Escoltas, una profesi¨®n en auge
El n¨²mero de guardaespaldas privados en Espa?a se ha duplicado en los dos ¨²ltimos a?os. Hay activos 4.500, m¨¢s 6.000 p¨²blicos
Luis, un andaluz de 33 a?os que prefiere dar un nombre falso por seguridad, vive desde hace menos de un a?o en el Pa¨ªs Vasco. En cuesti¨®n de meses, dej¨® su trabajo "esclavo y mal remunerado" de camarero y se convirti¨® en la sombra protectora de un concejal de Vitoria, donde comparte piso con otros compa?eros de profesi¨®n.
El n¨²mero de escoltas privados en activo que hay en Espa?a casi se ha duplicado en los dos ¨²ltimos a?os. En 2001 eran unos 2.500 y hoy ya son m¨¢s de 4.500, seg¨²n los datos de la Asociaci¨®n Espa?ola de Escoltas (ASES). Es una profesi¨®n en auge.
Tras las ¨²ltimas elecciones y la consecuente entrada de nuevas personas en cargos p¨²blicos, en los peri¨®dicos vuelven a aparecer anuncios del tipo: "Se precisan escoltas para el Pa¨ªs Vasco y Navarra. Con t¨ªtulo homologado. Incorporaci¨®n inmediata". Y debajo un tel¨¦fono
Esa urgente demanda tiene una raz¨®n: "No se les puede quitar la seguridad a los que ya la ten¨ªan de un d¨ªa para otro y, adem¨¢s, hay que pon¨¦rsela a los reci¨¦n llegados", explica un escolta de 34 a?os que trabaja en San Sebasti¨¢n.
Pero, aunque el principal destino de estos especialistas est¨¢ al norte, "la aparici¨®n de armas de fuego en las actuaciones de los delincuentes ha agudizado la sensaci¨®n de inseguridad que existe en todo el pa¨ªs y ha disparado la demanda de los profesionales de la seguridad. Adem¨¢s, desde hace unos meses y paulatinamente se han duplicado los servicios de escolta en el Pa¨ªs Vasco y Navarra y donde iba uno ahora van dos, y tambi¨¦n, el buen estado de la econom¨ªa ha hecho proliferar las empresas y los altos ejecutivos que demandan seguridad", explica Vicente de la Cruz, presidente de ASES y escolta en activo. "Pero, al mismo tiempo, ha convertido esta profesi¨®n en un negocio para las empresas de seguridad, que est¨¢n carg¨¢ndose la profesionalidad", agrega.
El Ministerio del Interior, desde que en 1995 entrara en vigor la Ley de Seguridad Privada que regula el acceso a la profesi¨®n y legaliza la situaci¨®n de todos aquellos que ya la ejerc¨ªan hasta entonces sin que fuese legal, ha habilitado a unas 12.000 personas para ser escoltas, frente a los 1.500 que hab¨ªa hace ocho a?os.
Se calcula que los escoltas p¨²blicos -es decir, los procedentes del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa, de la Guardia Civil o de las polic¨ªas auton¨®micas, porque la Administraci¨®n no facilita ning¨²n dato al respecto por motivos de seguridad- pueden ser unos 6.000, seg¨²n ASES, aunque "son cifras muy variables porque los servicios los prestan espor¨¢dicamente, y en funci¨®n de las necesidades", explican fuentes policiales y de la Guardia Civil.
En resumen, en este momento en Espa?a puede haber un total de 10.500 escoltas velando por la seguridad de pol¨ªticos, empresarios, altos ejecutivos, directivos de empresas, periodistas... Y otros 7.500 en condiciones de hacerlo.
Pero, ?qui¨¦nes son los que llaman a los tel¨¦fonos de los anuncios? Pues gente como Luis: "Siempre me llam¨® la atenci¨®n lo de ser escolta pero no me lo hab¨ªa planteado en serio. Conoc¨ª a algunos vigilantes y decid¨ª sacarme el diploma de vigilante de seguridad", requisito indispensable para poder presentarse a las pruebas de escolta. "Pagu¨¦ 900 euros y me met¨ª por las ma?anas en una academia homologada durante dos meses y medio", de las 700 que hay en todo el pa¨ªs. "Y, diploma en mano, me present¨¦ al examen del Ministerio del Interior". Hay entre seis y ocho convocatorias anuales. "Lo saqu¨¦, busqu¨¦ una empresa de seguridad y empec¨¦ a trabajar de vigilante", recuerda. "Despu¨¦s de siete a?os, hice lo mismo para sacarme el t¨ªtulo de escolta", a?ade. Seg¨²n ASES, cada a?o pueden salir entre 200 y 400 nuevos escoltas y, la mayor¨ªa van al Pa¨ªs Vasco, Navarra y Madrid.
Las empresas de seguridad son como el Inem de los vigilantes de seguridad y los escoltas, con la trascendental diferencia de que se quedan con una parte sustancial del coste que supone la cobertura de un puesto de escolta o de vigilante, en detrimento de sus sueldos.
El mecanismo es el que sigue: las empresas de seguridad homologadas ofrecen sus servicios a la Administraci¨®n o a las empresas que los solicitan. La Administraci¨®n, "con unos criterios que desconocemos", dice de la Cruz, o en su caso, las empresas, contratan los servicios de una de ellas. Y la empresa afortunada coloca a las personas que est¨¢n en su bolsa de trabajo.
Por lo general, las condiciones laborales no son muy halag¨¹e?as: 780 euros de sueldo base, 180 euros del plus de escolta y 9 euros por cada hora extra (6 euros fuera del Pa¨ªs Vasco) sobre un total mensual de unas 186 horas estipuladas. Sin embargo, seg¨²n ASES, las empresas de seguridad pueden cobrar unos 6.000 euros al mes por servicio cubierto. Es decir, pagan al trabajador menos de la mitad de lo que cobran por la cobertura de un servicio.
"Por eso queremos que se cree un colegio de escoltas que garantice una contrataci¨®n directa, sin intermediarios que encarezcan el servicio y se enriquezcan. Al fin y al cabo, los que arriesgamos la vida somos nosotros", dice de la Cruz.
Este peri¨®dico trat¨® de recoger la opini¨®n de la empresa Ombuds, que la semana pasada demandaba escoltas para incorporaci¨®n inmediata al Pa¨ªs Vasco y Navarra, y no obtuvo respuesta.
"Yo puedo llegar a sacarme unos 2.400 euros al mes, pero imagina las horas extras que meto. Hacemos doble jornada todos los d¨ªas. De hecho, hay mucha gente que viene aqu¨ª [al Pa¨ªs Vasco y Navarra] a hacer la temporada, o sea, a pasarse un tiempo para juntar un dinero. Los llamamos 'comehoras", dice Luis. "Yo tengo pensado tirarme aqu¨ª una buena temporada. Trabajo 24 d¨ªas seguidos y libro seis o siete seguidos tambi¨¦n, para ir a ver a mi familia", a?ade.
Lejos ya del Pa¨ªs Vasco, son muchos los profesionales que piensan que, en Espa?a, la gente lleva escoltas por pura cuesti¨®n de imagen y no tanto por seguridad. "Yo me he llegado a sentir un abrepuertas", dice un escolta de un directivo de una empresa en Madrid. "Porque lo de la seguridad se acaba cuando el cliente decide. Y eso no es as¨ª", dice.
La figura del escolta no est¨¢ reconocida laboralmente, se les llama "vigilantes de seguridad con especialidad". "?sa es otra pelea", dice De la Cruz. "No reconocer nuestra figura implica favorecer el intrusismo, no tomar en serio el trabajo, pese a que arriesgamos la vida, y no tener una remuneraci¨®n adecuada a ese riesgo", se queja.
Un perfil muy masculino
"Se trata de una profesi¨®n bastante machista porque, lo queramos o no, la seguridad est¨¢ asociada a la imagen del hombre", coinciden varios escoltas entrevistados. Y los datos les dan la raz¨®n: la mayor parte de las personas que se dedican a labores de escolta son hombres de entre 25 y 28 a?os. Y de los 4.500 escoltas en activo, s¨®lo 30 son mujeres.
Adem¨¢s, la mayor¨ªa provienen del Ej¨¦rcito, de cursos de artes marciales o de gimnasios, donde m¨¢s predicamento tiene la profesi¨®n.
"Intentamos que entre gente del Ej¨¦rcito. Para los soldados profesionales -a los que les renuevan los contratos cada dos a?os y por un m¨¢ximo de ocho- es una buena salida profesional porque no les homologan sus titulaciones militares. Y, para desempe?ar esta profesi¨®n, son gente bastante preparada, concienciada en la responsabilidad de llevar un arma y con sentido de la disciplina", dice Vicente de la Cruz, presidente de la ASES.
El nivel de estudios de la mayor¨ªa de ellos es bachillerato o formaci¨®n profesional de grado medio.
Son personas entrenadas en el uso de armamento (cada tres meses pasan un examen de tiro), especializados en t¨¦cnicas de acompa?amiento, acostumbrados al manejo de explosivos y entrenados f¨ªsicamente para superar unas pruebas. En los te¨®rico, conocen el derecho penal y constitucional relativo a la relaci¨®n con el ciudadano.
Son personas de clase humilde con una absoluta disponibilidad geogr¨¢fica que les aleja de los suyos y que les lleva tanto a navegar en yates de lujo y a subir en jets privados, como a pasarse el d¨ªa con un jardinero o un cartero. Incluso han propuesto incluir entre sus protegidos a las mujeres maltratadas que hayan denunciado. Es gente que vive sabiendo cuando empieza su trabajo pero no cuando termina.
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