Pol¨ªtico, cargaron contra Caballero y se mostraron de acuerdo con Stepanov cuando advirti¨® a D¨ªaz y Hern¨¢ndez de que defend¨ªan una mala causa, porque "no era Mosc¨², sino la 'historia', la que condenaba a Largo Caballero". Togliatti, a quien Hern¨¢ndez describe como "la artiller¨ªa pesada" de la delegaci¨®n, habl¨® entonces: "Sus palabras no fueron, como pod¨ªa esperarse, para polemizar o convencer, no; fueron ¨®rdenes que se nos transmit¨ªan desnudas de eufemismos, limpias de discreci¨®n... 'Propongo comenzar inmediatamente la campa?a para ablandar la posici¨®n de Caballero. Debemos comenzar con un gran mitin en Valencia', donde el camarada Hern¨¢ndez har¨¢ el discurso".

Pero adem¨¢s, para completar la versi¨®n de los comunistas dirigiendo la escena pol¨ªtica de principio a fin, Togliatti habr¨ªa declarado al t¨¦rmino de la reuni¨®n: "En cuanto al sucesor de Caballero... creo que debemos proceder a elegirlo por eliminaci¨®n. ?Prieto? ?Vayo? ?Negr¨ªn? De los tres, Negr¨ªn puede ser el m¨¢s indicado. Ni es anticomunista como Prieto, ni tonto como Del Vayo".

La versi¨®n de Hern¨¢ndez contiene inexactitudes de tal magnitud que restan toda credibilidad a la misma. Alexander Orlov -a quien Hern¨¢ndez describe como un hombre "de casi dos metros de estatura, elegante y fino en sus maneras"- siempre neg¨® su presencia en la reuni¨®n, lo cual, a juzgar por la inexacta descripci¨®n f¨ªsica que hizo Hern¨¢ndez del ruso, parece descartarla efectivamente: el soviet¨®logo Bertram D. Wolfe, que conoci¨® a Orlov muchos a?os despu¨¦s de su defecci¨®n a Estados Unidos, dijo que ¨¦ste, "a quien entrevist¨¦ en varias ocasiones, era unos treinta cent¨ªmetros m¨¢s bajo, mucho m¨¢s bajo que Hern¨¢ndez, de hombros anchos y un tanto corpulento. Y su aspecto no era ni elegante ni distinguido". Pero m¨¢s importante es que Orlov tambi¨¦n neg¨® que hubiera asistido Togliatti, sencillamente porque todav¨ªa no hab¨ªa llegado a Espa?a como delegado principal de la Internacional y, como dijo el mismo Orlov, "sin Togliatti, esa reuni¨®n imaginaria se derrumba con todos los fant¨¢sticos adornos de Hern¨¢ndez". Seg¨²n el propio testimonio de Togliatti, ¨¦l lleg¨® a Espa?a en julio de 1937, con lo que, evidentemente, no pudo haber asistido a esa supuesta reuni¨®n. Esto no es ¨®bice para que testimonios tan poco imparciales como los de los anticomunistas Adolfo S¨¢nchez V¨¢zquez, Justo Mart¨ªnez Amutio y el inefable Juli¨¢n Gorkin hayan servido como aval para sostener que Togliatti estuvo en Espa?a desde el principio de la guerra y que, por tanto, la versi¨®n de la reuni¨®n era cierta. Pues bien, si esto fuera como se pretende, ?c¨®mo explicar que Togliatti, cuyos informes a Mosc¨² fueron siempre pormenorizad¨ªsimos y muy frecuentes, escribiera el primero de ellos el 30 de agosto de 1937 y no entonces? ?C¨®mo entender que, de haber estado, no hiciera menci¨®n de asunto tan importante como una crisis de gobierno de aquella magnitud? Adem¨¢s, lo que demuestra la falsedad del tema ha quedado de manifiesto en la ausencia de rastros de la reuni¨®n, y de los personajes, en la nueva documentaci¨®n hoy accesible. Desde que en 1991 y 1992 empezaron a abrirse los archivos militares del Estado ruso, y se tuvo acceso a los documentos de la Komintern, del Politbur¨® y de los servicios de espionaje, aquella reuni¨®n, al menos en los t¨¦rminos y con los asistentes descritos, no ha dejado ni un solo rastro, lo que la invalida absolutamente. Es posible que si la reuni¨®n tuvo lugar, tanto Stepanov como Codovilla asistieran -ellos s¨ª estaban en Espa?a entonces-, pero en ning¨²n caso fue aqu¨¦lla, como pretende Bolloten, "la reuni¨®n hist¨®rica en la que se decidi¨® la suerte de Largo Caballero".

Largo Caballero dimiti¨® de su puesto de jefe de Gobierno despu¨¦s de una serie de peripecias pol¨ªticas y de impericias del l¨ªder obrero. Contra lo que cabr¨ªa imaginar, y como ha quedado claro en el cap¨ªtulo anterior, no hubo una voluntad manifiesta de expulsarle del Gobierno; s¨®lo se pretend¨ªa una mayor eficacia del aparato gubernamental y, sobre todo, de la m¨¢quina militar, y, a ojos de todos los partidos pol¨ªticos del Frente Popular, Largo no pod¨ªa -y, adem¨¢s, no deb¨ªa-, manejar a la vez la Jefatura del Gobierno y el Ministerio de la Guerra. Uno de sus fieles hasta entonces, ?lvarez del Vayo, acusado de comunista encubierto por el mismo Largo tiempo despu¨¦s, mand¨® una carta a Araquist¨¢in el 27 de febrero de 1937 pidi¨¦ndole a ¨¦ste interceder ante Largo para convencerle de que no dimitiera, "porque si no, es el fin". Separar funciones era lo que se pretend¨ªa; reducir sus poderes a la nada fue lo que interpret¨® Largo. En cualquier caso, lo que qued¨® claro en la etapa previa a la dimisi¨®n de Largo Caballero fue que el ambiente pol¨ªtico estaba enrarecido y que todo el mundo reclamaba cambios.

Entre los d¨ªas 7 y 8 de mayo, Aza?a anot¨® varias entrevistas con republicanos, socialistas y comunistas en las que todos expresaron su descontento con Largo Caballero. Giral, en representaci¨®n de los partidos republicanos, le dijo que tanto los republicanos como los socialistas y comunistas estaban persuadidos de que la situaci¨®n no pod¨ªa prolongarse, y que los comunistas, disconformes con la pol¨ªtica de Guerra y de Orden P¨²blico, se preparaban a darle la batalla a Largo en el primer Consejo que se celebrase. Giral le asegur¨®, adem¨¢s, que los republicanos, socialistas y comunistas "formaban una pi?a que facilitar¨ªa cualquier soluci¨®n", lo que le permiti¨® concluir a Aza?a que, "aunque Giral no se explic¨® m¨¢s, comprend¨ª que las conversaciones (sic) entre los tres partidos estaban muy adelantadas". Pero lo m¨¢s destacable de la conversaci¨®n fue que Giral le puso al corriente de que todos estaban de acuerdo incluso en el procedimiento a seguir, y en la salida a tomar: "Me dijo que en el pr¨®ximo Consejo, los comunistas tomar¨ªan la iniciativa pidiendo una rectificaci¨®n pol¨ªtica, que de no obtenerla se retirar¨ªan del Gobierno (y que) los socialistas y los republicanos los apoyar¨ªan en su demanda". Visitaron a Aza?a los socialistas Cordero y Vidarte, y los comunistas D¨ªaz y Pasionaria, con la misma queja: ineptitud de Largo, desorden p¨²blico, entrega de Largo a la CNT, influencia perniciosa del cortejo personal de Largo, falta de autoridad, de iniciativa, etc¨¦tera.

Conspiraci¨®n desde Mosc¨²

Hubo, pues, un descontento generalizado, y no una conspiraci¨®n comunista dirigida desde Mosc¨²; hubo, adem¨¢s, el malestar de los socialistas por la intromisi¨®n de los sindicatos en las tareas de gobierno propias de los partidos; y hubo, por fin, los sucesos de Barcelona de mayo de 1937, colmando la indignaci¨®n y la alarma de todos. De manera que o bien se correg¨ªa la situaci¨®n o, "siguiendo as¨ª", como anot¨® Aza?a, "¨ªbamos a la cat¨¢strofe". El enorme quebranto que para la estabilidad del campo republicano supuso la insurrecci¨®n de Barcelona de anarcosindicalistas y comunistas disidentes del POUM puso al conjunto de las fuerzas pol¨ªticas al cabo de la situaci¨®n de que para ganar la guerra era preciso tomar medidas en¨¦rgicas que pusieran orden en la retaguardia. La crisis de gobierno estall¨® en el Consejo de Ministros del 13 de mayo. Los dos ministros comunistas plantearon las cuestiones de fondo sobre pol¨ªtica militar y orden p¨²blico, propugnando la disoluci¨®n del POUM. Largo no quiso entrar en las cuestiones militares, redujo los hechos de Barcelona a una cuesti¨®n entre sindicales y partidos de Catalu?a que no afectaban al Gobierno y se neg¨® en rotundo a disolver el POUM. Seg¨²n le contaron Giral y Prieto a Aza?a, la reuni¨®n estuvo marcada por "una inusitada violencia y groser¨ªas". Largo llam¨® a los comunistas embusteros y calumniadores, y Prieto tuvo que salir de la sala del Consejo, por no encontrarse bien, para volver m¨¢s tarde y tomar asiento en un sill¨®n cerca del balc¨®n. Pero las quejas no fueron s¨®lo de los comunistas, sino que los socialistas, por boca de Negr¨ªn, hab¨ªan apoyado sus tesis, y tambi¨¦n los republicanos. Los comunistas se ausentaron entonces de la reuni¨®n, abriendo una crisis sobre la que insisti¨® gravemente Prieto ("Mira, Caballero, la crisis ha quedado abierta y el presidente debe ser informado", le dijo a su correligionario), ya que Largo pretend¨ªa resolver sin ellos. Acompa?ado de Llopis y de Galarza, Largo Caballero se dirigi¨® a la Capitan¨ªa General, sede de la Presidencia de la Rep¨²blica en Valencia, y all¨ª comunic¨® su dimisi¨®n a Aza?a.