Ombligos
Hubo un tiempo en el que el ombligo era una zona er¨®gena de impresionantes resultados. Se hac¨ªa dif¨ªcil, en los a?os de apretura y represi¨®n, echar la vista al abdomen blanco y desnudo de una mujer. Por eso, descubrir en la penumbra de una alcoba ese orificio sellado era un tr¨¢nsito excitante hacia lugares imposibles. Pero con la explosi¨®n tur¨ªstica de los sesenta y el desembarco en nuestras playas de mujeres de otro mundo lleg¨® el bikini y el secreto sali¨® a la luz. Ahora, no s¨®lo es una zona neutra y desde?able de la anatom¨ªa humana sino que, adem¨¢s, se ha escapado del contexto playero e invade indiscriminadamente el paisaje urbano. Las adolescentes lo exhiben sin el menor pudor, es m¨¢s, si no muestran esa zona abdominal servida en crudo o ilustrada con un piercing no se sienten a gusto. El alto vientre ha pasado, pues, a ser un rasgo externo de identidad tan l¨ªcito como las manos, la boca o la mirada. La moda facilita estos juegos y se ha extendido a situaciones tan literalmente embarazosas como el estado de pre?ez. Salgan si no a los paseos, a las calles m¨¢s concurridas para ver la indumentaria de las futuras parturientas. El globo desnudo de la creaci¨®n abre camino y avisa al viandante de su sagrada verdad. Aqu¨ª no hay impostura. Lo que muestra al pairo veraniego la feliz madre es una barriga plenipotenciaria, con su grandeza tersa y carnal. Y lo hace por debajo de una camiseta mona pero escasa y por encima de un pantal¨®n ¨²ltimo grito que agoniza en las ingles. Se podr¨ªa decir que el ombligo ya no guarda secretos para nadie, ni siquiera es la ¨®rbita vital. Sentirse el ombligo del mundo resulta, hoy por hoy, una magna estupidez, tambi¨¦n obstinarse en mirar el propio cuando hay otros sensiblemente mejores. Les confieso que los agarbanzados suelen ser tristes, delatan un desafecto materno casi nunca superado. Los chatos fomentan una visi¨®n de la vida bastante ¨®ptima. Los que perecen hundidos en las profundidades carnosas son v¨ªctimas, mayormente, de un exceso nutricional que no se debe achacar al pr¨®jimo. El ombligo ya es patrimonio visual de la humanidad pero cada cual ha de cuidar el suyo y responder de cualquier liviandad que se le achaque.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.