La Vega, el balc¨®n abierto de Garc¨ªa Lorca

En una curva cerrada, sobre el barranco de V¨ªznar, inconfundible con dos olivos viejos y un jaramago, un le?ador se?ala un peque?o mont¨ªculo donde parece que descansan los restos de Federico Garc¨ªa Lorca junto con los de los banderilleros Galad¨ª y Cabezas y el maestro de escuela Di¨®sdoro Galindo. Hay una charca de agua con juncales, dos cruces de palo y una tabla con un epitafio imposible: "Si muero, / dejad el balc¨®n abierto". Uno no tiene la impresi¨®n de estar ante un paraje de muerte y tragedia, por la luminosidad y el olor a tomillo y tierra mojada. En este pueblecito, al noreste de la provincia de Granada, son muchos los partidarios de remover el terreno para sacar los restos del poeta de Fuente Vaqueros. Una empresa in¨²til. Porque Garc¨ªa Lorca vive hoy enterrado en cada palmo de esta inmensa huerta. Contemplar la Vega obliga a recordar la eleg¨ªa de Garcilaso: "Como polvo al viento, as¨ª se deshar¨¢ nuestra fatiga...".

Toda la Vega granadina, con sus monta?as verdes y azules, sus choperas y el cantar de sus acequias, es un gran vergel, el balc¨®n abierto del puro contemplativo. En gr¨¢cil equilibrio con la sierra, la Vega tiene un paisaje melanc¨®lico, lleno de gestos, aromas, sensaciones y la simpat¨ªa contenida de sus gentes, en pueblos edificados sobre el agua que miran a las cumbres nevadas del horizonte m¨¢s grandioso, coronado con los picos de la Veleta y el Muley Hac¨¦n, desde donde, en d¨ªas claros, se pueden ver las costas africanas.

Nombrada en numerosos romances como escenario de gestas, verdaderas o falsas, la feraz llanura de la Vega ha sido considerada la huerta de Granada. En tiempos de los musulmanes, expertos horticultores, estos parajes eran conocidos como un para¨ªso. Hoy queda muy poco de ¨¦l. La llegada de los repobladores cristianos, acostumbrados a otras pr¨¢cticas agr¨ªcolas menos sofisticadas, convirti¨® la Vega en indolente tierra de surcos, ya que ¨¦stos fueron incapaces de adaptarse a las t¨¦cnicas perfeccionadas durante siete siglos por sus predecesores.

Santa Fe, a 11 kil¨®metros de la capital, fue campamento de los Reyes Cat¨®licos durante la campa?a granadina contra los moros. La planta de la ciudad tiene forma de cruz, con la iglesia al centro desde donde se pueden ver las tres puertas monumentales de la villa (originariamente eran cuatro): las de Jerez, Granada y Ja¨¦n. Aqu¨ª firmaron Isabel y Fernando con el emisario del rey Boabdil las capitulaciones de Granada, que fijaban las condiciones que reg¨ªan la entrega de la ciudad. Y el 17 de abril de 1492, el contrato con Crist¨®bal Col¨®n, que abri¨® la v¨ªa al descubrimiento de Am¨¦rica.

Los abuelos maternos de Garc¨ªa Lorca proced¨ªan de esta villa. Siendo ni?o, el poeta recuerda que paseaba por la plaza Mayor en una "vieja diligencia cuyo mayoral tocaba un aire salvaje en su trompeta de cobre".

Saliendo de Santa Fe, observamos la pelada sierra de Parapanda, famosa en Granada como bar¨®metro: "Cuando Parapanda se pone la montera, llueve aunque Dios no lo quisiera", reza el dicho popular. Muy cerca est¨¢ Chauchina, cuna de los Camborios, rodeada de densas choperas, alamedas, maizales, desvencijados secaderos de tabaco y girasoles. Y a dos pasos, Fuente Vaqueros.

Gui?ol, piano y cuna

La casa natal del poeta, desde 1986 Casa-Museo Federico Garc¨ªa Lorca, se encuentra al final de su alargada plaza, en la calle del Poeta Garc¨ªa Lorca, n¨²mero 4. Restaurada por la Diputaci¨®n General de Granada, es el monumento m¨¢s visitado de la provincia, despu¨¦s de La Alhambra. El centro conserva importantes documentos biogr¨¢ficos, como las cartas del poeta a su amiga Ana Mar¨ªa Dal¨ª, varios dibujos infantiles de Federico y el manuscrito de la versi¨®n argentina del Retablillo de san Crist¨®bal. El que hab¨ªa sido granero de la casa es ahora una sala de exposiciones. No perderse el gui?ol para los ni?os, el piano o la cuna de Lorca. El final de la visita ofrece un descanso sobre unas sillas de anea en un peque?o jard¨ªn con un pozo.

En la iglesia del pueblo, al fondo de la peque?a calle, fue bautizado el poeta, el 11 de junio de 1898, seis d¨ªas despu¨¦s de nacer. La imagen m¨¢s popular es la de la Virgen del Amor Hermoso, tantas veces recordada por Lorca en sus escritos... Obs¨¦rvenla detr¨¢s del altar mayor, "siempre riendo y bobalicona con su corona de lata y sus estrellas de espejos".

Salimos a Valderrubio por una pista rodeada de pl¨¢tanos, olmos y paz, mucha paz. Aqu¨ª vivi¨® Lorca cuando el pueblo ten¨ªa el malsonante nombre de Asquerosa. De la vacilante ortograf¨ªa que consta en sus registros ar¨¢bigo-granadinos se puede deducir que el nombre procede de la ra¨ªz latina aqua (Acuerosa), abundante de agua, o Agarrosa, es decir, agua dulce. Otros testimonios apuntan a que en esta antigua poblaci¨®n hab¨ªa un campamento de arqueros romanos, de ah¨ª que pudiera llamarse Arquerosa. En la calle Real del actual Valderrubios vivi¨® la familia Lorca. M¨¢s tarde se trasladaron al n¨²mero 20 de la calle de la Iglesia. En esta casa, los Garc¨ªa Lorca pasaron no m¨¢s de tres a?os antes de trasladarse definitivamente a Granada, en 1909. Era una hacienda espaciosa, con fachada blanca de rejas, patios, corrales y cuadras. Enfrente est¨¢ la que fue casa de Frasquita Alba, la Bernarda Alba lorquiana. En ella, hoy viven sus descendientes, que nunca han perdonado a Lorca el haber utilizado el apellido de Frasquita en su obra de teatro. La Poncia, Enrique Humanes y Maximiliano, la loca Mar¨ªa Josefa, fueron tambi¨¦n aut¨¦nticos personajes de la villa de los arqueros.

Al final de la calle de la Iglesia podemos enfilar la carretera nueva de L¨¢char y visitar la finca de Daimuz, propiedad del padre del poeta, con la que la familia hizo gran fortuna. En L¨¢char, el visitante puede encontrar remanso y hospitalidad. El pueblo tiene un estrafalario castillo donde no est¨¢ permitido el acceso. Hoy es la propiedad de un adinerado norteamericano. En L¨¢char naci¨® Dolores, "la mae santa", una de las criadas favoritas de Lorca.

M¨¢s sorpresas lorquianas. Pinos Puente, con su puente califal; Montefr¨ªo, ?llora y Mocl¨ªn, con su famosa "romer¨ªa de los cornudos", que inspir¨® en parte Yerma. Si hace buen tiempo, desde la franja oriental y con gemelos se puede ver La Alhambra y la Torre de la Vela, y hacia el norte, el escarpado cerro de Mocl¨ªn, con su castillo nazar¨ª y sus murallas. En esta fortaleza, los Reyes Cat¨®licos pasaron largas temporadas hasta la toma de Granada. Pero ¨¦sta ya es otra historia.