Muy 'neos', nada conservadores
Parafrasesando a Marx, se podr¨ªa decir que hasta ahora los conservadores se hab¨ªan limitado a gestionar el mundo, pero que ahora quieren cambiarlo. Esos conservadores tradicionales, valga la redundancia, est¨¢n siendo sustituidos por los mal llamados neo-cons (neo-conservadores), que en el caso de los que ahora dominan la Administraci¨®n Bush, son "pro-cambio", como los defini¨® Clinton en una cena de la Conferencia sobre Pol¨ªtica Progresista en Londres. Para el ex presidente de EE UU, que sigue siendo el referente pol¨ªtico de este movimiento en red, la respuesta frente a esta "nueva derecha" que, califica de "Cuarta V¨ªa", "no puede ser la vieja izquierda", sino esa pol¨ªtica progresista, que se ha venido en llamar la Tercera V¨ªa y que tampoco se conforma con el mundo como es. El "deseo de cambiar el mundo", en palabras David Held, est¨¢ en una parte y en otra. Pero con sentidos muy distintos. Blair advierte: "Nunca debemos ser defensores del statu quo". Y Clinton aboga por un "sentido compartido de humanidad". El centro izquierda compite con esa nueva derecha en t¨¦rminos de progreso entendido de forma a menudo muy diversa.
No es extra?o que, en parte, el presente ausente en esta Conferencia progresista haya sido esa nueva derecha que, seg¨²n Clinton "quiere cambiar el poder de forma que la gente les mantenga en el poder". Sus primeros valores son "el poder y el control", y su m¨¦todo no es el consenso, "es agresivo", y necesita dividir y tener un enemigo al que atacar (algo que parece v¨¢lido no s¨®lo para el caso de EE UU). Frente a esta nueva derecha, han salido derrotadas en las urnas varias opciones "progresistas" en los ¨²ltimos tres a?os, y a¨²n no saben por qu¨¦ si, dicen, su f¨®rmula funciona. Blair alerta que el "riesgo para la izquierda", que seg¨²n Blair, es ceder el centro.
Ahora bien, el activismo de los neocons norteamericanos, propiciado por el 11-S, no durar¨¢ si persisten los problemas de la posguerra en Irak,como recuerda Benjamin Barber, y, sobre todo, si los ciudadanos de EE UU no se sienten m¨¢s protegidos ni seguros que antes de todas las medidas adoptadas en aras de la seguridad. Quiz¨¢s, tras los neocoms vuelvan los viejos conservadores; o unos dem¨®cratas neos.
Pues esta nueva Internacional Progresista, si se la puede llamar as¨ª lo que naci¨® en 1999 con Clinton en la Casa Blanca (est¨¢ por ver si sobrevivir¨¢ a Bush), ha tenido que hacer suyo una parte de ese discurso centrado en la seguridad de la derecha. Incluso cabe considerar que la nueva derecha se lo ha robado: en EE UU fue el senador dem¨®crata Liebermann el que primero propuso un Ministerio de Defensa de la Patria, que luego amplific¨® hasta grados extremos la Administraci¨®n republicana, y oblig¨® a aceptar a los dem¨®cratas bajo pena de acusarles de ir "contra Am¨¦rica". ?No ha ocurrido algo similar en Espa?a? Y en Reino Unido, es el Nuevo Laborismo de Blair el que ha enarbolado esta bandera. "La lucha contra el crimen debe ser una causa progresista", afirma Blair llegando a excesos no ya para poner fin a la permisividad, sino incluso al mero romanticismo adolescente, con una ley que se est¨¢ debatiendo en el Parlamento que, de aprobarse, convertir¨ªa en ilegal un beso en p¨²blico entre un chico y una chica menores de 16 a?os. De 15, por ejemplo. La Tercera V¨ªa siempre ha estado te?ida de un cierto autoritarismio.
Clinton entiende que, en el clima post-11-S, sin una posici¨®n fuerte en politica de seguridad (nacional, en el caso de EE UU), no se atender¨¢ lo que dicen los dem¨®cratas en otros asuntos. La otra agenda, la progresista, no llegar¨¢ a los electores. De nuevo, parece valer tambi¨¦n para Espa?a. ?Pero, hay otra agenda? Es la que est¨¢ buscando esa nueva izquierda que, para Clinton, siempre necesita tenjer un plan para el futuro, es decir para cambiar las cosas. De otro modo que los neocons.
aortega@elpais.es
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