Ni para banderillas

Los escogidos Montalvos para el anunciado mano a mano resultaron ser un saldo de inv¨¢lidos. Dispares de presentaci¨®n y escasos de casta y raza. Claro que los animalitos no fueron seleccionados para soportar una lidia ortodoxa, ni para probar su bravura en el caballo. A mini puyazo por toro salieron. Tampoco lo estaban para soportar un torbellino de muletazos. No, los toritos de Montalvo se eligieron para dar brillo y esplendor al tercio de banderillas. Los toreros de ayer eran tambi¨¦n banderilleros. Bueno, pues ni para las banderillas sirvieron ni unos ni otros. Demasiado ventajistas y galeristas obraron los artistas en el tercio estrella de la tarde.

Gan¨® el Fandi. Recortes, moner¨ªas, moviolas y violines tuvieron la culpa. El granadino anduvo toda la tarde entregado y populista. Tan populista como entregado. Bullidor con el percal, no encontr¨® con la muleta ni sitio ni distancia en el que fue su primero. Quiz¨¢s porque no lo busc¨®. Arrollado al torear de muleta rodilla en tierra a su segundo, perdi¨® los papeles de tal manera que permaneci¨® a merced del animalito el resto de la faena. En este coso, como en tantos otros, los premios se dan por dar sustos que no por derrochar arte. En el ¨²ltimo de su lote luci¨® variedad sin mando con el capote. Faena interminable, vulgar y ventajista sobre todo al natural.

Antonio Ferreras desaparecido en combate con percal, banderillas y muletas toda la tarde. Se permiti¨® la licencia de brindar al tullido primero a la concurrencia. "?En qu¨¦ cabeza cabe!", protestaban los aficionados que se sintieron ofendidos. Se dej¨® marchar al quinto de la tarde. Un toro de puerta grande, el ¨²nico ayer.