La creciente divergencia social de Catalu?a con la UE
El pasado d¨ªa 9 de abril EL PA?S de Catalu?a public¨® el art¨ªculo Elecciones auton¨®micas en Catalu?a, en el que acentuaba yo la necesidad de centrar el debate pol¨ªtico de este a?o en el gran d¨¦ficit de gasto p¨²blico social que Catalu?a tiene respecto al promedio de Espa?a y de la UE. Se?alaba en aquel art¨ªculo que el gasto en protecci¨®n social en Catalu?a era de s¨®lo el 17,5% del PIB, comparado con el 19,9% del PIB en Espa?a y el 27,6% del PIB en la UE. El art¨ªculo origin¨® un debate, habiendo recibido bastantes comunicaciones que expresaban sorpresa pues tales cifras (y otras que tambi¨¦n present¨¦ en el art¨ªculo) entraban en clara contradicci¨®n con la imagen tan extendida en la cultura medi¨¢tica del pa¨ªs de que "Espa?a va bien y Catalu?a va incluso mejor". Algunos de los comunicantes me preguntaban si no ser¨ªa posible que el hecho de que el gasto social p¨²blico (como porcentaje del PIB) era el m¨¢s bajo de la UE no podr¨ªa ser resultado de que el crecimiento econ¨®mico del PIB ha sido m¨¢s r¨¢pido en Catalu?a que en Espa?a y en Europa, con lo cual nuestro d¨¦ficit social no ser¨ªa un d¨¦ficit absoluto sino relativo, resultado de nuestro exitoso crecimiento econ¨®mico. Los datos, sin embargo, no confirman tal optimismo. Ve¨¢moslos. Es cierto que Catalu?a pas¨® de gastarse en protecci¨®n social 15.713 millones de euros en 1991 a 19.188 millones en 1999, incrementando el gasto p¨²blico social por lo tanto en 3.475 millones. Es m¨¢s, si en lugar de valores absolutos, miramos el gasto p¨²blico social por habitante, vemos tambi¨¦n que en 1991 Catalu?a se gast¨® 2.783 unidades de poder de compra upc (la unidad monetaria que estandariza el poder de compra de las monedas de varios pa¨ªses), subiendo a 3.734 upc en 1999. Este crecimiento del gasto, tanto total como por habitante, es lo que sostiene el optimismo de que la Catalu?a social va bien. Ahora bien, en esta percepci¨®n complaciente de nuestras realidades se olvidan algunos datos fundamentales. Uno de ellos es que, si bien es cierto que nuestro gasto social va creciendo, el gasto social de la mayor¨ªa de pa¨ªses de la UE (que ya ten¨ªan un gasto social p¨²blico mucho mayor que Catalu?a a principios de la d¨¦cada de 1990) ha ido creciendo mucho m¨¢s r¨¢pidamente que el nuestro, con lo cual el d¨¦ficit social que ten¨ªamos con el promedio de la UE ha ido aumentando en lugar de disminuyendo. As¨ª, mientras que el d¨¦ficit de gasto social entre Catalu?a y el promedio de la UE era de 1.243 upc en 1991, en 1999 tal d¨¦ficit hab¨ªa aumentado a 2.060 upc, es decir, hab¨ªa crecido nada menos que un 65%. Y este d¨¦ficit aparece en todos los componentes de la protecci¨®n social de Catalu?a, lo que significa que nuestras pensiones y ayudas a las familias, as¨ª como nuestra sanidad, nuestros servicios domiciliarios y sociales, nuestras viviendas sociales, nuestras residencias de ancianos y otros servicios, son cada vez m¨¢s deficitarias respecto al promedio de la UE.
La otra consecuencia de que nuestro crecimiento del gasto p¨²blico social sea menor que en el promedio de la UE es que Catalu?a contin¨²a siendo el pa¨ªs con menor gasto p¨²blico social (como porcentaje del PIB) en la UE despu¨¦s de Irlanda. Alg¨²n lector se preguntar¨¢ por qu¨¦, si estamos creciendo econ¨®micamente m¨¢s r¨¢pidamente que el promedio de la UE, nuestro d¨¦ficit social con la UE est¨¢ aumentando. La respuesta es que el gobierno conservador espa?ol, con la aprobaci¨®n del partido gobernante en la Generalitat de Catalu?a, ha utilizado el incremento de los ingresos p¨²blicos al Estado espa?ol (resultado de un mayor crecimiento econ¨®mico y de un aumento de los impuestos sobre todo indirectos) para reducir el d¨¦ficit presupuestario del Estado espa?ol, lo cual se ha conseguido a costa de incrementar el ya notable d¨¦ficit social que Espa?a y Catalu?a tienen con la UE.
El silencio sobre estos temas en el debate pol¨ªtico y medi¨¢tico es ensordecedor. Tal silencio es resultado de las peculiaridades de nuestro Estado de bienestar y de la distribuci¨®n de poder (sobre todo de clase social y de g¨¦nero) en Catalu?a. El Estado de bienestar catal¨¢n est¨¢ claramente polarizado, pareci¨¦ndose m¨¢s a los sistemas de protecci¨®n social de Am¨¦rica Latina que a los de la UE. Si analizamos la sanidad y la educaci¨®n, por ejemplo, vemos que, por lo general, en los centros urbanos (donde vive el 80% de catalanes), la burgues¨ªa, la peque?a burgues¨ªa y las clases medias de renta alta y media alta utilizan la sanidad privada y las escuelas privadas (concertadas y no concertadas), mientras que las clases medias de renta media baja y la clase trabajadora utilizan los servicios p¨²blicos. Las clases m¨¢s pudientes (que representan el 35% de la poblaci¨®n catalana y que tienen una enorme influencia medi¨¢tica y pol¨ªtica) utilizan los servicios privados y creen err¨®neamente que el deterioro de lo p¨²blico no les afecta. No hay una impermeabilidad entre lo p¨²blico y lo privado, sin embargo. Hay una relaci¨®n clara entre la calidad de lo p¨²blico y de lo privado tanto en sanidad como en educaci¨®n. Es m¨¢s, mientras la sanidad privada, por ejemplo, puede ser en algunos aspectos mejor que la p¨²blica (como en su capacidad de elecci¨®n, confort y trato personal), la calidad del personal y equipamiento es, sin embargo, mucho mayor en la p¨²blica. He conocido a burgueses y peque?os burgueses en Catalu?a que estar¨ªan vivos si hubieran ido a la sanidad p¨²blica (y se sorprender¨ªan de los nombres si se los dijera). La falta de solidaridad y cohesi¨®n social no es buena ni para las clases m¨¢s acomodadas ni para las m¨¢s modestas. Lo que hace falta son unos servicios p¨²blicos en los que tanto las clases de renta media y alta como las clases populares se encuentren c¨®modas. Pero para ello se necesita un gasto p¨²blico mucho mayor. Y ah¨ª est¨¢ el nudo de la cuesti¨®n. Aumentar el gasto p¨²blico quiere decir redistribuir poder de clase y g¨¦nero (la mujer catalana es la que sufre las grandes deficiencias del Estado de bienestar catal¨¢n, con la gran insuficiencia de escuelas de infancia y servicios domiciliarios) y ah¨ª es en donde se basa el silencio ensordecedor. La estructura de poder no quiere ni o¨ªr hablar de redistribuci¨®n de poder y de recursos, que les afectar¨ªa directamente.
Vicen? Navarro es catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas de la Universidad Pompeu Fabra.
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