Aprender tanto con Charles Kindleberger
HASTA ESTA SEMANA hab¨ªa en EE UU dos economistas nonagenarios de los que sus lectores hemos aprendido mucho: Galbraith y Kindleberger. El segundo acaba de morir. Ambos quedaron marcados por la historia econ¨®mica del siglo XX y, dentro de ella, por la Gran Depresi¨®n que asol¨® al mundo en los a?os treinta.
En una situaci¨®n como la actual, en la que se conjugan algunos de los conceptos que fueron centrales en aquella coyuntura (crash burs¨¢til, deflaci¨®n, burbuja...), es oportuno recordar las lecciones de Charles Kindleberger para evitar las analog¨ªas banalizadoras y profundizar en las comparaciones que sea oportuno hacer. Combin¨® este estupendo economista, como tantos otros, las labores pr¨¢cticas (trabajando en la Administraci¨®n norteamericana, sobre todo en la elaboraci¨®n del Plan Marshall para la reconstrucci¨®n econ¨®mica europea, despu¨¦s de la II Guerra Mundial) con las te¨®ricas de historiador.
Los trabajos de Kindleberger y Galbraith nos sirven para hacer las comparaciones precisas, pero tambi¨¦n para evitar las analog¨ªas banalizadoras, entre la Gran Depresi¨®n y la coyuntura en que ahora vivimos
A principios de los a?os ochenta, la editorial Cr¨ªtica comenz¨® a publicar una monumental Historia econ¨®mica mundial del siglo XX, dirigida por Wolfram Fischer, en seis vol¨²menes, que llegaba hasta la d¨¦cada de los ochenta. Que recuerde, nunca se public¨® un s¨¦ptimo tomo que abarcase hasta el a?o 2000. El cuarto tomo, titulado La crisis econ¨®mica 1929-1939, era de Kindleberger. De este libro dijo Galbraith que era el mejor sobre esa d¨¦cada decisiva. Lo dec¨ªa con conocimiento de causa, puesto que Galbraith es autor del libro sobre el crash de 1929 m¨¢s vendido de todos los tiempos. Defend¨ªa el economista ahora fallecido que la Gran Depresi¨®n fue un fen¨®meno mundial en su origen y en sus interacciones, m¨¢s que una recesi¨®n de ¨¢mbito estadounidense profundizada por la erosi¨®n de la pol¨ªtica seguida por la Reserva Federal (Fed) hasta convertirla en una depresi¨®n que se extendi¨® al resto de los pa¨ªses. Esta tesis fue discutida tanto por los monetaristas (Milton Friedman) como por algunos keynesianos. Al final del texto, y una vez interpretado lo sucedido en los a?os treinta, Kindleberger sigue pregunt¨¢ndose sobre algunos puntos decisivos: ?por qu¨¦ fue la Gran Depresi¨®n tan amplia, tan profunda, tan larga? ?Fue causada por factores reales o por problemas monetarios? ?Fue una debilidad fatal de la naturaleza del sistema capitalista internacional, o de la forma en que ¨¦ste era gestionado, o sea, de las pol¨ªticas seguidas por los Gobiernos?
Pocos a?os despu¨¦s, la misma editorial public¨® otro estudio magistral de Kindleberger: su Historia financiera de Europa. Era el primer intento de establecer una visi¨®n global de la historia financiera de Europa desde la revoluci¨®n de los precios del siglo XVI hasta la crisis de finales del siglo XX. Opinaba nuestro economista que "historia financiera" es la que se ocupa del dinero, la banca, los mercados de capital, la hacienda p¨²blica, el sector financiero, las inversiones, pr¨¦stamos y transferencias exteriores, y que ha de servir para corregir y completar la visi¨®n sesgada que nos suele ofrecer la historia econ¨®mica, acostumbrada a olvidar la actuaci¨®n de las instituciones y el marco pol¨ªtico.
En este libro describe Kindleberger la gestaci¨®n del Plan Marshall, a trav¨¦s de la iniciativa del secretario de Estado de EE UU, George Marshall, pidiendo al equipo de George Kennan la elaboraci¨®n de un programa norteamericano de ayuda a la recuperaci¨®n europea. Ese programa se puso de largo tras un discurso de Marshall, el 5 de junio de 1947, en la ceremonia de graduaci¨®n de la Universidad de Harvard.
Poco despu¨¦s apareci¨® un nuevo libro, Man¨ªas, p¨¢nicos y cracs, en el que el economista profundizaba en la psicolog¨ªa colectiva de los inversores en momentos de euforia burs¨¢til y de p¨¢nico. En todos sus textos hay una idea que sobresale por encima de las dem¨¢s, y que seguramente es m¨¢s verdad ahora, en los albores de un nuevo siglo, que hace seis o siete d¨¦cadas: que los mercados globales no son capaces de autorregularse y que necesitan de sem¨¢foros para funcionar.
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