Parodia taurina
Cuando el us¨ªa blandi¨® el pa?uelo que ordenaba el inicio del festejo en la plaza no cab¨ªa un alfiler. En esta ocasi¨®n Juli¨¢n L¨®pez, El Juli, ¨²nico espada, no pas¨® por el trago de ver el cemento vac¨ªo de la televisada de Roquetas de Mar. Un lleno hasta la bandera para presenciar la puesta en escena del taurinista espect¨¢culo "la emoci¨®n perjudica seriamente la salud".
Una parodia de lo que es o fue una corrida de toros. Para tal gala se escogieron seis anovillados toros, por encargo personal del artista. El p¨²blico en general nada sab¨ªa del bochornoso espect¨¢culo que por la ma?ana se vivi¨® en el apartado. El p¨²blico en general, seg¨²n la nueva funci¨®n taurina, est¨¢ para pasar por taquilla y pedir todo lo que haga falta. La plaza pedir¨ªan si viniera el caso. Tan justa presencia de trap¨ªo y fuerza del ganado estuvo a punto de tirar abajo el tenderete. Hubo que esperar el milagro, que lleg¨® a punto de caer el tel¨®n. El sexto de la tarde. Hasta ese momento todo transcurr¨ªa en la mediocridad. Eso s¨ª, aplaudida a rabiar. Por tercios El Juli fue desgranando entre cansancio y desilusi¨®n. Pareci¨® no estar en el coso. El capote de El Juli fue muy celebrado por la concurrencia. Porta gayolas, tafalleras, faroles, lopesinas y chicuelinas por doquier. La fundamental suerte de la ver¨®nica fue obviada o mal ejecutada. Ni una media que guardar en el disco duro de la memoria. La suerte de varas no existi¨®. Ayer los picadores estuvieron como los buenos ¨¢rbitros, pasaron desapercibidos. A minipuyazo por morrillo sali¨® la cosa. Claro, que el espect¨¢culo no era para detectar la bravura de los animales, sino para que se luciera el artista contratado.
Torrealta / Juli
Toros de Torrealta, justos de presentaci¨®n, blandos y nobles; el 6?, encastado. El Juli: estocada (silencio); media estocada trasera (silencio); estocada (oreja); tres pinchazos y estocada (silencio); gran estocada (oreja); estocada (dos orejas). Plaza de toros de Santander, 24 de julio. 6? de feria. Lleno.
Banderille¨® primero, tercero, quinto y sexto en su habitual l¨ªnea, corretona y colorista que irradia triunfalismo a los tendidos, lo que deja al personal caliente para lo que pueda pasar. Pares desajustados a cabeza pasada, recortes y moner¨ªas fueron las sutilezas. Sus faenas de muleta hasta la irrupci¨®n del que cerr¨® el festejo transcurr¨ªan anodinas, sin ¨¢ngel, cl¨®nicas. F¨¢cil y mand¨®n, si se quiere sabio pero tosco y vulgar, no encontr¨® el momento de venirse arriba. Acertado con las distancias jam¨¢s pis¨® el sitio, nunca carg¨® la suerte. Por debajo de las condiciones del tercero y el quinto. A pesar de la mala cara que tuvo la tarde no recurri¨® al encimismo y la galer¨ªa. A cara y cruz se jug¨® la tarde con el que cerr¨® plaza. Lucido, agradable y populista con el percal. Faena de menos a m¨¢s basada al natural. Baj¨® en esta ocasi¨®n el enga?o. Gan¨® en est¨¦tica pero careci¨® de hondura.
La espada fue su fuerte. Su concepto es la sorpresa. El Juli sorprende y mata. A destacar la gran estocada del quinto, posiblemente lo mejor de la tarde. Otra nota destacada fue la correcta direcci¨®n de la lidia. Se encarg¨® de todos y de todo. Menci¨®n especial para el se?or presidente del festejo que en esta ocasi¨®n y en el cumplimiento de su obligaci¨®n defendi¨® la categor¨ªa de la plaza y la de su afici¨®n, tanto en el apartado de la ma?ana como en el palco durante el festejo. Los aficionados abandonaron el coso defraudados, esperaban que el gesto de El Juli hubiera contado con la imprescindible presencia del toro. Quieran o no los taurinos el toro es el que da y quita. Como el aficionado es un santo, cualquier detalle le sirve para que su moral por los suelos tras todo lo que llevamos de feria, se eleve lo suficiente, al menos para aguantar el tir¨®n de los festejos que quedan. Y no esperar al ¨²ltimo d¨ªa para que los toros de Victorino Mart¨ªn y sus oponentes salven la tamporada. Am¨¦n.
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