Hasta los urinarios posaban
Una noche de 1932, Gyula Hal¨¢sz, h¨²ngaro nacido en el a?o 1899, en la ciudad de Brasso (de donde tom¨® su nombre de artista: Brassa?), le hizo una fotograf¨ªa a dos prostitutas en un bar del bulevar Rochechouart, metro Pigalle. Todo en la fotograf¨ªa ocupa su lugar: los dados sobre la barra, el reflejo borroso de la cara de un hombre en el espejo, las botellas s¨®lo llenas de luz y en un ¨¢ngulo el punz¨®n de las comandas rebosante, o sea que el negocio va bien. Ellas, de medio cuerpo: j¨®venes, hermosas, sonrientes, alfabetizadas y virginales. ?Putas? Un par de sufragistas. O dos alumnas de arte dram¨¢tico, con Jouvet.
En un d¨ªa impreciso, situado entre los a?os 1958 y 1960, el contable Joan Colom, vecino del barrio chino de Barcelona y aficionado a la fotograf¨ªa, se fija en un prominente pecho de mujer que surge de un negro umbral de su barrio. El pecho, aut¨®nomo de su cuerpo, prostituto por s¨ª mismo, apunta al callej¨®n y en concreto a un difuso grupo de hombres. Gotea la ropa tendida en los balcones y si uno acerca la nariz a la fotograf¨ªa puede distinguir el olor a or¨ªn y lej¨ªa. El cr¨¦dito fotogr¨¢fico de este pecho, y de todos los pechos, culos y ojos bizcos de Colom, especifica que est¨¢ hecho con gelatinobromuro. Tambi¨¦n las fotos de Brassa? se deben a la misma t¨¦cnica. Pero en ellas se nota s¨®lo la gelatina.
Es irrevocable que Par¨ªs posaba sin necesidad de su fot¨®grafo
De Brassa? y Par¨ªs surge una emulsi¨®n y del catal¨¢n, un espantoso fogonazo
Colom llevaba su Leica camuflada, disparando mientras caminaba, sin encuadrar
Un grupo de fotograf¨ªas de
Brassa?, concretamente 27, del Par¨ªs canalla de los a?os treinta, se incluyeron en la primera edici¨®n (1956) del libro Quiet days in Clichy, de Henry Miller. La suave eufon¨ªa del t¨ªtulo ya remata la percepci¨®n de la vida floja que el sentido anuncia. Y casi no es preciso el calambur para reconocer en ¨¦l la insolente indolencia de la que masca chicle como hace el amor. D¨ªas tranquilos y libres. Sexo mientras se oye en la habitaci¨®n el eco amortiguado de las calles. Brassa? y Miller se hab¨ªan conocido mucho antes. Cuando el fot¨®grafo trabajaba en Par¨ªs la nuit, su primer y maravilloso libro de fotos, sobre cuyos adoquines Paul Morand escribi¨® el texto, Miller iba a verle con frecuencia. En su ensayo El ojo de Par¨ªs, describe su impresi¨®n ante el estudio: "Cu¨¢l no fue mi sorpresa al ver all¨ª, sobre su cama, mil r¨¦plicas de cada escena, de cada calle, cada muro, cada pedazo del Par¨ªs donde yo mor¨ªa y renac¨ªa".
A principios de los a?os sesenta, y por iniciativa de Esther Tusquets y su Lumen, le pasaron a Camilo Jos¨¦ Cela una muestra del trabajo de Joan Colom en el barrio chino de Barcelona. En¨¦rgico, Cela se qued¨® con las fotos de putas y larg¨® el resto. Empez¨® a ilustrar con su fals¨ªa de lengua las fotos de Colom y remat¨® con el t¨ªtulo: Izas, rabizas y colipoterras. Ya se ve s¨®lo con pronunciarlo: un huerto con loza de escupideras. Cela y Colom ni se conocieron. Para qu¨¦. Para poner a las fotos sus pies colipoterros no era preciso. Es lo que tan bien dice Ram¨®n Masats, gran fot¨®grafo aussi, en una carta que le envi¨® a su compadre Colom: "Camilo J. Cela se escaquea, poeta de exteriores, toreo de sal¨®n".
Bien. Sobre oposiciones (ellos las llaman, con toda educaci¨®n, Resonancias) como las que contienen estos cuatro p¨¢rrafos pide una meditaci¨®n la fundaci¨®n Colectania, rec¨®ndita y exquisita (aj¨¢: tal vez vuelva una cierta Barcelona), en el gran trabajo que ha dedicado a los fot¨®grafos Brassa? y Colom y que se traduce en una selecci¨®n de sus respectivas fotograf¨ªas de arrabal correspondientes al Par¨ªs de los treinta y a la Barcelona de los sesenta.
La meditaci¨®n, una oraci¨®n tal
vez, puede ce?irse a las diferencias en los m¨¦todos de trabajo de los dos fot¨®grafos. Al realismo sucio de Colom y a la ¨¦tica estetizante de Brassa?. Al documentalismo del barcelon¨¦s y a la depuraci¨®n del h¨²ngaro. Dice sobre la depuraci¨®n Lola Garrido en el pr¨®logo del excelente cat¨¢logo: "Brassa? era un escritor que recog¨ªa en sus im¨¢genes palabras, para luego en la quietud de su laboratorio reescribir y borrar aquellas que le resultaban insulsas o huecas". Resumiendo la meditaci¨®n dominante: uno llevaba su Leica camuflada, disparando mientras caminaba, muchas veces sin encuadrar: "Es obvio", le escribe Masats, "que el f¨ªsico condiciona la est¨¦tica y, gracias a tu estatura, llevando la Leica M2 baja, sobaquera y al desgaire, con un 35 mm f:l'8 y sin mirar por el visor de la gabardina, has fomentado la preponderancia del culo femenino sobre la teta con rebeca en la fotograf¨ªa actual, espont¨¢nea y callejera". Brassa?, en cambio, usaba modelos profesionales. O mov¨ªa a placer sus piezas callejeras. Hay sospechas incluso (as¨ª me lo dice al o¨ªdo Pepe Font de Mora, el director de la galer¨ªa) ?de que iluminaba!
Yo respeto mucho ese tipo de meditaci¨®n. Y no dudo de que est¨¢ fundada en el an¨¢lisis racional y en la prueba emp¨ªrica. Pero de la contemplaci¨®n de esta exposici¨®n trist¨ªsima (trist¨ªsima para cualquiera que funde su patria en la higiene) surgen no s¨®lo dos fot¨®grafos sino tambi¨¦n dos ciudades. Es probable que Brassa? armara sus paisajes. Pero es irrevocable que Par¨ªs posaba sin necesidad de su fot¨®grafo. Una ciudad donde sus urinarios se exhib¨ªan con orgullosa belleza ("esos peque?os ed¨ªculos de modelos variados, redondos o cuadrados, gr¨¢ciles o extra?os, a menudo barrocos, cargados de uno o varios cimborrios, se parec¨ªan tanto a una garita como a una columna de anuncios o a una pagoda", dej¨® escrito Brassa? en Henry Miller, Los a?os de Par¨ªs) es una ciudad que vive posando, y donde todos sus habitantes, aun en las faenas m¨¢s nimias, descorteses o brutales, se saben actores de un gui¨®n antiguo y melodioso. En la Barcelona de Colom, por contraste, s¨®lo hay hombres. Hombres que no se hab¨ªan visto nunca hasta que lleg¨® Colom.
Es as¨ª como de Brassa? y Par¨ªs surge una emulsi¨®n y del catal¨¢n y Barcelona, un espantoso fogonazo.
A¨²n parpadeamos.
Resonancias. Brassa?-Par¨ªs. Colom-Barcelona. Fundaci¨®n Foto Colectania. Romea, 6. Barcelona. Hasta el 30 de septiembre (cerrado en agosto).
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