Zul¨²es y pecados capitales
?Qu¨¦ comparten un americano y un sueco que escriben novelas de emoci¨®n y suspense relacionadas con polic¨ªas, juristas, v¨ªctimas y criminales? John Grisham (Arkansas, 1955) empieza El rey de los pleitos (The king of torts, 2003) con un asesinato en un callej¨®n de Washington, pero est¨¢ contando una historia sobre abogados millonarios infectados por el mal del dinero: al ¨²ltimo Grisham le interesa menos el crimen que pecados comunes como la soberbia y la codicia. Henning Mankell (Estocolmo, 1948) narra en La leona blanca (Den vita lejoninnan, 1993) la desaparici¨®n de una se?ora en Escania, Suecia, aunque lo que parece un crimen dom¨¦stico en el seno de una ejemplar familia cristiana resulta un mero accidente en una conjura de alcance mundial: la preparaci¨®n de un gran asesinato pol¨ªtico en Sur¨¢frica, el de Nelson Mandela exactamente, en la primavera de 1992.
EL REY DE LOS PLEITOS
John Grisham.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Antonia Menini
Ediciones B. Barcelona, 2003
414 p¨¢ginas. 22 euros
LA LEONA BLANCA
Henning Mankell.
Traducci¨®n de Carmen Montes Cano
Tusquets. Barcelona, 2003
502 p¨¢ginas. 20 euros
Grisham y Mankell, tan distintos, coinciden en fabular sobre lo que podr¨ªa ser sensacional actualidad period¨ªstica. En Washington, capital del pa¨ªs del mill¨®n de abogados, el pobre defensor de oficio Clay Carter recibe una visita diab¨®lica: un hombre de negro y con botas de piel de reptil le ofrece 15 millones de d¨®lares por negociar una indemnizaci¨®n a las v¨ªctimas de cierto f¨¢rmaco que cura la adicci¨®n al crack. El medicamento es muy bueno, pero produce desagradables efectos secundarios, es decir, incontenibles ansias de matar (los pleiteadores ser¨ªan parientes de los asesinados). Es una historia incre¨ªble y espeluznante, un pretexto inicial para que Grisham se ocupe de la industria de las demandas colectivas por da?os y perjuicios: de los abogados de honorarios fant¨¢sticos, incluyendo a una abogada especialista en demandas colectivas contra colegas que no llevaron bien alguna demanda colectiva.
Grisham ha escrito una par¨¢bola evang¨¦lica, seg¨²n el modelo de las tentaciones de Cristo en el desierto. Pero el pobre abogado Carter, que no es Cristo, cae en la tentaci¨®n y pierde la integridad moral (y tambi¨¦n la f¨ªsica). ?Quer¨ªa casarse con su novia, que exige un esposo rico y triunfador, con hijos socios de un club de campo! Mucho m¨¢s complicado es el mundo de Henning Mankell, porque su inspector Wallander desea cambiar de vida como el abogado de Grisham, pero tiene motivos vulgares, bebe y engorda, echa de menos a su enamorada, y a su hija, no se entiende con su padre anciano, encubre a sospechosos, y encima se ve en el centro de una terrible conjura internacional. Aqu¨ª s¨ª hay criminales sanguinarios y escurridizos, sin huellas: s¨®lo dejan un dedo entero, amputado, una casa volada, una pistola surafricana, un transmisor para esp¨ªas, una discoteca tiroteada y gaseada, un banco robado y un polic¨ªa muerto. Despiadados y racistas agentes del KGB se confabulan con razonables asesinos a sueldo zul¨²es y terroristas blancos de Johanesburgo pertenecientes al servicio secreto.
Grisham recurre a las p¨¢ginas locales del peri¨®dico, pues la vida americana es universal como el pecado, como el t¨®pico de la abogac¨ªa enredante. Mankell busca la secci¨®n internacional, la trama sueca de un magnicidio en ?frica, y cultiva la preocupaci¨®n europea y general por el extranjero peligroso: ?qu¨¦ est¨¢ pasando en Suecia?, se pregunta en 1992 el inspector Wallander. ?De d¨®nde procede esta nueva violencia il¨®gica? ?Ad¨®nde han ido a parar los ladrones y estafadores de toda la vida? El zul¨² tambi¨¦n se extra?a antes de que lo mate un ruso en Suecia: ?c¨®mo puede ser tan f¨¢cil entrar y salir de este pa¨ªs tan limpio?
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