El 'show' de Sed¨¢n
Un ciclista con collar¨ªn, otro con la clav¨ªcula fisurada y un tercero con fiebre protagonizan la etapa
Pasen y vean. Esto es el Tour. Esto es un show permanente. Real como la vida misma. Y tambi¨¦n exagerado, magnificado, dislocado. Triste, alegre y deprimente. Aqu¨ª hay de todo. No lo duden, as¨®mense al Tour del Centenario. Esto es el verdadero deporte espect¨¢culo, y no Beckham con sus pantalones rasgados y sus pies descalzos, como la condesa.
Tyler Hamilton, un americano de Colorado, bajito, menudo y pecoso, que hab¨ªa ayudado a Armstrong a ganar tres Tours antes de establecerse por su cuenta e intentar ganarlos ¨¦l -como se recuerda desde el episodio de la biograf¨ªa de Armstrong titulado algo as¨ª como la defecci¨®n de mi mejor general- se cay¨® en la primera etapa y se dio duro en la clav¨ªcula izquierda, la misma que se hab¨ªa roto en el Giro de 2002.Le dol¨ªa y mucho. Fue r¨¢pido al hospital. Placas. Radiograf¨ªa. La clav¨ªcula est¨¢ rota, le dijeron. Deber¨¢s abandonar. Ni pensarlo, respondi¨® ¨¦l, antes quiero ver c¨®mo paso la noche. Oh milagro. Hamilton se levant¨® ayer y aunque le segu¨ªa doliendo el hombre, notaba que algo hab¨ªa ocurrido. Y ocurri¨®. En realidad la clav¨ªcula no estaba rota, sino que s¨®lo sufr¨ªa una fisura. Dolorosa, s¨ª, pero no incapacitante. Lleg¨® Hamilton en el autob¨²s de su equipo, el dan¨¦s CSCD, a la salida de la etapa, y entonces comenz¨® el primer show del d¨ªa. Una multitud de periodistas, fot¨®grafos y c¨¢maras de televisi¨®n rodeaban el veh¨ªculo. Toda la publicidad para el CSC. Cualquier persona que bajara del autob¨²s era asaltada. Sal¨ªa Andrea Peron, su gregario italiano, y micr¨®fono a la boca: "Va a intentar salir, pero no s¨¦, no s¨¦... Termin¨® el a?o pasado segundo el Giro con una fractura, pero era en un extremo del hueso, no en la mitad como ahora, no s¨¦, no s¨¦...". Sal¨ªa Carlos Sastre, su col¨ªder espa?ol, y micr¨®fono a la boca. "No s¨¦, no s¨¦... No creo que dure mucho en el Tour, pero el hecho no cambia nada para m¨ª. Yo ven¨ªa con libertad de hacer mi carrera y as¨ª seguir¨¦".
Alrededor se o¨ªa tambi¨¦n el revuelo de la gente hojeando las enciclopedias del ciclismo a toda velocidad. Oh, la, la. Qu¨¦ valor. El ciclista heroico. El regreso a los tiempos de los pioneros, cuando se corr¨ªa por rabia y por amor, cuando el Tour era m¨¢s importante que la vida, cuando el ciclismo val¨ªa m¨¢s que el dolor. Oh, la, la, como Honor¨¦ Barth¨¦l¨¦my, que en 1919 sufri¨® una ca¨ªda y se rompi¨® la clav¨ªcula y no pod¨ªa tirar del manillar con la mano y ten¨ªa que llevarlo atado, y as¨ª fue capaz de subir el Galibier, el Allos y otros puertos alpinos m¨¢s. Cuentan que tambi¨¦n ten¨ªa una herida en el ojo, que un trozo de s¨ªlex se le hab¨ªa clavado. Honor¨¦ perdi¨® finalmente el ojo -le pusieron uno de cristal, del que dijo: "¨¦ste no se cansar¨¢"-, pero aquel Tour termin¨® quinto. Y, mientras un equipo de televisi¨®n americana -claqueta e iluminaci¨®n profesional incluida- se preparaba para rodar la partida de Hamilton, para mayor alegr¨ªa de su patrocinador, otros antiguos ense?an otra fotograf¨ªa en blanco, la de Fiorenzo Magni, en la cronoescalada de San Luca, sobre Bolonia, en el Giro de 1956, doblado sobre la bicicleta, la mano derecha agarrando el manillar y la izquierda doblada en cabestrillo. Una punta de un trozo de tubular est¨¢ atada al lado izquierdo del manillar, la otra punta la lleva entre los dientes el ciclista, la muerde con fuerza para tirar de la bici en la subida para soportar el dolor. Magni acab¨® segundo aquel Giro.
"Pero yo no s¨¦ si podr¨¦ acabar el Tour", dijo Hamilton en la llegada -nueva sesi¨®n de rodaje estelar-. "He sufrido much¨ªsimo [la etapa fue de 204 kil¨®metros, m¨¢s de cinco horas sobre la bicicleta] y por eso decidir¨¦ d¨ªa a d¨ªa. Ahora mi m¨¢ximo objetivo es poder llegar a la contrarreloj por equipos del mi¨¦rcoles para ayudar a Sastre". O para frenarle. Hamilton debi¨® parar en el kil¨®metro 20 para que el m¨¦dico del equipo le curara y poder seguir.
Tanto tumulto informativo, tanta c¨¢mara concentrada en Hamilton debi¨® de despertar la envidia de otro equipo, del FDJeux.com, que tambi¨¦n tiene su corazoncito y su corredor casi impedido. Jimmy Casper, un sprinter tipo bola, fornido y musculoso, fue el otro protagonista de la etapa, otro rival para los focos, ya que no se le ocurri¨® otra cosa que correrla con un collar¨ªn en el cuello, con la rigidez de una esfinge, con el peligro que eso supone. Mirando al frente, sin poder girar la cabeza, Casper, otro damnificado de la ca¨ªda del primer d¨ªa, viaj¨® en bicicleta de La Fert¨¦ en Sed¨¢n, poniendo en peligro su integridad ya desintegrada y tambi¨¦n la ¨ªntegra de sus colegas, que, respetuosos y temerosos de una ca¨ªda en cualquier momento guardaron a su alrededor una distancia de seguridad de un metro. En esa burbuja viaj¨® Casper, quien s¨®lo desde la distancia -pues lleg¨® a m¨¢s de 10 minutos- pudo seguir la victoria en el sprint de su compa?ero de equipo australiano Baden Cooke, el ni?o malo del pelot¨®n. El d¨ªa malo del Rabobank, que no se sum¨® al show y retir¨® de la carrera a sus dos ca¨ªdos del d¨ªa anterior, Lotz y Leipheimer, fue el d¨ªa perfecto para el equipo de Marc Madiot, el d¨ªa sim¨¦trico: fue protagonista por delante, con Cooke, y por detr¨¢s del pelot¨®n, con Casper.
Entre todos dejaron en segundo plano la cuesti¨®n deportiva, que, sin embargo, ofreci¨® asuntos interesantes, como un demarraje del grillo Bettini en un repecho con Sed¨¢n a la vista, intento de ataque que fue proseguido por el despechado Millar. La cosa sonaba a importante, pero Lance Armstrong, que sigue jugando al escondite, no se mostr¨® a la vista. S¨ª se vio a Beloki, f¨¢cil de pedal. R¨¢pido.
Termin¨® la etapa, pero no se acab¨® el espect¨¢culo. Doce minutos despu¨¦s del ganador cruz¨® la meta Paolo Fornaciari, un gigant¨®n que llevaba a su rueda a un alica¨ªdo Danilo di Luca. La estrella italiana que debuta en el Tour est¨¢ corriendo con fiebre y dolores. Otro tullido m¨¢s, pero en Fornaciari tiene un amigo preocupado que, para intentar animarle, se solt¨® a voz en grito, y con la m¨²sica de Guantanamera, y levantando los brazos para contagiar al personal, y dando palmas acompasadas, a cantar algo as¨ª como: "Forza Di Luca, Di Luca vince la tappa, vince la tappa, Di Luca vince la tappa...". Di Luca lo miraba, y hund¨ªa m¨¢s la cabeza entre los hombros, si cabe.
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