Miles de granjeros y agricultores brit¨¢nicos declaran la guerra a Starmer
La decisi¨®n de Downing Street de elevar el impuesto de sucesiones para las explotaciones agrarias enciende al mundo rural y da una estrategia com¨²n a los partidos de la oposici¨®n
Es una regla de oro en pol¨ªtica: nunca declarar la guerra a quien es personaje de cuentos infantiles. Y eso vale para m¨¦dicos, polic¨ªas, bomberos... y para granjeros y agricultores. El mundo rural del Reino Unido se ha levantado en armas contra el prop¨®sito del Gobierno laborista de Keir Starmer de aumentar el impuesto de sucesiones para las propiedades agr¨ªcolas. La oposici¨®n conservadora, que huele sangre, se ha puesto en bloque detr¨¢s de un movimiento que este martes ha inundado el centro de Londres ¡ªunas 20.000 personas¡ª con sus protestas y reivindicaciones.
Karen pone en pie cada ma?ana, junto a su marido y sus dos hijos, una explotaci¨®n ganadera de 80 hect¨¢reas y unas 120 vacas, en su mayor¨ªa de raza continental. Muestra un v¨ªdeo de su marido, horas antes, dando de comer al ganado. Ella ha querido madrugar y acudir a Londres, desde Northampton, para participar en la protesta. ¡°Nuestra granja es ya el proyecto de tres generaciones. Mis dos hijos han ido a la universidad para cursar estudios en agricultura y seguir adelante con el negocio. Con el nuevo impuesto, me temo, tendr¨¢n que vender la tierra y el negocio¡±, lamenta.
El primer presupuesto de Starmer, presentado el 30 de octubre, supuso un mazazo para los peque?os y medianos empresarios, que vieron aumentadas considerablemente sus cotizaciones a la Seguridad Social. M¨¢s desapercibida pas¨®, en un primer momento, otra medida fiscal que, apenas tres semanas despu¨¦s, ha derivado en una amenaza pol¨ªtica de mucho mayor calibre para el Gobierno brit¨¢nico.
La ministra de Econom¨ªa, Rachel Reeves, que necesitaba con desesperaci¨®n recaudar ingresos para equilibrar unas cuentas maltrechas heredadas de los ejecutivos conservadores, decidi¨® imponer un impuesto de sucesiones del 20% (la mitad del tipo habitual) a las explotaciones agr¨ªcolas cuyo valor superara el mill¨®n de libras esterlinas (1,2 millones de euros, aproximadamente).
El Gobierno se ha lanzado a una guerra de cifras con las organizaciones agr¨ªcolas que solo ha logrado soliviantar a un sector de la poblaci¨®n que ya estaba al borde del estallido por las cargas acumuladas de los ¨²ltimos a?os: como consecuencia del Brexit, de la importaci¨®n de productos m¨¢s baratos, de la inflaci¨®n y sus precios disparados o de la abundancia normativa y burocr¨¢tica. Asegura Downing Street que apenas 500 granjas se ver¨¢n afectadas cada a?o por el tributo. Responde la Asociaci¨®n de Empresarios y Propietarios Rurales, que calcula en 70.000 explotaciones las potenciales v¨ªctimas totales del nuevo impuesto. Ambas cifras son correctas.
Con las exenciones y deducciones ya previstas en la normativa fiscal, el Gobierno de Starmer no contaba con una respuesta tan agresiva del mundo rural como la que se ha encontrado. Los expertos confirmaban que el aumento no iba a afectar a muchos ganaderos o agricultores: ¡°Los cambios anunciados solo repercutir¨¢n en un n¨²mero muy reducido de las fincas m¨¢s valiosas, y siguen gozando de un r¨¦gimen impositivo mucho m¨¢s benigno que el de hace unas d¨¦cadas¡±, aseguraba estos d¨ªas Paul Johnson, el director del Instituto Para Estudios Fiscales.
Pero, ante un malestar pol¨ªtico creciente, las estad¨ªsticas y las explicaciones t¨¦cnicas resultan de poca utilidad. El presentador de televisi¨®n Jeremy Clarkson, conservador, favorable al Brexit y muy popular entre los brit¨¢nicos, se ha convertido en los ¨²ltimos a?os en todo un ¨ªdolo para el mundo rural gracias a su programa Clarkson?s Farm (La Granja de Clarkson), en el que cuenta sus problemas diarios como agricultor y ganadero en la explotaci¨®n que compr¨® en los Cotswolds (una regi¨®n al oeste de Londres donde tienen su casa de campo los ricos y famosos).
Clarkson ha estado en la manifestaci¨®n de este martes, y ha sido aplaudido y vitoreado. ¡°Que levanten la mano aquellos que explotan una granja familiar¡±, ha gritado a los manifestantes. La avenida Whitehall, entre el Parlamento y Downing Street (la residencia del primer ministro) era un mar de manos levantadas. ¡°Que la baje ahora quien crea que el nuevo impuesto no le afectar¨¢¡±, ped¨ªa a continuaci¨®n el presentador. Ni una mano baj¨®.
Oportunidad para la oposici¨®n
Como ocurre tambi¨¦n en Francia, el mundo rural, la campi?a, representa en el imaginario de los ciudadanos del Reino Unido la quintaesencia brit¨¢nica. La manifestaci¨®n del centro de Londres era en parte como un anuncio de Barbour, la firma de moda especializada en esa imagen de lujo campestre. Gabardinas y chaquetas de colores verde y ocre, gorras de tejido tweed y botas de agua Wellington. Pero tambi¨¦n gorras de visera y gorros de lana con marcas de empresas agr¨ªcolas, y ropa de batalla para las faenas agr¨ªcolas.
Hab¨ªa una mezcla de clases e intereses en la protesta, y una batalla de consignas feroces contra el Gobierno. ¡°Cinco Generaciones Saqueadas por Reeves¡±, ¡°Salvad las granjas brit¨¢nicas¡±, ¡°Sin granjeros no hay alimentos¡±, ¡°Apoyad a los Granjeros, no a Starmer¡±, ¡°Dejad de Asesinar a Quienes os Alimentan¡± o ¡°Starmer el Sepulturero¡±. Porque en el lenguaje de esta contienda, el Impuesto de Sucesiones ha pasado a llamarse el Impuesto de la Muerte (Death Tax).
La popularidad y el apoyo logrado por la protesta agr¨ªcola ha atra¨ªdo a los partidos de la oposici¨®n. Resulta inconcebible, en cualquier otra protesta, que en el mismo escenario estuvieran presentes la nueva l¨ªder del Partido Conservador, Kemi Badenoch; el l¨ªder de los liberal-dem¨®cratas, Ed Davey; y hasta el populista y demagogo eur¨®fobo Nigel Farage, el m¨¢s aplaudido a su llegada.
Todos ellos se han conjurado para pelear en el Parlamento para que el Gobierno revierta el impuesto. El primer ministro, que participa esta semana en la reuni¨®n del G-20 en Brasil, se ha esforzado, durante una entrevista con la BBC, en intentar convencer a los cr¨ªticos de que ser¨¢n muy pocos los granjeros afectados.
¡°S¨¦ lo que son las comunidades rurales, yo crec¨ª en una. Y s¨¦ que tambi¨¦n necesitan buenos colegios, buenos hospitales y viviendas asequibles¡±, ha dicho Starmer, que intenta desesperadamente congraciarse con un sector que cuenta en estos momentos con la simpat¨ªa de muchos ciudadanos. Eso daban a entender, al menos, las bocinas y los gritos de apoyos de los veh¨ªculos que a lo largo de la ma?ana han pasado cerca de la manifestaci¨®n.
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