Una voz ¨²nica
Los aficionados espa?oles a la literatura fant¨¢stica somos hoy exog¨¢micos por necesidad: entre los autores de casa, el men¨² casi siempre es fundamentalmente realista, costumbrista las m¨¢s de las veces, como mucho ex¨®tico en la ambientaci¨®n aunque concienzudamente apegado a lo verificable. Tenemos escritores excelentes y regulares, pero hasta los m¨¢s raros suelen ser bastante corrientes en la tem¨¢tica que les ocupa. De vez en cuando se da una excepci¨®n, como Olvidado rey Gud¨², de Ana Mar¨ªa Matute, o las m¨¢s recientes novelas de Andr¨¦s Ib¨¢?ez. Y, desde luego, Pilar Pedraza. ?Ah, los dioses lovecraftianos aprietan y sin miramientos ahogan, pero nunca nos abandonan del todo! A los amantes hisp¨¢nicos de los trastornos g¨®ticos modernizados y las fantas¨ªas macabras sin brida ni bocado siempre nos quedar¨¢ Pilar Pedraza. No es f¨¢cil encontrarla, porque la reh¨²yen por igual el atocinamiento cr¨®nico de gran parte de la cr¨ªtica literaria y el escaparate de las listas de best sellers. Pero, una vez que se la ha encontrado, a¨²n resulta m¨¢s dif¨ªcil librarse de ella. Es una voz ¨²nica y que por tanto entre sus admiradores -ap¨²ntenme en esa lista- crea aut¨¦ntica adicci¨®n.
LA PERRA DE ALEJANDR?A
Pilar Pedraza
Valdemar. Madrid, 2003
254 p¨¢ginas. 12,90 euros
Profesora de Historia del Ar
te en la Universidad de Valencia, Pilar Pedraza ha estudiado y traducido obras cl¨¢sicas del renacimiento y el barroco (por ejemplo el Sue?o de Pol¨ªfilo) y cuenta en su haber ensayos sobre la imagen de la mujer a trav¨¦s de la historia as¨ª como monograf¨ªas sobre directores cinematogr¨¢ficos: Dreyer, Fritz Lang, Fellini
... Tiene publicadas ya siete novelas repartidas entre Tusquets y Valdemar, as¨ª como un volumen de cuentos en esta ¨²ltima editorial -Arcano trece- que recomiendo a quien desee iniciarse en su obra. Son relatos de un vigor y de una intensidad inusuales, que mezclan en sus argumentos los mitos terror¨ªficos tradicionales con sobresaltos inequ¨ªvocamente propios del equivocado camino que seguimos los modernos. Todo ello en un estilo satinado, en el que lo suntuoso y culterano se vitamina de vez en cuando con astutos vulgarismos. Advierto para ser leal (y reforzar la tentaci¨®n) que Arcano trece no es manjar para todos los paladares y sublevar¨¢ a los est¨®magos delicados que digieren sin problemas los holocaustos televisados pero se convulsionan ante efectos f¨²nebres del arte literario.
La ¨²ltima novela de Pilar Pedraza, La perra de Alejandr¨ªa, se ambienta en dicha ciudad mediterr¨¢nea y precisamente en los primeros a?os de la era cristiana, cuando el auge de la nueva creencia amenazaba con su intransigencia fervorosa el batiburrillo ecl¨¦ctico de filosof¨ªas y cultos que se refugiaron a la sombra ilustre de la gran biblioteca. El complejo relato contiene un crimen pero no tiene nada que ver con esas narraciones policiacas ambientadas en el pasado que se han puesto de moda al rebufo del ¨¦xito justificado de El nombre de la rosa: para entendernos, La perra de Alejandr¨ªa guarda mayor parentesco con el Flaubert de Salamb¨® (y hasta con Las tentaciones de San Antonio, venerable var¨®n que tiene una estupenda aparici¨®n en el texto) que con las modestas fabricaciones de Lindsay Davies. Las celebraciones dionisiacas desaf¨ªan un equilibrio pol¨ªtico imposible entre el pasado misterioso y el porvenir exterminador: los sabios de la ¨¦poca convulsa meditan en p¨®rticos y salas de disecci¨®n hasta despu¨¦s de muertos, acosados por dioses desastrados obligados por las circunstancias adversas a comportarse ya como demonios. Y, como en tantas otras historias de Pilar Pedraza, una ni?a harapienta y enigm¨¢tica se convierte en mensajera m¨¢s o menos atroz de lo indecible... Abundan los personajes vigorosos y ambiguos, los horrores mezclados con r¨¢fagas de una ternura que bien puede ser s¨®lo el ¨²ltimo efecto de una iron¨ªa tenebrosa. En fin, otro regalo ins¨®lito de una escritora que siempre sabe dejarnos relami¨¦ndonos por lo conseguido y a la vez hambrientos de lo que sin duda vendr¨¢.
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