"Cuando Mayo tiene gas, no hay quien lo pare"

Todas las grandes batallas en la monta?a de este Tour -y ya van unas cuantas- han estado te?idas de naranja. Puede que el Euskaltel no alcance el podio en Par¨ªs, pero nadie le podr¨¢ discutir su papel crucial en la carrera y su influencia determinante en las estrategias de los grandes favoritos. En cada uno de los momentos candentes del Tour, siempre ha sido un corredor vasco el que rompi¨® las escaramuzas e hizo de catalizador para desencadenar el intercambio de golpes entre Armstrong, Ullrich y el sorprendente Vinokurov. En Alpe d?Huez el protagonismo lo asumi¨® Iban Mayo. El s¨¢bado, en Ax-3 Domaines, Haimar Zubeldia tom¨® el testigo. Y ayer fue otra vez Mayo quien despej¨® el camino para que Vinokurov, el kazajo de rostro impasible, un rubio casi albino al que no se le mueve una ceja, pusiese en peligro el liderato de Armstrong.

Haimar Zubeldia comprendi¨® que Iban Mayo estaba dispuesto a atacar cuando, en el tramo final de la etapa, se le acerc¨® para decirle que andaba fresco. Hab¨ªa ciertas dudas sobre el estado de Mayo. Algunos ya le daban por acabado despu¨¦s de su desplome en la contrarreloj y del minuto que perdi¨® el s¨¢bado con respecto a los favoritos. Pero ayer se sent¨ªa bien. En los o¨ªdos le estallaban los gritos de los miles de vascos que sembraban la carreteras y ante sus ojos se balanceaba un mar de ikurri?as. "Era impresionante ver todo aquello", explicar¨ªa despu¨¦s. A Zubeldia, seg¨²n confes¨®, hasta se le puso "la piel de gallina".

Cuando Mayo le dijo que iba bien, Haimar no tuvo dudas de que atacar¨ªa. Conoce perfectamente a su compa?ero de equipo, ese tipo que "cuando tiene gas, no hay quien lo pare", como dice su director, Juli¨¢n Gorospe. El latigazo lleg¨® a ocho kil¨®metros de la cumbre del Peyresourde, el ¨²ltimo puerto antes del descenso hacia la meta. Por delante iba una excursi¨®n de viejas glorias, con Virenque y Dufaux a la cabeza. Otro veterano, Christophe Moreau, sali¨® en su busca arrancando desde el grupo de los favoritos. "Pens¨¦ que era el momento, porque, adem¨¢s, Armstrong y Ullrich se estaban marcando mucho entre ellos", explic¨® Mayo. Y all¨¢ se march¨® tras la estela del franc¨¦s.

El s¨¢bado, en Ax-3 Domaines, fue Gorospe el que transmiti¨® al auricular de Zubeldia la orden de atacar. Pero Mayo es de otra pasta. "No hac¨ªa falta que yo le dijese nada", coment¨® su director. Tampoco fue decisi¨®n de Gorospe el intento de Roberto Laiseka de irse tras su compa?ero, que se qued¨® en amago por falta de fuerzas. Entonces entr¨® en escena Vinokurov. El kazajo llevaba alg¨²n tiempo anunci¨¢ndolo: "Atacar¨¦ todos los d¨ªas si puedo, y los espa?oles, que tambi¨¦n van a atacar, pueden servirme de ayuda". As¨ª que en cuanto vio a Mayo distanciarse y unirse a Moreau, se fue tras ¨¦l con una de esas arrancadas explosivas que ha prodigado desde los Alpes, una especie de martillazo seco para sus rivales.

Zubeldia ni se inmut¨®. Como su compa?ero iba por delante, se limit¨® a seguir el paso de Armstrong, Ullrich y el italiano Ivan Basso. "La verdad es que pens¨¦ que los atrapar¨ªamos", afirm¨® Zubeldia en la l¨ªnea de meta. Pero el aceler¨®n de Vinokurov se revel¨® imposible hasta para el americano y el alem¨¢n. Moreau tampoco aguant¨®, qued¨® rezagado y dej¨® solos al kazajo y a Mayo. El vasco no volvi¨® a relevar a Vinokourov. ?Y Zubeldia?. "Tranquilo, a mi ritmo, siguiendo a los dem¨¢s. Con Iban por delante, era lo que deb¨ªa hacer".

Mayo recuper¨® el minuto perdido el d¨ªa anterior y se ha vuelto a situar junto a su compa?ero Zubeldia, s¨®lo 19 segundos por detr¨¢s en la general. El Euskaltel juega de nuevo con dos arietes. Gorospe no anticipa la estrategia futura, pero hay algo que tiene muy claro: "Al que van a vigilar es a Zubeldia. Estoy segur¨ªsimo. Har¨¢n lo imposible por no dejarle marchar".