Judicial¨ªcese que algo queda
No s¨¦ si seguir o no de vacaciones, total, vuelves y no entiendes nada. Hombre, tranquiliza bastante que algunos de nuestros pr¨®ceres sigan fieles a s¨ª mismos llamando "mafia" al Poder Judicial, "ladrillo" a Aznar -"Es impermeable como un ladrillo"-, "soga" al Estatuto y zapato -sin Zapatero- al Gobierno -"El PNV ser¨¢ una piedra en el zapato de Aznar toda su vida"-, aunque ello implique verse como un pedrusco en total consonancia con el hecho de saberse cavern¨ªcolas. Es como llegar a casa, digo por lo que tiene de tranquilizador, y encontrarse con las viejas pantuflas o con unos h¨¢bitos alimentarios que el vasco, cuando viaja, suele echar de menos: ?Pero no tienen txulet¨®n? S¨®lo que, en este caso, volver es aterrizar en una casa patas arriba. ?Acaso el pobre viajero hab¨ªa o¨ªdo hablar cuando parti¨® de una Sala de Discordia? A todo tirar, hab¨ªa o¨ªdo de la Sala de los Espejos de Versalles o de Sala de los Infantes en Burgos pero, ?de la Discordia? Bueno, un viajero pedante podr¨ªa citar cierta pintura cuyo detonante es la Manzana de la Discordia pero por mucho que retuerza su pedanter¨ªa nunca conseguir¨¢ que una manzana sea una sala ni siquiera de reineta.
Y en esas estamos. La judicializaci¨®n de la pol¨ªtica est¨¢ consiguiendo que el ciudadano no entienda nada. Con tanta ley, esp¨ªritu de la ley, letra de la ley e interpretaci¨®n de la ley, por no hablar de las retorcidas cuestiones de procedimiento y de la hermen¨¦utica de las cuestiones procedimentales, nos estamos quedando in albis o sea, al bies, como traduc¨ªa el otro. Si el mundo pol¨ªtico le resultaba de por s¨ª ¨¢rido e ingrato al contribuyente, ahora se le convierte en un galimat¨ªas o, lo que es lo mismo, en cosa de marcianos. ?C¨®mo saber qui¨¦n tiene raz¨®n cuando A alega el art¨ªculo tropecientitos apartado primero izquierda, pero es rebatido por un B que le achaca no haber tenido en cuenta la ley de la gravedad en su ep¨ªgrafe ad corintios corregido por la enmienda a la subtotalidad en fase positiva? El atribulado ciudadano que, pese a todo, quiere seguir si¨¦ndolo necesita entonces recurrir a los int¨¦rpretes, o sea a los gimnastas de la prensa o gimnocolumnistas, que le aclarar¨¢n que la cuesti¨®n del Cupo o la del Quepo es como la de las placas tect¨®nicas, con la particularidad de que el movimiento puede ser exc¨¦ntrico siempre y cuando se cumpla el axioma de cuanto peor mejor. A menos que se tenga en cuenta la ley de Boyle-Mariotte.
Se est¨¢ creando tal confusi¨®n que s¨®lo puede ser buena para los simplificadores. Es decir, para el que m¨¢s grita y menos se mueve de sus posiciones en la seguridad de que la firmeza ser¨¢ entendida por la sufrida opini¨®n p¨²blica como justeza. Que se lo pregunten al se?or Atutxa. O a quienes se jactan de no haberse movido de sus posiciones -cosa que, por lo dem¨¢s es mentira- desde hace 108 a?os. Bueno, a todos esos principalmente, porque son quienes rigen y quieren seguir rigiendo a¨²n m¨¢s abusivamente nuestros destinos. Pero la cosa se est¨¢ poniendo tan fea que lo mejor ser¨¢ judicializarse. Decidido, en vez de seguir de vacaciones me judicializar¨¦. Para empezar, me voy a echar encima un art¨ªculo muy retorcido y casi obsoleto de alg¨²n c¨®digo. Luego, me pondr¨¦ un poco de jurisprudencia contradictoria y redactar¨¦ un modo de empleo digno de Sol¨®n o de un electrodom¨¦stico japon¨¦s. Por ¨²ltimo me pondr¨¦ una letra peque?a y har¨¦ correr controversias sobre la posibilidad (o no) de aplicarme la ley de Ohm, voltio tercero, junto con la ley de protecci¨®n del medio ambiente teniendo en cuenta que el hombre no puede ser un medio sino un fin y el fin, como dijo el otro, no justifica los miedos. Qu¨¦ diferencia. No siento ni siquiera el s¨ªndrome del d¨ªa despu¨¦s. Del d¨ªa despu¨¦s de las vacaciones. Me siento tan ligero y judicializado, tan incomprensible e inasimilable que para seguir dando sentido al verano me voy a apuntar a un curso, a un curso de verano, de nanociencia, "la ciencia de lo muy peque?o cuando cambian las propiedades". Supongo que se referir¨¢ al Plan Ibarretxe. O cualquier nimiedad por el estilo. Y es que cuando uno se ha judicializado no tiene la cabeza para m¨¢s. ?Qu¨¦ alivio!
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