Anorexia: causa o efecto
Le¨ª d¨ªas pasados en EL PA?S el resumen de un informe de la profesora de la Complutense, Silvia Tubert. La anorexia, asegura esta experta, no es una enfermedad, sino un s¨ªntoma. Vino a verme un padre confundido y angustiado y tuve que sacarle de su error: no soy m¨¦dico y me guardar¨¦ muy mucho de jugar a tal. Pens¨¦ luego que los expertos en ciertas cosas deber¨ªan ponerse de acuerdo con el fin de no sembrar alarmas en uno u otro sector de la sociedad. Personas anor¨¦xicas, en general chicas cada vez m¨¢s j¨®venes, son causa de gran sufrimiento para s¨ª mismas y para unos padres que ni siquiera saben a qu¨¦ atenerse. La profesora Tubert remat¨® la faena: "...el 90% de afectadas son mujeres porque detr¨¢s est¨¢ el ideal de belleza que impone la sociedad". Reduccionismo que a mi visitante, padre de adolescente anor¨¦xica, llen¨® de culpa (no hab¨ªa sabido educar) y a la vez de alivio, pues ahora toda la familia, de consuno, dirigir¨ªa a la v¨ªctima un incesante fuego graneado con el fin de arrasar de su conciencia este factor social. No soy m¨¦dico -le insist¨ª al padre- pero inf¨®rmese usted bien, no vaya a ser que agraven ustedes lo que pretenden sanar. Se despidi¨® moh¨ªno, m¨¢s dolido y confuso que antes.
Como la anorexia produce delgadez extrema, pero no es enfermedad, sino s¨ªntoma, "engordar a los pacientes es secundario y supone taponar el problema". Uno cre¨ªa que el s¨ªntoma (el efecto) puede en ocasiones constituirse en causa y ser causa m¨¢s letal que la originaria. Puede que una persona, sometida a experimento cient¨ªfico, se quede en los huesos pero sin da?o irreversible para su organismo. Vitaminas, minerales, amino¨¢cidos y m¨ªnimo consumo energ¨¦tico. Admito que no conozco el dato, pero a falta de m¨¢s informaci¨®n, no me parece inveros¨ªmil. Lo que sabemos todos es que la delgadez de la anor¨¦xica no es un fen¨®meno controlado y que, por lo tanto, de prolongarse cierto tiempo puede dejar secuelas irreversibles de distinta gravedad. La desnutrici¨®n, ?no es a la vez efecto y causa? Pero valga: no es enfermedad sino s¨ªntoma, as¨ª no lo entienda Zeus. Pero s¨ªntoma de qu¨¦. ?De una disfunci¨®n metab¨®lica? Eso, ?no es una enfermedad? Todo fallo de adaptaci¨®n al medio lo es, si bien podr¨ªa aducirse, audazmente, que en casos de genialidad el fallo es el medio, incapaz de adaptarse al individuo genial.
S¨ªntoma de qu¨¦. ?De un error gen¨¦tico cuya traducci¨®n es un m¨¢s o menos profundo trastorno mental? Estamos conscientes de que la enfermedad (y su frontera con la salud) ha sido objeto de muchos estudios disciplinares e interdisciplinares. Con todo, de una persona con el s¨ªndrome de Down decimos que sufre una enfermedad. Pero incluso aqu¨ª la ciencia parece contradecirse. "El criminal es un enfermo", dice el humanismo social y cient¨ªfico. Sin embargo, psiquiatras certifican la culpabilidad de un psic¨®pata, pues ¨¦ste conoce y distingue perfectamente entre el bien y el mal; sabe que matar es delito, pero est¨¢ desprovisto de todo sentimiento de culpa, de solidaridad, de afecto, de compasi¨®n y de remordimiento. Pero esta absoluta carencia afectiva, ?puede achacarse ¨²nicamente a un d¨¦ficit de socializaci¨®n o es producto, tambi¨¦n, en proporci¨®n indeterminada, de un fracaso gen¨¦tico? Si la respuesta es afirmativa, ?por qu¨¦ se castiga incluso con la muerte a un ser enfermo?
No estoy perdiendo el hilo. La chica anor¨¦xica, dice Tubert, no es una enferma sino, simplemente, una v¨ªctima "del ideal de belleza que impone la sociedad". Un mero factor socioambiental, no una disfunci¨®n org¨¢nica ni un trastorno mental de origen gen¨¦tico. Puesto as¨ª, la anorexia no es una enfermedad, sino que podemos etiquetar a la v¨ªctima de "personalidad desorganizada", seg¨²n lenguaje de las ciencias sociales. As¨ª por ejemplo, en unas sociedades el tipo predominante es el apol¨ªneo (cooperativo, sobrio, laborioso), mientras en otras sobresale la personalidad dionisiaca, o sea, la competitiva, individualista, hedonista y pasional. Distinci¨®n que le debemos a la antrop¨®loga Ruth Benedict. Muy conocida y citada todav¨ªa es la disecci¨®n de Davir Riesmann en su libro The Lonely Crowd. Unas sociedades son tradition-directed, otras, inner-directed y unas terceras, other-directed. La chica anor¨¦xica (y en mucho menos porcentaje el chico) ser¨ªa un producto an¨®malo de este tercer tipo de sociedad, o sea, la dirigida por fuerzas externas al individuo. Una sociedad manipulada, consumista, industrial, fuertemente organizada; lo que requiere un gran aparato propagand¨ªstico que fomenta, entre otras cosas que engordan el mercado, el culto al cuerpo. Mientras estos rasgos se mantengan dentro de ciertos l¨ªmites, habr¨¢ individuos que no se amolden al patr¨®n (en este tipo de sociedad y en todos los dem¨¢s), lo que es asumible. Se les llama "personas desorganizadas" y el mundo sigue andando. Pero lo malo surge cuando hay individuos que no son rebeldes por repulsi¨®n a los est¨¢ndares generalmente aceptados, sino todo lo contrario. Quisieran poseer todos los rasgos exaltados por este tipo de sociedad. Si la chica es feucha, o no tan escultural y hermosa como los modelos exhibidos por la propaganda, puede suceder de todo, pero nada bueno. Un estado de "profunda insatisfacci¨®n" con el mundo y una p¨¦rdida de autoestima, son rasgos que definir¨ªan este tipo, este ejemplar desorganizado que abunda bastante como sabemos por experiencia. Sin embargo, no todos estos casos caen en la neurosis o en la psicosis ni acaban en suicidio... o en la anorexia; pues de lo contrario ser¨ªa un horror el mero caminar por la calle. Para que esto ocurra, para que se produzcan bajas sobre todo entre la poblaci¨®n juvenil, no suele bastar con la presi¨®n social, contrariamente a lo que afirma la profesora de la Complutense Silvia Tubert. El paso de la simple (aunque dolorosa) desorganizaci¨®n personal, a la psicosis, al suicidio o a la anorexia, lo da una minor¨ªa que no se distingue especialmente en nada de los dem¨¢s... ?salvo en un fallo gen¨¦tico? ?De cu¨¢ntas anor¨¦xicas hemos le¨ªdo que se ven gordas contra toda evidencia? ?Gen¨¦tica? ?Psicolog¨ªa al margen del sistema?
La presi¨®n social causa descontento, insatisfacci¨®n, infelicidad, autodesprecio, pero no suicidios y anorexias. Ah¨ª hay alg¨²n factor a?adido. No hay que desconcertar a los padres y deudos m¨¢s de lo que ya est¨¢n.
Manuel Lloris es doctor en Filosof¨ªa y Letras.
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