Cambiar de caballo
Suele decirse que no conviene cambiar de caballo cuando se est¨¢ en mitad de una carrera. Es razonable: cambiar de caballo en plena competici¨®n supone, con toda seguridad, perder cualquier oportunidad de alcanzar el triunfo. Si esto es as¨ª, mucho menos conveniente ha de ser cambiar de caballo en mitad de la carrera si, adem¨¢s, resulta que nuestra cabalgadura avanza a galope tendido a la cabeza del grupo de competidores. ?Cambiar de caballo cuando estamos ganando la carrera? Hay que ser tontos para hacer tal cosa. Cuando nuestra montura encabeza la cabalgada lo l¨®gico es afirmarse en los estribos, picar espuelas, echar mano de la fusta y soltar las riendas. Pero, ?y si se diera el caso de que la cabalgadura que montamos con tan buenos resultados es el caballo de Atila?
Conocido en Occidente con el sobrenombre de "azote de Dios", Atila fue rey de los Hunos entre el 433 y el 453. Durante su reinado, Atila fue la pesadilla del ya muy debilitado y dividido Imperio Romano. En el a?o 447 derrot¨® al emperador bizantino Teodosio II y Constantinopla no fue finalmente conquistada por la ¨²nica raz¨®n de que el ej¨¦rcito huno, b¨¢sicamente formado por fuerzas de caballer¨ªa, carec¨ªa de las t¨¦cnicas de asedio a una gran ciudad. En el 452 Atila dirigi¨® su atenci¨®n al Imperio romano de Occidente. Arras¨® Aquilea, Mil¨¢n, Padua y otras ciudades italianas, avanzando hacia Roma. ?sta se salv¨® de la destrucci¨®n exclusivamente gracias a la mediaci¨®n del papa Le¨®n I. Al a?o siguiente volvi¨® a atacar Italia, pero muri¨® antes de poder llevar adelante sus planes.
Hablando de Atila, es de sobra conocida esa sentencia que sostiene que por donde pisaba su caballo no volv¨ªa a crecer la hierba. Podemos imaginarnos al belicoso caudillo de los Hunos avanzando imparable desde las estepas del Caspio hasta el Mediterr¨¢neo, practicando una pol¨ªtica de tierra quemada. Tras su paso, todo era caos y destrucci¨®n. Claro que no deb¨ªa importarle demasiado, ya que su objetivo no era la conquista y el control posterior de los territorios ocupados sino el saqueo y la rapi?a inmediatos, una forma de b¨¢rbara cultura militar de la recolecci¨®n. ?Qu¨¦ despu¨¦s de pasar yo todo queda hecho una pena? Me da igual, yo ya tengo lo m¨ªo. El que venga por detr¨¢s, que arree. Por mi parte, buscar¨¦ nuevas tierras que arrasar.
Tras estas pinceladas hist¨®rico-legendarias, una hip¨®tesis de sociolog¨ªa pol¨ªtica para interpretar los tiempos actuales: la atilizaci¨®n es la nueva y desastrosa fase de la pol¨ªtica en Euskadi y en Espa?a. ?Cu¨¢les son las caracter¨ªsticas que definen esta forma de hacer pol¨ªtica? B¨¢sicamente dos: primera, el planteamiento de la confrontaci¨®n en t¨¦rminos de guerra total, la renuncia a cualquier forma de compromiso con el adversario; segunda, la pol¨ªtica de tierra quemada.
Todo vale para alcanzar la victoria; no hay l¨ªmite ninguno en la lucha contra el adversario. Si hay que criticar una determinada actuaci¨®n del poder judicial, deslegitimemos en su conjunto la esfera de la justicia. Para cuestionar la estrategia pol¨ªtica del nacionalismo vasco, nada mejor que arrojarlo a las tinieblas del totalitarismo. Si de discutir la pol¨ªtica auton¨®mica del Gobierno espa?ol se trata, califiqu¨¦mosla directamente de franquista. Sin matices. La pol¨ªtica-napalm va haciendo su trabajo y, poco a poco, la demolici¨®n de las instituciones, los procedimientos, los afectos y los valores acaba siendo absoluta.
As¨ª pues, ?conviene cambiar de caballo en mitad de la carrera? S¨ª, si montamos el caballo de Atila. Incluso si se trata del caballo que va en cabeza de la competici¨®n. Puede perecernos que la pol¨ªtica de tierra quemada da sus frutos, pero si volvemos la vista hacia atr¨¢s, si contemplamos el yermo en que hemos convertido el terreno conquistado, cambiar de caballo es la ¨²nica estrategia razonable. Por cierto, el caballo de Atila se llamaba Othar. Los nuestros tienen otros nombres.
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