El futuro de los hoteles con encanto

Arte de descansar, lo llaman, pero con A may¨²scula de arquitectura. V¨ªctor Alza, propietario del hotel Obispo, en la misma localidad, y Diego Rodr¨ªguez, miembro de una de las familias principales en la industria vitivin¨ªcola espa?ola (Remelluri), se han ayudado del fermento creativo del arquitecto ?ngel de la Hoz para construir sobre las faldas del monte Jaizkibel este hotelito. Un paralelep¨ªpedo vanguardista de geometr¨ªa precisa en hormig¨®n y madera de iroco, extraordinariamente d¨²ctil a la intemperie, cuya fachada cambia de tonalidad seg¨²n el tiempo y la hora, del caramelo tostado a la miel. Inaugurado a principios de este a?o, los incondicionales del Museo Guggenheim bilba¨ªno ya se lo anotan en la agenda como otra parada de su viaje. Para descansar y para empaparse de contemporaneidad.

El hotel tiene el m¨¦rito de seducir, mimetizado entre la fronda de casas que jalonan la subida a Jaizkibel y la pr¨®spera vegetaci¨®n forestal que tanto los ondabitarras como el clima h¨²medo del Cant¨¢brico se afanan en conservar. De noche, auxiliado por una estudiada iluminaci¨®n focal, el jard¨ªn adquiere un relieve vivaz que da mayor prestancia a la arquitectura.

En sus interiores no se han escatimado dinero ni imaginaci¨®n. Ni tres virtudes fundamentales: prudencia en el gusto, audacia en las formas y rigor en la selecci¨®n de los materiales, seg¨²n el planteamiento minimalista de la decoradora Cristina Font¨¢n.

Sus 24 habitaciones re¨²nen en un tama?o razonable cama, butac¨®n y mesita de trabajo, en los ant¨ªpodas de la estrechez que se presume en los cuartos de ba?o, habilitados en un hueco con un solo lavabo, la ba?era separada por una mampara escasa y un kit cosm¨¦tico modesto.

Un reto es el que se presenta en la cocina, frente a tanto restaurante de firma como existe en Fuenterrab¨ªa. Pues bien, a falta de un mejor acondicionamiento del espacio para comedor-bar-sal¨®n con chimenea y biblioteca, el desayuno debe ser considerado por la alta calidad de las preparaciones y la suculencia de su carta frutal. En verano, si el chirimiri no lo impide, espera una terraza entarimada de teca a la sombra de tejos y casta?os. Desde este punto, la perspectiva de Jaizkibel anticipa el estilo de los hoteles con encanto en el futuro.