Soldados
Los militares son disciplinados por obligaci¨®n. No hay ej¨¦rcito posible sin disciplina y eso es algo que se sabe o se tiene que saber por quienes quieren ser soldados. Cuando el servicio militar era obligatorio, era l¨®gico que la disciplina del ej¨¦rcito molestara y provocara la rebeld¨ªa de quienes no ten¨ªan m¨¢s remedio que cumplir con ese servicio, pero ahora los soldados lo son por propia voluntad y hay que suponer que cuando deciden serlo saben donde se meten y que acaso nunca tengan que hacer la guerra, pero entra dentro de lo posible que tengan que enfrentarse a ella, si las cosas se complican.
Se complicaron las cosas con Irak y nuestro Gobierno decidi¨®, contra la voluntad de los ciudadanos, meternos en una guerra en la que, entre otras cosas, no acabamos de saber qu¨¦ es lo que se est¨¢ pidiendo de nuestros soldados.
El martes pasado llegaron a Rota los que hab¨ªan estado en Um Qasr y el ministro de Defensa tuvo que aguantar abucheos y protestas. Y los soldados no se privaban de hacer declaraciones ante las c¨¢maras sobre el mal trato recibido. Son soldados profesionales, lo que no quiere decir que les guste la guerra por serlo. Los militares de vocaci¨®n tienen miedo a la guerra, como los toreros a los toros, pero saben que, llegado el caso, es su trabajo. Lo que ocurre es que nos han enfangado en una guerra por narices, contestada por civiles y, ya se est¨¢ viendo, por militares. Otra cosa es que esas protestas de muchachos que se han hecho soldados voluntariamente est¨¢n evidenciando otros problemas.
La decisi¨®n de hacer un ej¨¦rcito profesional fue tomada por el Gobierno, como tantas otras, sin dar oportunidad al debate social que tal medida deb¨ªa haber provocado, un debate que la izquierda tampoco quiso, err¨®neamente, afrontar. Si, en el momento de decidir sobre la participaci¨®n en la injusta, innecesaria, cruel e insoportable guerra contra Irak, el servicio militar hubiera sido obligatorio, acaso no estar¨ªamos hablando de la manera en que el Gobierno, se permiti¨® el lujo de despreciar la opini¨®n en contra de la guerra del pueblo espa?ol y se arrog¨® el derecho de no cumplir siquiera el m¨¢s m¨ªnimo tr¨¢mite de respeto al Parlamento.
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