El s¨ªndrome de Yentl
La "invisibilidad de las mujeres" en los estudios m¨¦dicos dificulta la atenci¨®n sanitaria espec¨ªfica
Yentl es una pel¨ªcula de 1983 en la que la protagonista, interpretada por Barbra Streisand, decide disfrazarse de hombre para poder acceder al estudio del Torah, material prohibido para las mujeres en la ¨¦poca en la que est¨¢ ambientado el filme. La doctora Bernardine Healy bautiz¨® en 1991, en la revista The New England Journal of Medicine, como s¨ªndrome de Yentl a la situaci¨®n de "invisibilidad m¨¦dica" de las mujeres en el estudio de las enfermedades cardiacas, asociadas mayoritariamente al sexo masculino.
"La falta de investigaci¨®n espec¨ªfica sobre la salud femenina ha hecho invisible para la ciencia m¨¦dica los aspectos biol¨®gicos y cl¨ªnicos de las diferencias", explica Carme Valls, que particip¨® en las jornadas Mujeres y hombres: salud, ciencia y tecnolog¨ªa, organizadas por el ¨¢rea de la Ciudad del Conocimiento del Ayuntamiento de Barcelona, y celebradas en el pasado mes de febrero en la ciudad. Valls demuestra con datos que la mayor¨ªa de estudios de investigaci¨®n sobre enfermedades coronarias en las d¨¦cadas de 1980 y 1990 se hicieron s¨®lo sobre poblaci¨®n masculina. Las enfermedades cardiovasculares en la mujer son el "paradigma de la invisibilidad", explica Valls, que es tambi¨¦n diputada por el PSC en el Parlament de Catalunya.
La salud de mujeres y hombres es diferente biol¨®gicamente y desigual socialmente
Un ejemplo: los tratamientos trombol¨ªticos se aplican s¨®lo al 30% de las mujeres, mientras que en los hombres el porcentaje alcanza el 63%. Otro: s¨®lo el 30% de pacientes de sexo femenino se somete a la rehabilitaci¨®n posinfarto, frente al 87% de los afectados de sexo masculino. La lista de agravios comparativos prosigue: en las consultas m¨¦dicas, los s¨ªntomas de dolor femeninos no son reconocidos como problemas cardiacos, y las exploraciones habituales que se dan en los hombres, como los cateterismos o las pruebas de esfuerzo, se practican poco entre las f¨¦minas.
El art¨ªculo de Healy concluye que en el tratamiento de la enfermedad coronaria, la farmacocin¨¦tica diferencial entre sexos no est¨¢ pr¨¢cticamente estudiada, mientras que, por el contrario, se aplican terapias espec¨ªficas para el sexo femenino a pesar de no reunir pruebas espec¨ªficas.
El error de considerar que los problemas de salud de las mujeres son iguales que los de los hombres no se ci?e exclusivamente a las enfermedades coronarias, sino que se extiende a los factores de riesgo por muerte s¨²bita, a¨²n no evaluados a pesar de las diferencias entre sexos. As¨ª, en los hombres los factores principales son la edad, el colesterol s¨¦rico, el tabaquismo, la obesidad y la tensi¨®n sist¨®lica, mientras que en las mujeres los factores que m¨¢s influyen son el hematocrito, la capacidad vital, la glucemia y la edad, especialmente cuando se superan los 60 a?os.
Esta situaci¨®n de "confusi¨®n hist¨®rica", sostiene Valls, tambi¨¦n se da al atribuir err¨®neamente a las mujeres una autocapacidad de protecci¨®n ligada a su sexo, cuando en realidad presentan problemas similares a los masculinos. Un ejemplo ha sido creer que los estr¨®genos son un protector natural cardiovascular, cuando en verdad son un factor de riesgo.
La diferencia biol¨®gica femenina por antonomasia es, claro est¨¢, la capacidad de concepci¨®n, lo que dibuja un mapa de la salud y la enfermedad bien distinto al de los hombres. As¨ª, durante la menstruaci¨®n se pueden dar trastornos como hemorragias excesivas, d¨¦ficit de progesterona, migra?as relacionadas con el ciclo o los llamados s¨ªndromes premenstruales. Muchas mujeres sufren, adem¨¢s, desequilibrios hormonales que alteran la armon¨ªa del ciclo ov¨¢rico como hiperprolactinemia, hirsutismo, una alta funci¨®n de la gl¨¢ndula tiroidea o endometriosis. La menstruaci¨®n puede tener consecuencias patol¨®gicas derivadas, como anemias, d¨¦ficit en las reservas de hierro, mama fibroqu¨ªstica o miomas uterinos. Por otra parte, hay toda una patolog¨ªa derivada espec¨ªficamente de los partos y embarazos, como la incontinencia urinaria, incontinencia de heces, hemorroides o desgarro uterino.
El estudio de Valls concluye con datos inequ¨ªvocos sobre los distintos tipos de morbilidad entre sexos. Las mujeres padecen anemias y ferropenias en una proporci¨®n de 18 a 1 y 75 a 1 respecto a los hombres, respectivamente, mientras que respecto a los trastornos tiroideos y las miopat¨ªas que producen dolor la relaci¨®n diferencial es de 50 a 1. Otras dolencias mayoritariamente femeninas son los trastornos de alimentaci¨®n (como la anorexia y la bulimia), la ansiedad y la depresi¨®n, la artritis y la artrosis, la osteoporosis, la polimialgia reum¨¢tica, el s¨ªndrome de fatiga cr¨®nica o la fibromialgia.
Izabella Rohlfs, epidemi¨®loga del hospital Doctor Trueta de Girona y de la Universidad de la misma ciudad, coincide plenamente con las tesis de Valls y Healy. "Muchos problemas de salud de la mujer son invisibles porque no han sido estudiados o porque el patr¨®n adoptado en la investigaci¨®n es el hombre: ensayos cl¨ªnicos, datos poblacionales que no son disgregados por sexo, falta de financiaci¨®n o inter¨¦s por patolog¨ªas que afectan mayoritariamente a las mujeres", explica.
Esta doctora de procedencia brasile?a insiste tambi¨¦n en que la salud de las mujeres y los hombres es diferente y desigual. "Diferente porque hay factores biol¨®gicos (gen¨¦ticos, hereditarios, fisiol¨®gicos...) que se manifiestan de forma diferente en la salud y en los riesgos de enfermedad, y desigual porque hay factores sociales que influyen de forma injusta en la salud de las personas".
Rohlfs afirma que los trastornos cr¨®nicos m¨¢s frecuentes entre mujeres son los derivados de dolores cr¨®nicos y osteomusculares, como la artrosis, el dolor de espalda o las migra?as. Los problemas cardiovasculares m¨¢s espec¨ªficamente femeninos son las varices o la hipertensi¨®n, adem¨¢s de las enfermedades cardiacas. Otros trastornos pueden ser el estre?imiento, las anemias, la depresi¨®n o la ansiedad.
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