Las pel¨ªculas de Armstrong
La etapa de Alpe d'Huez siempre ha deparado actuaciones teatrales del norteamericano
"Fast, Triki, fast". La orden le lleg¨®, alto y claro, a Triki Beltr¨¢n. "A toda m¨¢quina", tradujo para sus adentros el escalador de Ja¨¦n, el ¨²ltimo llegado a la troupe del tren azul, todo fuerza, todo voluntad. Fast, a toda m¨¢quina, era, claro, Alpe d'Huez 2001, el d¨ªa conocido como "La demostraci¨®n". El d¨ªa, aquel d¨ªa, comenz¨® nada m¨¢s salir de Bourg d'Oisans, era tomar la curva, empezar el repecho, la primera cuesta de la subida a Alpe d'Huez, y era Chechu Rubiera, apretando los dientes y lanzando un sprint de 20 metros para que a su espalda fuera el caos y de ¨¦l emergiera, solo, inc¨®lume, el gran sacerdote del Tour, Lance Armstrong en persona. Y Triki Beltr¨¢n sinti¨® que hab¨ªa llegado su gran momento, se encendieron los focos y la c¨¢mara se centr¨® en su rostro, apret¨® los dientes, apret¨® las piernas y, tal como Rubiera, en el mismo sitio que su amigo asturiano, puso el alma en cada pedalada para que Lance Armstrong reventara el Tour una vez m¨¢s, como era su costumbre. Esper¨® el caos y la resurrecci¨®n.
"Eleg¨ª una t¨¢ctica conservadora porque no sent¨ªa bien las piernas", dice el estadounidense
Hace unos a?os, en 1996, Indurain, que ya no era el gran Indurain, mand¨® un d¨ªa acelerar en un puerto de segunda a Jos¨¦ Mar¨ªa Jim¨¦nez, que a¨²n no era El Chava, sino un chavalillo que mor¨ªa por agradar. Jim¨¦nez recibi¨® la orden, la primera vez que la recib¨ªa, y puso el alma en el empe?o. Tir¨® hasta que a su espalda s¨®lo hubo un vac¨ªo y una voz, como de ultratumba. "?Ad¨®nde vas? Que me sacas de rueda. Pareces un juvenil...". El aceler¨®n de El Chava hab¨ªa desnudado a su l¨ªder, a Indurain, quien, claro, no gan¨® el sexto Tour.
Cuando Lance Armstrong, el 47? maillot amarillo de su carrera, el primero que conquista en Alpe d'Huez, sobre sus hombros, se present¨® ante la prensa -mirada de hielo, dominio del escenario, control- habl¨® como el l¨ªder de una banda de rock criticando al bajista novato. Lo primero que dijo fue que Triki -que debe su sobrenombre al monstruo de las galletas de Barrio S¨¦samo: al de Ja¨¦n le encantan- era nuevo en el equipo, no conoc¨ªa los ritmos, las marchas, los h¨¢bitos y que s¨ª, le hab¨ªa dicho fast, pero que Triki hab¨ªa ido very fast. "Ha salido supers¨®nico", dijo Armstrong. "Y me ha desnudado". Pobre Beltr¨¢n. Toda su vida de generoso dom¨¦stico empleado en ayudar a subir a ritmo, al tran-tran, como dice la rima, a Abraham Olano, que sufr¨ªa en la monta?a, y llega al US Postal, se emociona pensando que iba a ayudar por fin a un verdadero escalador, pura explosi¨®n, y resulta que no, que ten¨ªa que haber seguido al tran-tran.
Antes de encarar el Alpe d'Huez, hace dos a?os, en la subida de la Madeleine, Armstrong fingi¨® que se encontraba mal. Fue su famosa partida de p¨®quer, su actuaci¨®n hollywoodiana, en la que pic¨® el Telekom de Jan Ullrich. Ayer volvi¨® a actuar. Fingi¨® que estaba bien para que nadie le atacara de lejos, para que nadie le dejaran sin equipo antes de tiempo. Nadie le atac¨®. El Galibier, el coloso de los Alpes, el techo del Tour, 2.645 majestuosos metros, se subi¨® al ritmo de Hincapie, casi un bolero. Treintaypico corredores, a rueda. "Es que eleg¨ª una t¨¢ctica conservadora porque no sent¨ªa bien las piernas, no eran unas piernas s¨²per", dijo Armstrong.
As¨ª que cuando Triki le desnud¨®, cuando Beloki lo vio, cuando Mayo, que no pod¨ªa de impaciencia, lo remach¨®, cuando Vinokurov le aceler¨®, cuando Hamilton, el de la venda en la clav¨ªcula, contribuy¨® al asaetamiento, Armstrong, que no era el gran Armstrong, se prepar¨® para vivir una dura jornada. "No me atacaban tanto desde el Joux Plane, hace tres a?os", dijo. "Cuando se fue Beloki puse a trabajar a Heras, le ped¨ª que me pusiera un ritmo progresivo de caza, y cuando me qued¨¦ sin equipo porque Roberto Heras estaba un poco limitado no tuve m¨¢s remedio que dejar irse a Mayo e intent¨¦ limitar las p¨¦rdidas". Lo cual se redujo a elegir a uno de los que le atacaban, el valiente Beloki, y no dejarle moverse. Los dem¨¢s pod¨ªan hacer lo que quisieran. "Los que iban conmigo utilizaron una estrategia fascinante", dijo, ir¨®nico hasta los bigotes, Armstrong, un patr¨®n que no entiende que cuando las cosas se tuercen su l¨®gica no es la ¨²nica l¨®gica, que incluso es la il¨®gica. "Qu¨¦ gran estrategia: se dedicaron a atacarme, a intentar dejarme y le dejaron a Mayo, que es su enemigo, irse por delante; y tampoco han aprovechado el mal d¨ªa de Ullrich, quien va a ir a m¨¢s, y va a ser el rival m¨¢s peligroso. No le han rematado".
Y aunque Armstrong termin¨® confesando: "No estoy tan fuerte como otros a?os" -?seguir¨¢ actuando?- y repiti¨® lo que ya dijo en la Dauphin¨¦ Lib¨¦r¨¦ -carrera que gan¨® con una impresionante contrarreloj-, a saber: "No pens¨¦ que me hicieran sufrir tanto en esta etapa", el estadounidense a¨²n encontr¨® tiempo y ¨¢nimo para machacar a Simoni y a Aitor Gonz¨¢lez, los ganadores, respectivamente, del ¨²ltimo Giro y de la ¨²ltima Vuelta, quienes hab¨ªan llenado las p¨¢ginas de los peri¨®dicos de declaraciones desafiantes. Los llam¨® "bocazas", vino a decir que el Giro y la Vuelta son carreras secundarias y termin¨®: "Puede que ganen el Tour, pero no ser¨¢ este a?o". Aitor Gonz¨¢lez se hab¨ªa retirado antes de salir y Simoni perdi¨® unos cuantos minutos m¨¢s.
Hace dos a?os, Armstrong bati¨® el r¨¦cord de ascensi¨®n a Alpe d'Huez, subi¨® los 14 kil¨®metros en poco m¨¢s de 37 minutos. Ayer, tard¨® m¨¢s de 41. Y sprint¨® al final para ganar 8s de bonificaci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.