La audacia de un gran cantaor
Hab¨ªa expectaci¨®n por escuchar a Morente. Siempre la hay, pero en este concierto quiz¨¢s m¨¢s, a pocas semanas de publicar un disco, El peque?o reloj, con el que de nuevo est¨¢ provocando elogios apasionados y, tambi¨¦n -?cu¨¢ndo no?-, alguna cr¨ªtica negativa. Siendo un disco en el que hay mucho trabajo de estudio, dif¨ªcil de trasladar a un escenario, exist¨ªa adem¨¢s la curiosidad de saber c¨®mo el cantaor resolver¨ªa el problema.
Lo resolvi¨® con l¨®gica, seguramente de la ¨²nica manera posible. Echando mano de los recursos empleados en el estudio. As¨ª, las grabaciones antiguas de Montoya, Manolo de Huelva y Sabicas se oyeron por el sistema de amplificaci¨®n del recinto, con toda su carga de un aparente primitivismo y deficiencias t¨¦cnicas insoslayables, pero con su eco inigualable de genios que en su d¨ªa hicieron avanzar considerablemente el arte de tocar la guitarra flamenca. Y sobre esos toques Morente puso su voz sin alardes de hoy, buscando un acoplamiento, una propiedad de sonido contempor¨¢neo a los toques.
Veranos de la Villa
Cante: Enrique Morente. Toque: Ni?o Josele, Manuel Parrilla y Pepe Habichuela. Bajo: Alain P¨¦rez. Percusiones: Bandolero. Caj¨®n y baile: Gabarre hijo. Coros: Falo, ?ngel Gabarre y Antonio Carbonell. Conde Duque. Madrid, 13 de julio.
Por supuesto que en un escenario no se pueden lograr en operaciones de este tipo resultados tan afinados como en el estudio de grabaci¨®n, pero la experiencia tiene un inter¨¦s extraordinario y es previsible que unas posibilidades de futuro de gran calado. Los temas as¨ª interpretados fueron ligados a su t¨¦rmino, sin soluci¨®n de continuidad, con la guitarra de Ni?o Josele, acompa?ando a su vez el cante de Morente ya en sus registros habituales. En este cap¨ªtulo, como continuidad de la ronde?a de Montoya, hay que se?alar la bell¨ªsima creaci¨®n morentiana sobre el tema que da t¨ªtulo al disco, El peque?o reloj, con versos de Le¨®n Felipe. Estrategia compleja, pues, s¨®lo al alcance de un genio creativo con la audacia de Morente, quien cuenta para ello con un guitarrista como Josele que, pese a su juventud, acierta a secundarle admirablemente.
Tambi¨¦n a la grabaci¨®n recurri¨® el cantaor para su Alegato contra las armas, otro de los temas fundamentales del disco, sobre m¨²sica del Claro de luna beethoveniano. La letra es del propio Morente, y se refiere como cab¨ªa esperar a los tremendos acontecimientos que vivimos en el mundo actual, terminando con un impresionante ?Los ni?os son inocentes! que el cantaor dice vaci¨¢ndose. Tema profundo, un tanto sofisticado y de no f¨¢cil recepci¨®n para el p¨²blico, que sin embargo lo acogi¨® con un clamor de entusiasmo.
Sello intransferible
El resto del concierto de Morente en el Conde Duque, ya al margen de ese disco de referencia, fue m¨¢s convencional, siempre por supuesto teniendo en cuenta lo raramente convencional que es el cante de Morente. Porque todo lo que ¨¦l interpreta, aun esos tientos con letras populares conocid¨ªsimas, o las siguiriyas que le acompa?¨® Pepe Habichuela, tienen siempre ese sello intransferible del cantaor que le distingue de cualquier otro. As¨ª, a las siguiriyas de El Planeta, las m¨¢s primitivas que han llegado hasta nosotros y se siguen cantando hoy, ¨¦l les da un cambio espectacular de ritmo insert¨¢ndolas en una secuencia de cabales. O el tema Dos gardenias, de Mach¨ªn, que flamenquiza con acierto y una dosis de gracia.
Morente, siempre Morente. Incluso el que su voz le responda mejor o peor -y me parece que en este concierto tuvo algunos momentos no particularmente brillantes- es secundario ante el inmensso legado de los contenidos y su manera de interpretarlos.
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