Minusv¨¢lidos minusvalorados
El pasado d¨ªa 11 de junio de 2003 acud¨ª al Registro General de Actas de ?ltimas Voluntades, que est¨¢ situado en la calle de R¨ªos Rosas, 24. Al llegar a la oficina me encontr¨¦ con que no hab¨ªa acceso para minusv¨¢lidos. Hace ya a?os que voy en silla de ruedas, y hace ya a?os que compruebo, con amargura e indignaci¨®n, que son muchos los edificios a los que no tengo acceso. El funcionario me atendi¨® en la calle. Me traslad¨¦ a la Inspecci¨®n General de Servicios del Ministerio de Justicia y present¨¦ una queja, pues creo que, al tratarse de un centro p¨²blico, deber¨ªa permitirse a todos los ciudadanos, incluso a los minusv¨¢lidos, los medios para hacer las gestiones que necesiten.
Con fecha de 23 de junio recibo una respuesta del se?or subdirector general de Obras y Patrimonio, en el que me indica que la Administraci¨®n no est¨¢ obligada, seg¨²n reales decretos y leyes de la Comunidad de Madrid que cita, a instalar una rampa para que los minusv¨¢lidos podamos subir. Sin duda, el se?or subdirector tiene raz¨®n. Como tantas veces, vuelvo a encontrarme con el doble lenguaje de siempre. Por un lado, la integraci¨®n social, la construcci¨®n de accesos en no s¨¦ qu¨¦ sitios, las sonrisas de los alcaldes y concejales (estamos en al A?o Europeo del Minusv¨¢lido), y por otro, el reglamento, la realidad con la que me encuentro todos los d¨ªas. ?C¨®mo es posible que un ciudadano espa?ol no pueda subir a una oficina p¨²blica para hacer una gesti¨®n? Madrid no es una ciudad pensada para minusv¨¢lidos, pero no me resigno a que, cuando menos, tengamos acceso, como en otras ciudades europeas, a los centros de la Administraci¨®n. He chocado muchas veces contra barreras f¨ªsicas, pero ahora me las he tenido que ver con barreras mentales. ?C¨®mo es que quedan leyes que no obliguen a la construcci¨®n de rampas para minusv¨¢lidos? Cada vez hay m¨¢s ancianos y, por tanto, m¨¢s minusv¨¢lidos. No s¨¦ c¨®mo la Administraci¨®n no toma las medidas y empieza a preparar edificios para que todos los espa?oles podamos acceder a ellos. No apelo a la caridad, sino a la justicia y al sentido com¨²n.
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